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Los ultra ricos declaran mucho menos

La tasa Buffet

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WASHINGTON -- Piense ahora en la Tasa Buffet. Se acordará de la Ley Buffett, acuñada por el afamado inversor Warren Buffett: las rentas más altas de América no deben de pagar un tipo impositivo inferior al que pagan los estadounidenses de clase media. Parece caer por su propio peso. Buffett relataba que su tipo impositivo era del 17,4 por ciento, inferior al de cualquiera de su oficina.

¿Pero cómo podríamos llevar a la práctica la Ley Buffett y, si lo hiciéramos, cuáles serían las consecuencias? La plantilla de la oficina de Buffet -- con sueldos que oscilan de los 60.000 al millón de dólares -- paga unos tipos del 30 y pocos por ciento, dice él. Esta es mi propuesta: imponer un tipo progresivo a las rentas de más de, pongamos, 1 millón de dólares que eleve el tipo impositivo medio hasta el 30 por ciento quizá. Esto cerraría la brecha entre lo que Buffet llama "los ultra ricos" y cualquier definición de clase media. Entre los que ingresan un máximo de 100.000 dólares, el tipo federal medio ronda el 18 por ciento, según concluye un estudio del Servicio de Referencia del Congreso. Para los que ganan de 100.000 a 250.000 dólares (caso de los matrimonios), el tipo impositivo medio es del 25 por ciento. Por encima de eso, el tipo medio ronda el 30 por ciento.

Pero los ultra ricos declaran mucho menos. Entre los 400 estadounidenses de renta más elevada, el tipo medio en 2008 fue del 18 por ciento, según la agencia tributaria. Un motivo relevante: los ultra ricos tienen un porcentaje desproporcionado de su riqueza invertido en valores, cuyos dividendos y beneficios (beneficios sobre la venta de activos) se gravan a un tipo fiscal máximo del 15 por ciento. Dentro de mi propuesta de una Tasa Buffett, toda esta renta quedaría sujeta a un impuesto añadido progresivo.

¿Cuáles serían las repercusiones? Para empezar, dudo que causara algún daño al crecimiento económico. Tras la Ley de Reforma Tributaria de 1986, los tipos fiscales sobre los ingresos (sueldos y estipendios en su mayor parte) y la renta independiente del empleo (incluyendo dividendos y beneficios a la venta de activos bursátiles) son idénticos. Por entonces los ultra ricos pagaban impuestos más elevados. La economía no acusó ninguna diferencia en apariencia.

Pero un impuesto de esta naturaleza no contraerá de forma dramática el déficit presupuestario. Buffett no ha propuesto un impuesto concreto, pero advierte contra las expectativas exageradas. "No soluciona nuestros problemas presupuestarios", ha dicho. "Lo que estoy sugiriendo probablemente recaude 20.000 millones de dólares anuales de entre 50.000 personas". En contraste, el déficit del ejercicio fiscal 2011 es de 1,3 billones de dólares.

Mi propuesta no difiere de la propuesta del líder de la mayoría en el Senado Harry Reid, que impone un impuesto añadido de 5,6 enteros a las rentas que superan el millón de dólares. El enfoque de Reid, aunque recauda algo más de dinero, eleva los impuestos a unos contribuyentes acomodados que ya se enfrentan a tipos fiscales más elevados. Alrededor de la mitad de los que tienen ingresos por encima del millón de dólares ya pagan tipos impositivos que superan el 30 por ciento. Los impuestos más elevados pueden desalentar la creación de empleo, porque parte de estos contribuyentes son propietarios de pequeñas empresas. Mientras tanto, la gente como Buffett queda relativamente menos gravada. Añadir 5,6 enteros al tipo impositivo del 17,4 por ciento los sitúa en el 23 por ciento.

La injusticia apuntada por Buffett es tan evidente que pide a gritos una corrección. Tristemente, no es probable que suceda. Los Republicanos son contrarios a cualquier subida de los impuestos, por sensata que sea; los Demócratas parecen más decididos a castigar a los ricos simplemente por ser ricos. Sería saludable que todos volvieran a la reforma tributaria de 1986 con tipos máximos inferiores y ningún tipo preferente para el caso de los dividendos y los beneficios de la venta de activos. La idea era simplificar el régimen y minimizar el número de decisiones empresariales adoptadas por razones fiscales. En materia tributaria, deberíamos hablar de regreso al futuro.

