Bajo el cielo de Madrid, en el Aula Magna de la Universidad Carlos III, las palabras y los silencios se entrelazaron para tejer un homenaje tan grande como el corazón del hombre al que honraban: Federico Mayor Zaragoza. Científico, poeta, humanista y faro de la paz, su vida fue un poema escrito con tinta de esperanza, y este acto, titulado “Una vida por la paz”, fue la melodía que lo recordó.

Fotografía gentileza de Rafael Plaza Aragonés
El aire vibró con la proyección del documental “Recuerdos del porvenir: Federico Mayor Zaragoza”, dirigido por Sholeh Hejazi, donde cada imagen fue un latido de su legado. Un acto de emotivo homenaje para su figura y legado —académicos, diplomáticos, amigos y familiares— se fundieron en un coro de gratitud.
Un caleidoscopio de voces para un hombre universal
En la mesa redonda “Federico Mayor: humanista, político, científico y diplomático cultural”, cada intervención fue un hilo dorado en el tapiz de su vida:
Antonio Guterres, Secretario General de la ONU, envió un mensaje que resonó como un llamado a seguir sus pasos. Carmen Calvo, Presidenta del Consejo de Estado, destacó su lucha incansable por los derechos humanos. Maylene Cotto Andino, compañera en la creación de la Red Internacional de Cátedras UNESCO, recordó sus risas y su firmeza al defender la paz.
Alberto Guerrero Fernández, presidente de la FECU, leyó con voz quebrada las palabras del Padre Ángel, ausente pero presente en espíritu, mientras el público guardó un silencio reverente.
Emoción en cada gesto
Federico Mayor Menéndez, su hijo, tomó la palabra con una serenidad que heredó de su padre. “Gracias por no dejar que su voz se apague”, dijo, mientras el Aula Magna estalló en aplausos.
El momento más simbólico llegó con la entrega del Diploma “Congreso Cultura de Paz” al Padre Angel y Mensajeros de la Paz y una bandeja de cerámica de Talavera —Patrimonio de la Humanidad—, que se entrego a los distintos colaboradores del even y la presentadora , la destacada periodisita, Pepa Roma, que condujo el acto, símbolo de la fragilidad y la permanencia del arte, como su legado.
El adiós que no es adiós
El compositor Juan Antonio Simarro cerró el acto con la Obertura para los Derechos Humanos, una melodía que flotó en el aire como un susurro de Federico: “Mi legado es la palabra”.

Fotografía gentileza de Rafael Plaza Aragonés
Agradecimientos desde el alma
La organización agradeció a todos los que hicieron posible este tributo, especialmente a los fotógrafos Jesús Moreno y Rafa Plaza, cuyas imágenes capturaron el alma del evento.
Este no fue solo un homenaje. Fue un abrazo colectivo a un hombre que vivió por y para los demás, un recordatorio de que su luz sigue guiándonos. “Cuando mi voz se apague”, escribió Federico en 2013. Pero hoy, en Getafe, su voz sonó más fuerte que nunca.
Colaboran Universidad Carlos III de Madrid • Fundación SM
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