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La izquierda que está representando Podemos ahora mismo, no sólo no la reconozco como hegemónica, es que que no consigo reconocerla ni como izquierda

La izquierda más rara del mundo

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Que dicen los de Podemos que ellos son la izquierda. Así, sin ningún molesto atisbo de humildad que interfiera en su afirmación: “Ellos, son la izquierda”. La única, genuina e incuestionable izquierda.

No dudo de que se sientan ungidos con la posesión de la verdad absoluta en esto de las ideologías pero, las cosas como son, para ser la única, real e inconmensurable izquierda hay que reconocer que son algo así como la izquierda más rara del mundo.

Servidora, aunque sea por cercanía, algo sabe en esto de las ideologías de izquierdas. Me crié en los ya antediluvianos años ochenta rodeada de adultos aún heridos por la falta de libertades de la dictadura. Mi canción de cuna fue `El Lobito Bueno´de Paco Ibañez y uno de los libros en los que aprendí a leer fue `El Manifiesto Comunista´. De la infancia, algo siempre se queda además de la nostalgia por la comida y por los programas infantiles de la tele.

Aunque en aquellos años me preocupaba bastante más llevar a cabo mis elaborados planes de escapada para recorrer mundo (que consistían en salir por la puerta y llegar lo más lejos posible hasta que algún adulto viniese a pararme) que en escuchar con atención a todos aquellos mayores que no paraban de hablar de política, al final, siempre terminaba sentada oyendo lo que decían.

Aquellos “mayores”, que con los años reconocí en algunos jueces, periodistas o incluso políticos, se pasaban horas y horas hablando con una pasión desbordante de temas que por aquel entonces me parecían algo ajeno a mí pero que ahora, no lo son en absoluto.

Hablan de pobreza. De desigualdad. Se indignaban ante la miseria y buscaban fórmulas para conseguir un mundo, con al menos, un poco más de justicia.

Y aunque yo era muy pequeña y tenía mi cerebro ocupado en cosas más importantes (véase esconder la maldita botella de `Calcio 20´en algún sitio del que no volviese a salir jamás), no recuerdo haberles escuchado preocupados por La República. Tampoco recuerdo que se dedicasen a insultar a nadie ni a plantearse como limitar la libertad de los demás. De hecho, cuando alguno de los niños que por allí pululábamos teníamos algún conflicto nos repetían machaconamente aquello de “tu libertad termina donde empieza la de menganito”

Quizás la izquierda rara sea entre la que me crié. Quizás no tiene sentido ya una izquierda que se preocupe, a veces con más corazón que cabeza, de los miserables y los vulnerables y que esté ocupada en cambiar el mundo para que sea un sitio más habitable para todos.

Igual es verdad que Podemos es la verdadera izquierda. Igual ser de izquierdas en el S.XXI es hablar de La República, defender los privilegios de algunos a costa de los demás sólo porque eso “huele a lucha obrera” o nombrar hombre de paz a Otegi mientras millones de personas siguen en la cuneta, semiolvidados por la sociedad y condenados a que la nueva política mediocre y torticera les utilice como combustible de su máquina electoralista.

No sé si será el haber pasado ya la barrera psicológica de los cuarenta años pero cada día tengo más la sensación de estar convirtiéndome en un anacronismo y lo malo del asunto es que creo que estoy encantada con ello.

Así que, este tiempo pretérito en el que se ha convertido servidora de usted, querido lector, sigue pensando que la izquierda es ese sueño un tanto ingenuo de aquellos que se reunían en torno a unos ideales buscando la manera de cambiar el mundo para las personas más vulnerables que no tienen la fortuna de acceder a una vida digna por ellos mismos.

La izquierda que está representando Podemos ahora mismo, no sólo no la reconozco como hegemónica, es que que no consigo reconocerla ni como izquierda.

Les escucho demasiado hablar de enemigos y odio. Recibo demasiados insultos en las redes sociales por parte de sus defensores sólo por discrepar y no les oigo apenas hablar de miseria, necesidad o pobreza. Así, que me sigo quedando perpleja al verlos sentirse reencarnados en el espíritu único de la izquierda real.

No digo yo que no, si ellos lo dicen serán la verdadera izquierda, pero para mí, son la izquierda más rara del mundo.

