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Ni cien días de sobriedad

Después del anuncio del Gobierno de recortar y subir gravámenes, la oposición se ha puesto manos a la obra y las críticas no han tardado en hacerse oír
Santiago Arroyo
jueves, 5 de enero de 2012, 07:48 h (CET)
Desde que tengo uso de razón, si es que el ser humano puede jactarse de ser poseedor de tan hermoso donativo, he oído por activa y por pasiva esa curiosa frase de que España es un país de contrastes. Desde luego, con la que está cayendo y con el adoctrinamiento infantiloide que está ofreciendo la neófita oposición a los caciques de la mentira y la mala educación, no me queda otra que dar por cierta esa frase y perfilar lo que sin ningún tipo de duda será una lavativa intestinal para el equipo de gobierno de Mariano Rajoy  y su persona.

Me es extraño que los cien días de cortesía que se suelen ofrecer en cualquier país democrático que se precie y de cualquier miembro de la oposición meramente digno de respeto, se los hayan pasado por el arco de triunfo los petimetres en otrora gobernantes de mi país. Está claro que aquí todo es diferente, porque no han podido esperar ni cinco días en hacer crítica y menosprecio a las medidas tomadas por el Gobierno de Mariano Rajoy y que no son más que la contrapartida a la herencia dejada por ellos.

El hartazgo de la crítica a la subida del IRPF de la que el PSOE  es responsable tanto o más que PP por mentir en la tasa de déficit, no hace más que ocultar las ayudas a parados y pensionistas que se han acordado en los últimos días. Es mejor criticar lo facilón o bobalicón, como se prefiera decir, pero parece que a alguno se le olvida que fue Rubalcaba el que dijo una y otra vez que Rajoy iba a ser el que retirase el subsidio por desempleo. Definitivamente como adivino tiene menos futuro que como Presidente del Gobierno.

Pero ahí no queda eso puesto que, los nuevos dirigentes del país, han hecho lo que muchos pedíamos desde hace tiempo y que los que ahora critican desde la oposición no hicieron ni de broma. Me refiero a la bajada de un 20% de subvenciones a paridos políticos, patronal y la cochambre sindicalista. Estos últimos han parecido impávidos en los últimos años de gobierno socialista mientras se congelaban las pensiones y se destruían casi tres millones de puestos de trabajo.

En un estado del calamitoso bienestar de los españoles con un atajo de rufianes demagogos de carácter populista con ganas de parecerse un poco más a animales carroñeros que a personas con capacidad de raciocinio y de gobernabilidad ciudadana, parece que el sentido común no se va a encontrar en los bancos enfrentados a los del Gobierno en el Congreso de los Diputados, es más, los dimes y diretes de Rubalcaba sobre una digna oposición, se fueron con las nubes que cuenta un tal Zapatero de León.


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