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¿Por qué es necesario celebrar un 25 de noviembre, pesadamente morado, desigualmente reivindicativo y violeta sangrante al máximo?

Y el 26 de noviembre, ¿qué?

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Aparte de que el sol salió hoy para todos a las siete y cuarto de la mañana, que ya es bastante, y que se pondrá a las cinco menos diez de la tarde, según GMT; esta fecha del día “después de” nos recuerda que en 1783 se hizo un experimento francés de paracaidismo con un paraguas, que en 1987 se firma en España un Convenio europeo contra la tortura, penas y tratos inhumanos o degradantes; que en 2001 se prohíbe en EEUU la clonación humana; y que en 2004 se simplifican los trámites de la ley de divorcio: y que el robot Curiosity buscó vida en Marte en 2001, buena fecha ésta la del 26N tan cargada de contenidos.

Si en las pasadas fechas del 26N, un día como hoy pero de otros años, la efeméride nos dice que el ser humano es capaz de comenzar a volar con un paraguas; o de llegar a Marte curioseando en el espacio con aparatos del siglo XXI; si es capaz de intentar abolir la tortura y los tratos inhumanos y degradantes, si se prohíbe la clonación para seguir siendo mejor ser humano, y si hay leyes que facilitan los trámites del divorcio tanto, tanto, tanto…, ¿por qué la mujer sigue siendo un objeto del macho que maneja los hilos de poder? ¿Por qué los hijos se siguen utilizando como dianas de beneficio? ¿Por qué la mujer pierde cada vez más su seguridad y su futuro, al tiempo que las fechas de otros años nos llevan a una sociedad avanzada en máquinas pero en personas atrasadas y vengativas que hacen perder derechos? ¿Por qué es necesario celebrar un 25 de noviembre, pesadamente morado, desigualmente reivindicativo y violeta sangrante al máximo, molestísimo para las conciencias machistas? ¿Por qué se vapulea al sexo femenino cuando es fruto de la relación más personal e íntima? ¿Por qué se muestra como un trofeo de posesión social y sexual a la mujer? ¿Por qué siempre hay excusas para comentar un negro acontecimiento como un origen extranjero, una infidelidad, o la misma pobreza o mala ralea? ¿Cuándo algunos hombres entenderán que la cobardía del maltrato es sólo una muestra de su inseguridad y de que hay tantos hombres como mujeres en el mundo para elegir otra pareja?

Debe haber una solución mejor, aparte de repartir educación machacona en todas partes para celebrar de verdad, no el 25 de noviembre, como Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer en el mundo, o en nuestro país, que cuenta cada día cómo las mujeres nos faltan con flores moradas y marchitas, sino hacerlo hoy, el 26N, el día después.

Quizá la respuesta sea la unión entre hombres y mujeres, unión activa y efectiva de seres humanos, desde el abogado al médico, al policía, para respetar y defender la dignidad de todos, de todas, porque cualquiera puede tener hijas, madre, hermanas, potencialmente víctimas del violento. Igualdad, porque se necesita, y diferencia, porque no somos iguales, pero hemos de vivir en pareja y con sentido común, si es que existe, ésa es la clave. Y que el 26N salga victorioso cada año en igualdad junto al sol para todos.

Y el 26 de noviembre, ¿qué?

¿Por qué es necesario celebrar un 25 de noviembre, pesadamente morado, desigualmente reivindicativo y violeta sangrante al máximo?
Nieves Fernández
sábado, 26 de noviembre de 2016, 10:59 h (CET)
Aparte de que el sol salió hoy para todos a las siete y cuarto de la mañana, que ya es bastante, y que se pondrá a las cinco menos diez de la tarde, según GMT; esta fecha del día “después de” nos recuerda que en 1783 se hizo un experimento francés de paracaidismo con un paraguas, que en 1987 se firma en España un Convenio europeo contra la tortura, penas y tratos inhumanos o degradantes; que en 2001 se prohíbe en EEUU la clonación humana; y que en 2004 se simplifican los trámites de la ley de divorcio: y que el robot Curiosity buscó vida en Marte en 2001, buena fecha ésta la del 26N tan cargada de contenidos.

Si en las pasadas fechas del 26N, un día como hoy pero de otros años, la efeméride nos dice que el ser humano es capaz de comenzar a volar con un paraguas; o de llegar a Marte curioseando en el espacio con aparatos del siglo XXI; si es capaz de intentar abolir la tortura y los tratos inhumanos y degradantes, si se prohíbe la clonación para seguir siendo mejor ser humano, y si hay leyes que facilitan los trámites del divorcio tanto, tanto, tanto…, ¿por qué la mujer sigue siendo un objeto del macho que maneja los hilos de poder? ¿Por qué los hijos se siguen utilizando como dianas de beneficio? ¿Por qué la mujer pierde cada vez más su seguridad y su futuro, al tiempo que las fechas de otros años nos llevan a una sociedad avanzada en máquinas pero en personas atrasadas y vengativas que hacen perder derechos? ¿Por qué es necesario celebrar un 25 de noviembre, pesadamente morado, desigualmente reivindicativo y violeta sangrante al máximo, molestísimo para las conciencias machistas? ¿Por qué se vapulea al sexo femenino cuando es fruto de la relación más personal e íntima? ¿Por qué se muestra como un trofeo de posesión social y sexual a la mujer? ¿Por qué siempre hay excusas para comentar un negro acontecimiento como un origen extranjero, una infidelidad, o la misma pobreza o mala ralea? ¿Cuándo algunos hombres entenderán que la cobardía del maltrato es sólo una muestra de su inseguridad y de que hay tantos hombres como mujeres en el mundo para elegir otra pareja?

Debe haber una solución mejor, aparte de repartir educación machacona en todas partes para celebrar de verdad, no el 25 de noviembre, como Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer en el mundo, o en nuestro país, que cuenta cada día cómo las mujeres nos faltan con flores moradas y marchitas, sino hacerlo hoy, el 26N, el día después.

Quizá la respuesta sea la unión entre hombres y mujeres, unión activa y efectiva de seres humanos, desde el abogado al médico, al policía, para respetar y defender la dignidad de todos, de todas, porque cualquiera puede tener hijas, madre, hermanas, potencialmente víctimas del violento. Igualdad, porque se necesita, y diferencia, porque no somos iguales, pero hemos de vivir en pareja y con sentido común, si es que existe, ésa es la clave. Y que el 26N salga victorioso cada año en igualdad junto al sol para todos.

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Me he criado en una familia religiosa, sin llegar a ser beata, que ha vivido muy de cerca la festividad del Jueves Santo desde siempre. Mis padres se casaron en Santo Domingo, hemos vivido en el pasillo del mismo nombre, pusimos nuestro matrimonio a los pies de la Virgen de la Esperanza, de la que soy hermano, y he llevado su trono durante 25 años.

 
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