Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Cristianismo originario

Sacar auténtico provecho del nuevo año

Un nuevo año ha comenzado y muchos piensan: “ojala sea mejor que el pasado”
Vida Universal
martes, 10 de enero de 2012, 07:48 h (CET)
Ciertamente ninguno ha estado libre de altibajos y oscilaciones, unas veces hacia arriba y luego de nuevo hacia abajo. No siempre durante el año que ha terminado sucedieron las cosas como nos habíamos imaginado, incluso en ocasiones nos sentimos solos y desesperados. Es posible que hayamos sentido que de verdad no fue un buen año. La mayoría de las personas pensamos que el año nuevo nos puede volver a traer cosas imprevistas o tal vez no deseadas, y nos preguntaremos: ¿por qué me ocurre todo precisamente a mi?, ¿Por qué siempre yo? Para dar respuesta a éstas preguntas nos ayuda un párrafo del libro «Pensamientos para un buen año nuevo», donde leemos: «La persona que a comienzos del nuevo año haya recapacitado y comprendido que según La Ley de Siembra y Cosecha, todo lo que a cada uno le pasa es justo, irá confiando más y más en Dios, porque la justicia está en la corriente del amor. Ella no ataca, sino que equilibra. Quien reconozca la ley del equilibrio, que conduce a la libertad, sabrá también que es necesaria para que los hombres y las almas vuelvan a encontrar el camino a la Ley Universal, la eterna ley del amor, Dios. La ley del equilibrio, también denominada Ley de Causa y efecto, es una legitimidad irremediable para cada persona que haya creado causas contra su prójimo, contra la naturaleza o contra Dios; se trata de una ley que en ocasiones no es fácil de aceptar. Muchos solemos preguntarnos: ¿Entonces tengo que soportar necesariamente los efectos de mis malos comportamientos? ¿Es imposible salir de este mecanismo que parece una prisión, o hay posibilidad de eludirlo? No hay nada que no tenga solución. Dios es amor. Ciertamente estamos atados a la ley de Causa y Efecto, pero cada día tenemos la ayuda para reconocer a tiempo las causas que hemos creado, antes de que éstas lleguen a sus efectos. Para ello hay que buscar y sacar la raíz de nuestras causas poniéndolas en orden, entonces tampoco nos llegarán los efectos. A quien saca la raíz de la tierra, en nuestro caso del alma, se libera del efecto. Si hemos actuado mal contra nuestro prójimo, deberíamos arrepentirnos de ello y pedir perdón. Si otra persona nos ha ofendido, si alguien nos ha herido, deberíamos perdonarle de verdad. Y si ya no tenemos más resquemores, ya estará sacada la raíz del alma. Cada día tiene su lenguaje en las muchas situaciones y pensamientos, es por tanto nuestro día, y cada día experimentamos cosas que pueden causar en nosotros una vivencia esclarecedora. Si cuestionamos con sinceridad lo que pensamos, lo que vemos, lo que nos altera, o lo que nos ocupa de nuestro pasado, si nos cuestionamos en cada caso y si con la ayuda de la fuerza de Dios extraemos la raíz de nuestro comportamiento erróneo, entonces no sólo no volvemos a recaer en lo mismo, sino que nos volvemos más felices y plenos. Por lo tanto todo lo desagradable que salió a nuestro encuentro el año pasado, nos quería decir algo; podría decirse que todo fue y es un espejo de nosotros mismos. ¿Somos capaces de aceptar este reto? ¿Queremos tomar en cuenta esas indicaciones, sí, percibir las imágenes en ese espejo y tomar el tiempo para aprovechar esta oportunidad en un nuevo año que tenemos por delante? Si es que sí, podremos sacar provecho del año y de cada nuevo día, porque cada día contiene la fuerza para cambiar y la ayuda de Dios.

Noticias relacionadas

Suecia ha sido históricamente un ejemplo de bienestar social con una red de protección estatal admirada globalmente. Esta solidez ha contribuido a niveles de vida envidiables, y a una confianza ciudadana notable en sus instituciones. Sin embargo, en los últimos años, esta misma estructura ha empezado a mostrar fisuras.

Vivimos un tiempo en el que la inteligencia artificial (IA) avanza a un ritmo vertiginoso. Cada nueva versión sorprende por su capacidad de procesar datos, imitar el lenguaje e incluso acercarse a formas de expresión que parecían, hasta hace poco, exclusivamente humanas. Sin embargo, la cuestión de fondo no es tanto preguntarnos hasta dónde llegará la IA, sino dónde quedamos nosotros como seres humanos.

La mente guarda algunos recuerdos como si fueran heridas sin cicatrizar. A veces vuelven, una y otra vez, con la fuerza de lo que creemos no haber resuelto: la culpa, el dolor, los reproches. Y sentimos que seguimos viviendo ese momento, y nos quedamos anclados en un pasado que ya no existe. Pero un recuerdo no es más que eso: un pensamiento que aparece en la mente. No es realidad, porque no está ocurriendo aquí y ahora.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto