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El empleo en aumento, ¿a costa de qué?

El número de parados va en descenso, pero la calidad de vida de los trabajadores también
Violeta Sánchez Pintado
miércoles, 3 de agosto de 2016, 09:56 h (CET)
Empieza a oírse que "esto ya se va moviendo" en referencia a la economía y empleo. Cierto es que, en muchos casos, vamos viendo como familiares y conocidos encuentran por fin un empleo tras largo tiempo de búsqueda. Sin embargo, la desesperación por encontrar un empleo está alimentando el espíritu empresarial más sombrío, encontrándonos con situaciones en que, tristemente, casi ofrecemos nuestra alma al diablo para poder trabajar.

Pero, ¿trabajar para vivir? ¿Para ganar dinero? ¿Para formar una familia? Realmente eran los objetivos lógicos cuando los empleos que se encontraban disponibles contaban con unas condiciones laborales que comprendían que los trabajadores son seres humanos. Desgraciadamente, encontramos de todo y no todo es bueno: horarios de esclavitud en que no se respetan en absoluto lo establecido por contrato; salarios irrisorios o incluso pagos por trabajar (¡sí, esto es posible!) se encuentran a la orden del día.

Y de esta manera, nos convertimos en esclavos de trabajos de 12 horas diarias, con salarios que no alcanzan más de tres cifras y sin voz para quejarnos porque, en caso de hacerlo, coge la puerta porque en el cajón hay 50 currículums más. En este contexto, la vida se resume en acudir a trabajar (a menudo también los fines de semana), no poder ahorrar para actividades de ocio (aunque, total, tampoco tenemos tiempo) y no tener tiempo de formar una familia... o peor, no poder disfrutarla si ya existía.

Así que, señores empresarios y políticos, no estaría mal que, junto a los nuevos puestos de trabajo que se van creando, exista un mayor control de la calidad laboral. Más que nada, porque con una sonrisa se rinde mejor.

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La sociedad española respira hoy un aire denso, cargado de indignación y desencanto. La sucesión de escándalos de corrupción que salpican al partido en el Gobierno, el PSOE, y a su propia estructura ejecutiva, investigados por la Guardia Civil, no son solo casos aislados como nos dicen los voceros autorizados. Son síntomas de una patología profunda que corroe la confianza ciudadana.

Frente a las amenazas del poder, siempre funcionaron los contrapesos. Hacen posible la libertad individual, que es la única real, aunque veces no seamos conscientes de la misma, pues se trata de una condición, como la salud, que solo se valora cuando se pierde. Los tiranos, o aspirantes a serlo, persiguen siempre el objetivo de concentrar todos los poderes. Para evitar que lo logren, están los contrapesos.

 
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