José María Gutiérrez Hernández contiene todos los ingredientes necesarios para que la opinión pública hablara de él sólo en términos futbolísticos. Sin embargo, su personalidad hace todo lo posible para conseguir evitarlo. Su profesión frustrada facilita un rápido resumen de qué es Guti: “Me encantaría ser cantante de Rock”. Una confesión que hizo ante Leiva, cantante de Pereza -y su amigo-, en Informe Robinson hace menos de un año.
El pasado verano, el ‘14’ puso fin a una etapa de madridista que duró los mismos años que su dorsal. Ahora juega en el Besiktas turco. En todos estos años hubo tiempo de mucho. Para cinco ligas, tres Champions, cuatro Supercopas de España, una Supercopa de Europa y dos Copas Intercontinentales. Y para un sinfín de grandes gestos de calidad traducidos la mayoría de las veces en pases de tiralíneas. Todo esto no se lo regaló nadie, se lo ganó él. Es su libro blanco. ¿Pero, cómo es posible que un futbolista con este cartel no haya disputado ni un Mundial ni una Eurocopa? Esto también se lo ganó él. Éste es su libro negro.
Ponerse la zamarra madridista nada menos que durante catorce temporadas no es fácil. Todos los entrenadores han elogiado su talento. Nunca ha tenido el puesto asegurado. Nunca ha sido titular indiscutible. Pocas veces una afición ha querido y criticado tanto a un futbolista de su propio equipo. Cuando no jugaba y las cosas iban mal él era siempre el bombero al que recurrir. Cuando jugaba y las cosas iban mal él era el primero al que se cargaban. Guti consiguió todo esto.
Entre los méritos de su libro negro están su juego irregular, sus cortocircuitos mentales que desembocaban en auto expulsiones o su reconocida afición por la noche. “Me gusta disfrutar de la noche con mis amigos. No me veo con 60 años en una discoteca hasta las seis de la mañana, me veo ahora”, reconoció el futbolista en una de sus entrevistas más comentadas.
Guti, al que algunos consideran ya un ex futbolista, escribió el pasado lunes un nuevo episodio de su libro negro. Tuvo un aparatoso accidente chocando contra un autobús y, según publicaron los medios turcos, dio una tasa de alcohol de 2,71, cinco veces más de lo permitido. Él lo desmintió: “Es mentira que fuera borracho. Cumplí con el requisito de ir a hacer el control, pero es mentira que diera 2,71. No di ni 0,71”. El viernes cerró su ‘semana fantástica’ con una derrota y una expulsión. Fiel a sí mismo.
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