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El cáncer de la sociedad

Eduardo Cassano
Eduardo Cassano
jueves, 4 de febrero de 2010, 04:19 h (CET)
Hoy es el Día Mundial contra el Cáncer, y según los datos publicados por la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), una de cada tres personas en España tendrá cáncer a lo largo de su vida. Si a este dato le sumamos, entre otros, las muertes diarias por accidentes de tráfico, la violencia de género o los suicidios, que son menos mediáticos pero han aumentado considerablemente con la crisis económica, lo cierto es que no entiendo por qué existe tanta preocupación en jubilarse a los 67 en lugar de los 65 años.

Que siempre hemos sido egoístas, todos en mayor o menor grado, es algo que pocas personas pueden negar; lo demuestra a diario cualquier fumador que exige su derecho a fumar en el bar, sí o sí, por encima del derecho de las personas que no fuman a no tener por qué respirar el humo del tabaco. Precisamente el tabaco es la causa del 35% de los casos de cáncer. Y los fumadores, que lo saben –porque leen los periódicos-, esta semana han discutido en los bares -e insultado al Gobierno-, con un cigarrillo en la mano, porque van a tener que jubilarse a los 67 en lugar de los 65 años. Y los que más protestan, son los que hoy están en paro… tomándose una cerveza a las diez de la mañana en el bar

El otro día leí en un periódico la carta de un lector inteligente; decía que la solución a la crisis económica pasa por dejar de dar ayudas a los parados, que no solucionan el problema de los trabajadores y muchos otros son sólo parásitos que conocen mejor la programación televisiva que el mercado laboral, para dar esa misma ayuda a los empresarios, con la condición de contratar a trabajadores. Así, tanto el trabajador, que consigue trabajo, como el empresario, que se ahorra parte del sueldo, estarían contentos y dos familias llegarían mejor a final de mes.

Pero en nuestro país siempre nos ha pasado lo mismo, sin importar el himno del Gobierno que toque en ese momento; en lugar de anticiparnos al problema lo hemos solucionado con parches, con más problemas a corto o medio plazo.

El verdadero cáncer de nuestra sociedad somos nosotros mismos. Estamos acostumbrados a criticar al Gobierno, primero al PP de Aznar y ahora al PSOE de Zapatero… lo criticamos y seguimos tomando la cerveza, fumando el cigarrillo en el bar, o cambiando de canal en la televisión. Y con ello damos por hecho que los problemas se van a solucionar por sí solos, como de algún modo ha ocurrido hasta ahora… pero la realidad es que así no se solucionan

Somos egoístas, porque, por poner un ejemplo, circulamos a mayor velocidad de la permitida en un tramo de calle o autopista que NOSOTROS consideramos que no debería ser más flexible, y nos quejamos cuando nos multan pero no hacemos nada para cambiar esa prohibición. Nos quejamos de todo aquello que nos afecta personalmente en algo, pero la mayoría de personas sigue sin hacer nada por cambiar esas pequeñas cosas poco a poco, que no es lo mismo que cambiar el mundo de golpe, porque nos supone demasiado tiempo y esfuerzo. Es mejor quejarse, y ya está.

Como decía, el verdadero cáncer de nuestra sociedad no es el que soportará el 35% de la población en el futuro, sino ése otro 65% que protestará enérgicamente a diario por cualquier otra cosa. Y sólo hará eso, protestar.

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Fue ministro de Propaganda y canciller del Tercer Reich. El segundo de a bordo de Hitler. A sí mismo se llamaba tullido por una leve cojera ocasionada por una enfermedad infantil. Se enamoró de una mujer eslava, inhumana en la terminología racista del régimen nazi. Y pensó dejarlo todo por ella. Su legítima esposa fue visitante asidua de la alcoba del "führer: ¡heil Hitler!"

En 1889, un frío día de invierno, la vida cambió para Friedrich Nietzsche. Caminaba solo, absorto en sus pensamientos: un filósofo que rompió con la moral y la religión de su tiempo, proclamando la muerte de Dios y defendiendo la creación de nuevos valores para afrontar la vida con valentía, siendo libres de toda idea religiosa que nos esclaviza.

Las tramas de corrupción se reciclan y se adaptan a los cambios que trae el paso del tiempo, pero mantienen un “modus operandi” común. Hace poco más de 35 años, y también en Navarra, de un día para otro apareció en el escenario de las portadas el Caso Urralburu. Gabriel Urralburu presidió el Gobierno de Navarra hasta 1991, y se descubrió una trama de cobro de comisiones a la constructora Huarte por la adjudicación de obras públicas.

 
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