La tasa Buffet

Los ultra ricos declaran mucho menos
Robert J. Samuelson
lunes, 7 de noviembre de 2011, 07:49 h (CET)
WASHINGTON -- Piense ahora en la Tasa Buffet. Se acordará de la Ley Buffett, acuñada por el afamado inversor Warren Buffett: las rentas más altas de América no deben de pagar un tipo impositivo inferior al que pagan los estadounidenses de clase media. Parece caer por su propio peso. Buffett relataba que su tipo impositivo era del 17,4 por ciento, inferior al de cualquiera de su oficina.

¿Pero cómo podríamos llevar a la práctica la Ley Buffett y, si lo hiciéramos, cuáles serían las consecuencias? La plantilla de la oficina de Buffet -- con sueldos que oscilan de los 60.000 al millón de dólares -- paga unos tipos del 30 y pocos por ciento, dice él. Esta es mi propuesta: imponer un tipo progresivo a las rentas de más de, pongamos, 1 millón de dólares que eleve el tipo impositivo medio hasta el 30 por ciento quizá. Esto cerraría la brecha entre lo que Buffet llama "los ultra ricos" y cualquier definición de clase media. Entre los que ingresan un máximo de 100.000 dólares, el tipo federal medio ronda el 18 por ciento, según concluye un estudio del Servicio de Referencia del Congreso. Para los que ganan de 100.000 a 250.000 dólares (caso de los matrimonios), el tipo impositivo medio es del 25 por ciento. Por encima de eso, el tipo medio ronda el 30 por ciento.

Pero los ultra ricos declaran mucho menos. Entre los 400 estadounidenses de renta más elevada, el tipo medio en 2008 fue del 18 por ciento, según la agencia tributaria. Un motivo relevante: los ultra ricos tienen un porcentaje desproporcionado de su riqueza invertido en valores, cuyos dividendos y beneficios (beneficios sobre la venta de activos) se gravan a un tipo fiscal máximo del 15 por ciento. Dentro de mi propuesta de una Tasa Buffett, toda esta renta quedaría sujeta a un impuesto añadido progresivo.

¿Cuáles serían las repercusiones? Para empezar, dudo que causara algún daño al crecimiento económico. Tras la Ley de Reforma Tributaria de 1986, los tipos fiscales sobre los ingresos (sueldos y estipendios en su mayor parte) y la renta independiente del empleo (incluyendo dividendos y beneficios a la venta de activos bursátiles) son idénticos. Por entonces los ultra ricos pagaban impuestos más elevados. La economía no acusó ninguna diferencia en apariencia.

Pero un impuesto de esta naturaleza no contraerá de forma dramática el déficit presupuestario. Buffett no ha propuesto un impuesto concreto, pero advierte contra las expectativas exageradas. "No soluciona nuestros problemas presupuestarios", ha dicho. "Lo que estoy sugiriendo probablemente recaude 20.000 millones de dólares anuales de entre 50.000 personas". En contraste, el déficit del ejercicio fiscal 2011 es de 1,3 billones de dólares.

Mi propuesta no difiere de la propuesta del líder de la mayoría en el Senado Harry Reid, que impone un impuesto añadido de 5,6 enteros a las rentas que superan el millón de dólares. El enfoque de Reid, aunque recauda algo más de dinero, eleva los impuestos a unos contribuyentes acomodados que ya se enfrentan a tipos fiscales más elevados. Alrededor de la mitad de los que tienen ingresos por encima del millón de dólares ya pagan tipos impositivos que superan el 30 por ciento. Los impuestos más elevados pueden desalentar la creación de empleo, porque parte de estos contribuyentes son propietarios de pequeñas empresas. Mientras tanto, la gente como Buffett queda relativamente menos gravada. Añadir 5,6 enteros al tipo impositivo del 17,4 por ciento los sitúa en el 23 por ciento.

La injusticia apuntada por Buffett es tan evidente que pide a gritos una corrección. Tristemente, no es probable que suceda. Los Republicanos son contrarios a cualquier subida de los impuestos, por sensata que sea; los Demócratas parecen más decididos a castigar a los ricos simplemente por ser ricos. Sería saludable que todos volvieran a la reforma tributaria de 1986 con tipos máximos inferiores y ningún tipo preferente para el caso de los dividendos y los beneficios de la venta de activos. La idea era simplificar el régimen y minimizar el número de decisiones empresariales adoptadas por razones fiscales. En materia tributaria, deberíamos hablar de regreso al futuro.

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