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Eduardo Cassano

La idiosincrasia del PP catalán

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Por lo visto, para ser político hace falta cursar la carrera de hipocresía y, en el caso de tener intención de afiliarse al PP, un master de doble moral, a poder ser con referencias homófobas y racistas.

Resulta sorprendente la facilidad con la que dentro de un mismo partido se permite estigmatizar a todo un colectivo, en este caso el de los gitanos rumanos de Badalona, al mismo tiempo que Esperanza Aguirre asegura que en Madrid se trata de un colectivo modélico. Aunque, sin duda, lo más incoherente es cómo Sánchez-Camacho, la presidenta del PP en Cataluña, trata de lavarse las manos cuando estuvo repartiendo personalmente la propaganda racista, para después decir que apoya y respeta a los gitanos rumanos.

Para ser sinceros, lo que más me sorprende no es el hecho en sí, algo a lo que ya estamos acostumbrados por parte del PP, sino que a estas alturas todavía traten de justificarse, máxime sabiendo que en las encuestas de Cataluña van de mal en peor, en lugar de hacer un ejercicio de sinceridad y, por una vez, decir públicamente lo que han venido demostrando todo este tiempo con su actitud política: homofobia y racismo, primero con su enérgica protesta con la ley en favor del colectivo gay, y ahora, una vez más, contra los inmigrantes… cuando curiosamente, en Badalona, la tasa de españoles detenidos duplica la cifra de los gitanos rumanos.

Como decía antes, el día que los responsables del PP catalán decidan quitarse la máscara y decir sin tapujos lo que piensan, y no lo que creen que piensan los ciudadanos, probablemente obtendrán más votos de los que habitualmente vienen perdiendo; sólo con el voto convencido de homófobos y racistas, a buen seguro que suman más que esos pocos indecisos que votan a la derecha catalana únicamente por votar contra la extrema izquierda independentista.

La idiosincrasia del PP catalán

Eduardo Cassano
Eduardo Cassano
viernes, 30 de abril de 2010, 05:25 h (CET)
Por lo visto, para ser político hace falta cursar la carrera de hipocresía y, en el caso de tener intención de afiliarse al PP, un master de doble moral, a poder ser con referencias homófobas y racistas.

Resulta sorprendente la facilidad con la que dentro de un mismo partido se permite estigmatizar a todo un colectivo, en este caso el de los gitanos rumanos de Badalona, al mismo tiempo que Esperanza Aguirre asegura que en Madrid se trata de un colectivo modélico. Aunque, sin duda, lo más incoherente es cómo Sánchez-Camacho, la presidenta del PP en Cataluña, trata de lavarse las manos cuando estuvo repartiendo personalmente la propaganda racista, para después decir que apoya y respeta a los gitanos rumanos.

Para ser sinceros, lo que más me sorprende no es el hecho en sí, algo a lo que ya estamos acostumbrados por parte del PP, sino que a estas alturas todavía traten de justificarse, máxime sabiendo que en las encuestas de Cataluña van de mal en peor, en lugar de hacer un ejercicio de sinceridad y, por una vez, decir públicamente lo que han venido demostrando todo este tiempo con su actitud política: homofobia y racismo, primero con su enérgica protesta con la ley en favor del colectivo gay, y ahora, una vez más, contra los inmigrantes… cuando curiosamente, en Badalona, la tasa de españoles detenidos duplica la cifra de los gitanos rumanos.

Como decía antes, el día que los responsables del PP catalán decidan quitarse la máscara y decir sin tapujos lo que piensan, y no lo que creen que piensan los ciudadanos, probablemente obtendrán más votos de los que habitualmente vienen perdiendo; sólo con el voto convencido de homófobos y racistas, a buen seguro que suman más que esos pocos indecisos que votan a la derecha catalana únicamente por votar contra la extrema izquierda independentista.

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Estamos fuertemente imbuidos, cada uno en lo suyo, de que somos algo consistente. Por eso alardeamos de un cuerpo, o al menos, lo notamos como propio. Al pensar, somos testigos de esa presencia particular e insustituible. Nos situamos como un estandarte expuesto a la vista de la comunidad y accesible a sus artefactos exploradores.

En medio de los afanes de la semana, me surge una breve reflexión sobre las sectas. Se advierte oscuro, aureolar que diría Gustavo Bueno, su concepto. Las define el DRAE como “comunidad cerrada, que promueve o aparenta promover fines de carácter espiritual, en la que los maestros ejercen un poder absoluto sobre los adeptos”. Se entienden también como desviación de una Iglesia, pero, en general, y por extensión, se aplica la noción a cualquier grupo con esos rasgos.

Acostumbrados a los adornos políticos, cuya finalidad no es otra que entregar a las gentes a las creencias, mientras grupos de intereses variados hacen sus particulares negocios, quizá no estaría de más desprender a la política de la apariencia que le sirve de compañía y colocarla ante esa realidad situada más allá de la verdad oficial. Lo que quiere decir lavar la cara al poder político para mostrarle sin maquillaje.

 
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