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Etiquetas | Cristianismo originario

¿Se decide todo en esta única vida?

¿Cuál es el sentido de la reencarnación ?
Vida Universal
martes, 8 de noviembre de 2011, 07:34 h (CET)
En el siglo VI d.C. la incipiente Iglesia romana, había amenazado a la humanidad con anatemas, es decir una maldición o condenación eterna para aquellos que divulgasen o creyesen determinadas ideas o conocimientos, por ejemplo la enseñanza sobre la reencarnación. De hecho todavía en la actualidad las Iglesias intentan ridiculizar este conocimiento ancestral, presentándolo como algo absurdo o atribuyéndolo simplemente a las religiones orientales.

Pero reflexionemos por un momento: Jesús de Nazaret fue el mayor maestro de la sabiduría. En su tiempo en Palestina se sabia acerca de la reencarnación, eso está históricamente demostrado. Si en aquel tiempo los hombres que estaban a su alrededor no hubiesen sabido nada sobre dicha enseñanza, Jesús lo habría enseñado, y su enseñanza habría llegado hasta nosotros. Por el contrario si la creencia en la reencarnación hubiese sido una enseñanza errónea, es de suponer que Jesús de Nazaret hubiese aclarado esto a la humanidad, corrigiendo el error y advirtiendo sobre ello. Sin embargo esto no fue así. Todos los discípulos sabían sobre la reencarnación.

No obstante habría que indicar que la reencarnación, que es el volver a nacer nuevamente en un cuerpo humano, no tiene nada que ver con la transmigración de las almas que enseñan los maestros orientales, según la cual el alma humana se puede encarnar en una planta, en un insecto o en un animal. La reencarnación humana está estrechamente unida con la ley de Siembra y cosecha, también conocida como Ley de Causa y Efecto y de la que habló también el apóstol Pablo con las siguientes palabras : «No os engañéis, Dios no permite que se burlen de Él. Lo que el hombre siembre, lo cosechará». (Gálatas 6,7)

Pero ¿cuál es el sentido de la reencarnación ? El motivo de por qué el alma se puede encarnar repetidamente en un cuerpo humano, no es otro que la purificación y la reparación, pues en la Tierra el alma encarnada puede liberarse más rapidamente de sus cargas que como lo haría en los ámbitos de sustancia sutil, es decir en el más allá. Se podría decir que la Tierra es una escuela donde el alma aprende y purifica los errores cometidos en vidas pasadas. Por tanto la reencarnación es un don de misericordia de la vida del que deberíamos estar agradecidos a Dios, pues se nos da repetidas oportunidades de liberarnos y ennoblecernos antes de que nuestra propia siembra nos alcance y tengamos que sufrir tal vez un golpe del destino.

Por mucho que las instituciones insistan en inculcarnos creencias erróneas para no perder el poder que les genera la confesión y por tanto el poder “perdonar los pecados”, lo cierto es que no disponemos de una única vida en la que se decide todo. Cada uno de nosotros es un alumno en el camino hacia Dios, que como seres humanos nos desarrollamos más y más a través de las diferentes vidas terrenales. Aunque como seres libres que gozan del libre albedrío, sólo depende de nosotros decidir cuántas veces queramos repetir un curso, es decir, cuántas veces queramos regresar a un nuevo cuerpo humano, o por el contrario esforzarnos en avanzar en nuestro desarrollo hasta volvernos verdaderos hijos de Dios, lo que ya somos en lo más profundo de nuestro ser interno.

Por tanto somos libres, así como el verdadero cristianismo es libertad. Es decir, se es cristiano y se cumplen las Enseñanzas del Sermón de la Montaña por propia decisión, no por la imposición del Bautismo. Jesús de Nazaret dijo «Seguidme», pero seguirle a Él significa no solo aceptar Su enseñanza, sino vivir según ella por propia y libre decisión, es decir, ponerla en práctica en la vida diaria. Libertad significa por tanto: conciencia de la responsabilidad y también fidelidad a la propia decisión.

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