La Diputación de Cáceres ha puesto en marcha una actuación que va más allá del simple asfaltado pues busca reforzar los vínculos entre dos comarcas unidas por la geografía, la historia y, sobre todo, la necesidad de futuro.
Se trata de la mejora de la carretera CC-313, que enlaza Salorino, en el corazón de la Sierra de San Pedro, con la provincia de Badajoz, atravesando un territorio cada vez más golpeado por la despoblación.
Mejorar para conectar
El tramo en cuestión, de casi 13 km., será objeto de una inversión de 460.000 euros. Aunque no se actuará sobre toda la vía sino que se intervendrá en cuatro segmentos prioritarios, que suman alrededor de 4 km., seleccionados por su alto nivel de deterioro.
Según los informes técnicos, el firme presenta daños tanto estructurales como superficiales con grietas, baches, roderas y zonas cuarteadas, que dificultan la circulación y restan seguridad. La media diaria de tráfico no es elevada —unos 384 vehículos, con un pequeño porcentaje de vehículos pesados—, pero la importancia estratégica de esta carretera no se mide en cifras, sino en oportunidades para frenar el abandono rural.
Un lazo entre pueblos hermanos
Salorino y San Vicente de Alcántara mantienen una relación fluida. Los jóvenes de la primera localidad estudian en el instituto de Valencia de Alcántara, pero los más pequeños practican deporte en las escuelas municipales de San Vicente.
También comparten servicios estacionales como la piscina o actividades culturales. Pero, sobre todo, San Vicente, con sus más de 5.000 habitantes y mayor peso industrial, ofrece empleo y recursos a los vecinos de Salorino. De ahí la importancia de un buen acceso por carretera, que facilite los desplazamientos y refuerce los vínculos económicos y sociales entre ambos municipios.
Una reivindicación interprovincial
El alcalde de Salorino, Álvaro Sánchez Cotrina, ha subrayado que este paso en Cáceres debe ir acompañado de actuaciones similares en el tramo que ya corresponde a Badajoz. “La conexión tiene que ser completa”, reclama. De hecho, propone que las vías de carácter interprovincial puedan gestionarse desde la Junta de Extremadura, para evitar que cada provincia actúe por separado.
El proyecto ya está en licitación. Las empresas tienen de plazo hasta el 29 de mayo para presentar sus ofertas, y las obras arrancarían poco después, con un plazo estimado de dos meses de ejecución.
Más que una carretera una vía para el desarrollo
El impacto de esta mejora también se proyecta sobre sectores como el turismo rural —la vía incluye el acceso al mirador de Puerto Elice— y la industria del corcho, clave en la economía de la Sierra de San Pedro. Una vía en buen estado favorecería la movilidad de vehículos pesados que transportan esta materia prima, cuya recolección tiene un fuerte arraigo en la comarca.
Infraestructura para quedarse: la autovía Cáceres-Badajoz
En paralelo, otro gran proyecto camina hacia la realidad: la nueva autovía entre Cáceres y Badajoz. Una obra largamente esperada que busca reducir el aislamiento y potenciar la cohesión territorial, conectando directamente a las dos capitales provinciales. El primer tramo, entre la A-66 y el río Ayuela, se encuentra en obras, con un presupuesto actualizado de más de 94 millones de euros, tras la incorporación de nuevas expropiaciones.
Esta infraestructura también beneficiará a numerosos pueblos intermedios, mejorando su accesibilidad a dos de los principales núcleos urbanos de Extremadura, y facilitando la movilidad laboral, educativa y sanitaria.
Carreteras contra la despoblación
Las actuaciones en la CC-313 o en la futura A-58 no son solo obras de ingeniería. Son decisiones políticas que apuntan a un nuevo modelo de desarrollo territorial más conectado, más equilibrado y más justo. Y, sobre todo, con vocación de futuro.
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