Treinta años después de la riada que golpeó con dureza a Yebra y Almoguera, la Casa de la Cultura almoguereña acoge, desde ayer, una exposición permanente y un documental que reviven, con imágenes y testimonios, aquellos días de destrucción y solidaridad. Un homenaje a las víctimas y una llamada a la prevención para que una tragedia así no vuelva a repetirse que tendrán, a partir de ayer, su sede definitiva en la Casa de la Cultura
Treinta años después de la riada que cambió para siempre la historia de Yebra y Almoguera, la Casa de la Cultura de Almoguera acogía ayer la presentación de la exposición y el documental "30 años de la riada", un proyecto conjunto de ambos ayuntamientos que busca recordar lo ocurrido, rendir homenaje a las víctimas y extraer lecciones para el futuro. La muestra fotográfica de Almoguera reúne más de doscientas imágenes tomadas por el fotoperiodista Javier Castañón apenas dos días después del desastre acontecido el 9 de agosto de 1995, junto a valioso material audiovisual del Archivo de la Diputación de Guadalajara y del Centro de la Fotografía y la Imagen Histórica (CEFIHGU). Completan el recorrido dos piezas documentales -una de Yebra y otra de Almoguera- con testimonios de vecinos que reviven, con emoción contenida, aquella jornada negra.
En Almoguera, donde la riada provocó enormes daños materiales, pero no víctimas mortales —algo que los lugareños atribuyen a la experiencia adquirida tras la riada de 1987—, la acogida ha sido multitudinaria. Durante el fin de semana se han celebrado cuatro pases del documental, con la sala llena en cada uno de ellos. Unas 1.500 personas han asistido para ver y escuchar las historias que permanecen grabadas en la memoria colectiva.
El alcalde, Antonio Barona, destacó el impacto que ha tenido en las nuevas generaciones. "Muchos jóvenes se han impresionado al ver cómo quedó el pueblo, también ante la comparación de cómo era el pueblo antes y cómo es ahora, y han mirado con atención unas imágenes que no conocían, comprendiendo así lo que sus mayores les habían contado". El regidor almoguereño subrayó que los testimonios son "muy humanos, nos llevan desde la lágrima al humor en segundos" y aseguró que, incluso, "ha habido algún vecino que no ha podido ver el documental íntegro por su intensidad emocional". Para Barona, la moraleja, la enseñanza, es clara. "Aprendemos del pasado para mejorar el futuro", ha afirmado.
El alcalde de Yebra, Juan Pedro Sánchez, quien también estuvo presente ayer en el primer pase del documental y en la inauguración de la exposición que tuvo lugar en Almoguera, recordó que en su municipio murieron diez personas y que el pueblo quedó marcado para siempre. Según explicó, la exposición y el vídeo "muestran el rostro de la tragedia, pero también el de la esperanza y la solidaridad. Porque recordar no es solo honrar, es también prevenir para que nunca vuelva a ocurrir" y, por último, remarcó que "Yebra y Almoguera se unieron entonces en el dolor, como hoy lo hacen en la esperanza y el futuro".
El acto inaugural, al que asistieron numerosas autoridades y vecinos que llenaban la sala, estuvo presidido por un clima de unidad. El presidente de las Cortes de Castilla-La Mancha, Pablo Bellido, tuvo un especial recuerdo para las víctimas y resaltó que la catástrofe demostró la importancia de la colaboración ciudadana e institucional para superar las dificultades. Subrayó que en 1995, cuando la mayoría no tenía teléfono móvil, "el papel de los medios de comunicación fue esencial para conocer lo que sucedía" y que ahora, gracias a la exposición y a los documentales, los más jóvenes pueden entender lo ocurrido y cómo se logró salir adelante "gracias a la colaboración de todos los estamentos".
La exposición quedará, de forma permanente, en la Casa de la Cultura de Almoguera, aunque, según confirma Antonio Barona, tiene vocación itinerante y podrá viajar a cualquier localidad que lo solicite. En Yebra, documental y exposición -que tienen algún material compartido, pero que fundamentalmente son diferentes- se presentarán el 29 de agosto, en un acto cultural y de homenaje. Más allá de su valor histórico y testimonial, esta iniciativa se concibe como una llamada a la prevención y a la conciencia colectiva, recordando que la naturaleza, imprevisible y poderosa, puede sorprender en cualquier momento y que solo la previsión y la cooperación pueden evitar que se repita una tragedia como la de aquel 9 de agosto de 1995.
|