Con motivo del Día Mundial de la Alergia (8 de julio), la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) alerta de que las enfermedades respiratorias de origen alérgico, como la rinitis y el asma alérgica, afectan ya a uno de cada cinco españoles y siguen en aumento, impulsadas por factores como la contaminación y el cambio climático.

Estas enfermedades no solo condicionan la calidad de vida de quienes las padecen, sino que también están estrechamente relacionadas. Según la Dra. Alicia Padilla, coordinadora del Área de Asma de SEPAR, “el 71 % de los pacientes asmáticos en España también tiene rinitis alérgica. Esta comorbilidad es muy frecuente y debe abordarse de forma integral”, subraya. La rinitis alérgica afecta entre el 10 y el 20 % de la población mundial, y tiene un impacto especialmente relevante en España. El estudio internacional ISAAC (International Study of Asthma and Allergies in Childhood) informó que la prevalencia de rinoconjuntivitis en niños españoles de 13 a 14 años alcanza el 14,6 %, mientras que en niños de 6 a 7 años es del 8,5 %. Además, según el estudio GAN (Global Asthma Network), los síntomas recientes de rinitis en adolescentes españoles ascienden hasta un 35 %, con un 17,6 % con síntomas de rinoconjuntivitis, reflejando diferencias significativas según la región. En cuanto al asma, afecta aproximadamente al 5 % de los adultos y al 10 % de los niños en España, con un incremento sostenido en las últimas décadas. Así lo refleja el Estudio Europeo de Salud Respiratoria (ECRHS), que muestra tasas que varían entre el 1 % y el 4,7 % en distintas ciudades españolas. “Los alérgenos más comunes en nuestro país son el polen —especialmente de gramíneas y olivo—, los ácaros del polvo y ciertos hongos como Alternaria alternata”, explica la Dra. Padilla. El medio ambiente, un factor determinante SEPAR advierte que el cambio climático y la contaminación juegan un papel clave en este aumento. La polución no solo daña directamente el aparato respiratorio, sino que también incrementa la capacidad alergénica de los pólenes, haciendo que los síntomas sean más intensos y prolongados. Además, el calentamiento global ha modificado los calendarios de polinización, alargando las temporadas y aumentando la concentración de alérgenos en el aire. Esto, junto con fenómenos extremos como tormentas u olas de calor, está detrás de episodios como el llamado “asma por tormenta”, cada vez más frecuentes. Diagnóstico y tratamiento: grandes avances, pero desafíos pendientes Gracias al desarrollo de nuevas herramientas diagnósticas, como biomarcadores de inflamación o pruebas específicas de alergia, se puede hoy identificar de forma más precisa el asma alérgica. “En los últimos años, las terapias biológicas han supuesto un cambio radical para los pacientes con asma grave que no respondían a tratamientos convencionales. Fármacos como omalizumab, dupilumab o tezepelumab permiten reducir las crisis, mejorar la función pulmonar y disminuir la necesidad de corticoides orales”, destaca la Dra. Padilla. Sin embargo, SEPAR insiste en que el primer paso para un buen control sigue siendo la adhesión al tratamiento inhalado, muchas veces insuficiente. Hasta un 50 % de los pacientes no utiliza correctamente su medicación, lo que impacta directamente en la evolución de la enfermedad. La mayoría de los casos de asma alérgica debutan en la infancia o juventud, aunque también puede aparecer en adultos con antecedentes de alergias. Los síntomas clave son: tos persistente (sobre todo nocturna), dificultad para respirar o sensación de ahogo, pitidos o sibilancias en el pecho, y opresión torácica, especialmente al exponerse a alérgenos (pólenes, polvo, mascotas, hongos). Reconocer estos síntomas a tiempo es clave para evitar complicaciones y mejorar la calidad de vida. Hoy disponemos de herramientas eficaces para controlar estas enfermedades si se diagnostican y se tratan correctamente.
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