La izquierda más rara del mundo

La izquierda que está representando Podemos ahora mismo, no sólo no la reconozco como hegemónica, es que que no consigo reconocerla ni como izquierda
Iria Bouzas Álvarez
viernes, 24 de marzo de 2017, 00:07 h (CET)
Que dicen los de Podemos que ellos son la izquierda. Así, sin ningún molesto atisbo de humildad que interfiera en su afirmación: “Ellos, son la izquierda”. La única, genuina e incuestionable izquierda.

No dudo de que se sientan ungidos con la posesión de la verdad absoluta en esto de las ideologías pero, las cosas como son, para ser la única, real e inconmensurable izquierda hay que reconocer que son algo así como la izquierda más rara del mundo.

Servidora, aunque sea por cercanía, algo sabe en esto de las ideologías de izquierdas. Me crié en los ya antediluvianos años ochenta rodeada de adultos aún heridos por la falta de libertades de la dictadura. Mi canción de cuna fue `El Lobito Bueno´de Paco Ibañez y uno de los libros en los que aprendí a leer fue `El Manifiesto Comunista´. De la infancia, algo siempre se queda además de la nostalgia por la comida y por los programas infantiles de la tele.

Aunque en aquellos años me preocupaba bastante más llevar a cabo mis elaborados planes de escapada para recorrer mundo (que consistían en salir por la puerta y llegar lo más lejos posible hasta que algún adulto viniese a pararme) que en escuchar con atención a todos aquellos mayores que no paraban de hablar de política, al final, siempre terminaba sentada oyendo lo que decían.

Aquellos “mayores”, que con los años reconocí en algunos jueces, periodistas o incluso políticos, se pasaban horas y horas hablando con una pasión desbordante de temas que por aquel entonces me parecían algo ajeno a mí pero que ahora, no lo son en absoluto.

Hablan de pobreza. De desigualdad. Se indignaban ante la miseria y buscaban fórmulas para conseguir un mundo, con al menos, un poco más de justicia.

Y aunque yo era muy pequeña y tenía mi cerebro ocupado en cosas más importantes (véase esconder la maldita botella de `Calcio 20´en algún sitio del que no volviese a salir jamás), no recuerdo haberles escuchado preocupados por La República. Tampoco recuerdo que se dedicasen a insultar a nadie ni a plantearse como limitar la libertad de los demás. De hecho, cuando alguno de los niños que por allí pululábamos teníamos algún conflicto nos repetían machaconamente aquello de “tu libertad termina donde empieza la de menganito”

Quizás la izquierda rara sea entre la que me crié. Quizás no tiene sentido ya una izquierda que se preocupe, a veces con más corazón que cabeza, de los miserables y los vulnerables y que esté ocupada en cambiar el mundo para que sea un sitio más habitable para todos.

Igual es verdad que Podemos es la verdadera izquierda. Igual ser de izquierdas en el S.XXI es hablar de La República, defender los privilegios de algunos a costa de los demás sólo porque eso “huele a lucha obrera” o nombrar hombre de paz a Otegi mientras millones de personas siguen en la cuneta, semiolvidados por la sociedad y condenados a que la nueva política mediocre y torticera les utilice como combustible de su máquina electoralista.

No sé si será el haber pasado ya la barrera psicológica de los cuarenta años pero cada día tengo más la sensación de estar convirtiéndome en un anacronismo y lo malo del asunto es que creo que estoy encantada con ello.

Así que, este tiempo pretérito en el que se ha convertido servidora de usted, querido lector, sigue pensando que la izquierda es ese sueño un tanto ingenuo de aquellos que se reunían en torno a unos ideales buscando la manera de cambiar el mundo para las personas más vulnerables que no tienen la fortuna de acceder a una vida digna por ellos mismos.

La izquierda que está representando Podemos ahora mismo, no sólo no la reconozco como hegemónica, es que que no consigo reconocerla ni como izquierda.

Les escucho demasiado hablar de enemigos y odio. Recibo demasiados insultos en las redes sociales por parte de sus defensores sólo por discrepar y no les oigo apenas hablar de miseria, necesidad o pobreza. Así, que me sigo quedando perpleja al verlos sentirse reencarnados en el espíritu único de la izquierda real.

No digo yo que no, si ellos lo dicen serán la verdadera izquierda, pero para mí, son la izquierda más rara del mundo.

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