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Ser una persona atractiva es sinónimo de éxito y la formación académica es un capital secundario

El capital erótico

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De un tiempo a esta parte encuentro cada vez con más frecuencia artículos y entrevistas en la prensa que hacen referencia al ‘capital erótico’. Resulta que ahora hay una especie de moda, absurda como tantas otras, en las cuales personas como Catherine Hakim, socióloga experta en el asunto, nos viene a decir en resumidas cuentas que ser una persona atractiva es sinónimo de éxito y la formación académica es un capital secundario.

Que se hable cada vez más del capital erótico es peligroso, en un mundo ya de por sí demasiado sexualizado y superficial. ¿Acaso precisamos de una reforma educativa en la que asignaturas como la ética se sustituya por el capital erótico? Parece exagerado, pero también parece el camino a seguir. ¿Cuántas chicas adolescentes dejan los estudios, cuando ellas –o su entorno- descubren que pueden ganar más dinero con su físico? Y hablo del mundo de la moda, el cine o la música, sin necesidad de tener especiales dotes para desfilar, actuar o cantar. Si tienes capital erótico ya aprenderás lo demás… o no, pero floreros decorativos nunca están de más.

De forma inconsciente, siempre hemos tenido presente el factor físico, el ahora llamado capital erótico, a la hora de relacionarnos. ¿Quién pasaría sentimentalmente el resto de su vida con una persona intelectual, pero poco atractiva, teniendo la oportunidad de perder el tiempo, y en ocasiones la dignidad, detrás de alguien con mayor potencial erótico? De qué modo se explica, por ejemplo, que personas que acumulan años y experiencias, coleccionen también los mismos fracasos una y otra vez.  Aprendemos cada vez más, sí, pero desaprender lo que no es útil ni necesario es más complicado.

Pero la esencia del capital erótico, como base fundamental en estos tiempos de crisis y nuevos conceptos, es su aplicación en el trabajo. ¿A quién hay que contratar, a la persona más preparada o a la persona más atractiva? Éste es otro clásico, y según Catherine Hakim es legítimo no solo contratar a la persona más atractiva, sino pagarle más.

En definitiva, la sociedad avanza entre los mensajes subliminales, y otros más directos, enfocados al tema sexual. No hace tantos años que nos costaba ir a comprar preservativos a la farmacia y ahora los venden de todo tipo en el supermercado, justo al lado de una cajera que si tienes el suficiente capital erótico, quizás te regale unos cupones de descuento para la próxima ocasión.

A modo de reflexión, me pregunto cuánto tiempo debe invertir una persona antes de salir a su casa, y revisar si lo lleva todo: las llaves, la cartera, las luces apagadas… y el suficiente capital erótico para hoy, perfecto. ¿Tal vez de una a dos horas? Ahora me pregunto, cuántas de esas personas con un capital erótico aceptable, se toman cada día un simple minuto y la molestia de, por ejemplo, lavar los platos o recoger sus pelos en el baño.

Si el capital erótico resulta ser tan importante para dar una buena imagen, que es lo que finalmente se vende, el comprador debería tener en cuenta de igual manera el capital humano, porque en definitiva es la auténtica esencia de cualquier persona.

El capital erótico

Ser una persona atractiva es sinónimo de éxito y la formación académica es un capital secundario
Eduardo Cassano
jueves, 9 de febrero de 2012, 08:09 h (CET)
De un tiempo a esta parte encuentro cada vez con más frecuencia artículos y entrevistas en la prensa que hacen referencia al ‘capital erótico’. Resulta que ahora hay una especie de moda, absurda como tantas otras, en las cuales personas como Catherine Hakim, socióloga experta en el asunto, nos viene a decir en resumidas cuentas que ser una persona atractiva es sinónimo de éxito y la formación académica es un capital secundario.

Que se hable cada vez más del capital erótico es peligroso, en un mundo ya de por sí demasiado sexualizado y superficial. ¿Acaso precisamos de una reforma educativa en la que asignaturas como la ética se sustituya por el capital erótico? Parece exagerado, pero también parece el camino a seguir. ¿Cuántas chicas adolescentes dejan los estudios, cuando ellas –o su entorno- descubren que pueden ganar más dinero con su físico? Y hablo del mundo de la moda, el cine o la música, sin necesidad de tener especiales dotes para desfilar, actuar o cantar. Si tienes capital erótico ya aprenderás lo demás… o no, pero floreros decorativos nunca están de más.

De forma inconsciente, siempre hemos tenido presente el factor físico, el ahora llamado capital erótico, a la hora de relacionarnos. ¿Quién pasaría sentimentalmente el resto de su vida con una persona intelectual, pero poco atractiva, teniendo la oportunidad de perder el tiempo, y en ocasiones la dignidad, detrás de alguien con mayor potencial erótico? De qué modo se explica, por ejemplo, que personas que acumulan años y experiencias, coleccionen también los mismos fracasos una y otra vez.  Aprendemos cada vez más, sí, pero desaprender lo que no es útil ni necesario es más complicado.

Pero la esencia del capital erótico, como base fundamental en estos tiempos de crisis y nuevos conceptos, es su aplicación en el trabajo. ¿A quién hay que contratar, a la persona más preparada o a la persona más atractiva? Éste es otro clásico, y según Catherine Hakim es legítimo no solo contratar a la persona más atractiva, sino pagarle más.

En definitiva, la sociedad avanza entre los mensajes subliminales, y otros más directos, enfocados al tema sexual. No hace tantos años que nos costaba ir a comprar preservativos a la farmacia y ahora los venden de todo tipo en el supermercado, justo al lado de una cajera que si tienes el suficiente capital erótico, quizás te regale unos cupones de descuento para la próxima ocasión.

A modo de reflexión, me pregunto cuánto tiempo debe invertir una persona antes de salir a su casa, y revisar si lo lleva todo: las llaves, la cartera, las luces apagadas… y el suficiente capital erótico para hoy, perfecto. ¿Tal vez de una a dos horas? Ahora me pregunto, cuántas de esas personas con un capital erótico aceptable, se toman cada día un simple minuto y la molestia de, por ejemplo, lavar los platos o recoger sus pelos en el baño.

Si el capital erótico resulta ser tan importante para dar una buena imagen, que es lo que finalmente se vende, el comprador debería tener en cuenta de igual manera el capital humano, porque en definitiva es la auténtica esencia de cualquier persona.

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