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"Machete": Un exceso no apto para casi nadie | |||
| Israel Arias | |||
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Si cuando va al supermercado no soporta ver cómo el carnicero le deshuesa el pollo, Machete no es su película. Ahora bien, si además de soportar tal visión quiere usted descubrir mil y una formas de trinchar a un ser humano y ver a Lindsay Lohan vestida de monja... Una escena de la película "Machete". (SONY) Cercenar miembros a diestro y siniestro salpicando sangre tanto como sea posible. Esa debió ser la consigna con la que Robert Rodríguez convenció a Danny Trejo para que Machete convirtiera en realidad el falso trailer incluido en Grindhouse. El personaje de los cuchillos, recurrente en la filmografía del director de Abierto Hasta el Amanecer y Desperado, ya tiene su propia película. Otra cosa es que se la merezca. En Machete, Rodríguez, que dirige al alimón con Ethan Maniquis -amigo de la casa y colaborador habitual de Robert en títulos como Sin City, Four Rooms o El Mexicano- lleva todos los tics de su filmografía al extremo. Más allá incluso de donde los llevó en la malograda Planet Terror. Una caricatura de su cine que, evidentemente, no es apta para todos los públicos, pero en la que se lo pasa como un enano. Se nota que el director disfruta con cada chorro de ketchup que mancha la pantalla... aunque en esta ocasión no se le vea. Casquería al margen, Machete no engaña a nadie. Ni pretende hacerlo. Además, en su pírrico haber cuenta con una ardua crítica a la política migratoria del Gobierno estadounidense y hay que admitir que tiene momentos, y especialmente personajes, de lo más hilarantes. EL ANIMALARIO DE RODRÍGUEZ Un repaso rápido: Robert De Niro encarnando a un senador racista que mata el tiempo libre matando espaldas mojadas; Michelle Rodríguez como una heroína que vende tacos por la mañana y que por la noche pega tiros en pos de la revolución; Jessica Alba como la bella pero aguerrida policía que cree en la ley por encima de todo; Don Johnson como el implacable y sanguinario guarda de frontera; y Steven Seagal Mención aparte merece Lindsay Lohan. Comienza como una suerte de parodia de sí misma -una niñata descerebrada que dedica sus horas a beber, colocarse y darse a los placeres de la carne como si no hubiera un mañana- y acaba vestida de monja vengando la muerte de su nada venerable padre. Esto de ver a la Lohan vistiendo los hábitos es todo un golpe de marketing que además no desentona dentro de la locura que es Machete Una orgía de sangre, disparos y explosiones que el colega de Quentin Tarantino disfraza de thriller fronterizo. Un exceso no apto para casi nadie. |
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