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Decidieron que la campaña se estaba haciendo muy larga y que corrían el riesgo de terminar de agotar a sus sufridos valedores. Planificaron por tanto dos o tres picos de tensión (léase debates) separados convenientemente para dejar paso al análisis pero sobre todo a la polémica. La publicación de dos encuestas kamikaze y de cuatro causas judiciales (una por candidato) debía de ayudar a trasegar convenientemente este segundo plato. Señuelos ya gastados como Venezuela o Panamá fueron archivados hasta encontrarles mejor uso.
Y hete aquí que una vez diseñado todo para al menos intentar distraer mínimamente al espectador, va y comienza la Eurocopa.
EH Bildu estaría integrada por militantes de Aralar, Alternativa, EA e Independientes, todos ellos fagocitados por la estrella-alfa Sortu, cuyo ideólogo sería el actual candidato a Lehendakari, Pello Otxandiano, quien decidió revisar la anterior estrategia de Bildu e incorporar a su bagaje político la llamada inteligencia maquiavélica.
El pasado martes mientras limpiaba uno de los patios de colegio que me toca dos veces a la semana, una niña intentaba proteger a una abeja que no podía volar cogiéndola con una hoja y la apartó para que nadie la pisara estando pendiente para ver si se podía recuperar a lo que se sumaron una compañera y un compañero. Gestos que demuestran más empatía que muchos adultos.
En la colosal vorágine de los tiempos modernos, nos encontramos enredados en un tejido de deseos y ansias desbocadas. Nos hemos convertido en una sociedad dominada por la avaricia, un apetito voraz que desemboca en la insaciabilidad. La hambruna crónica de la insatisfacción. Más y más por el mero más y más. Lejos queda la capacidad personal y colectiva de detenernos a pensar quiénes somos y echar la vista atrás para recapitular de dónde venimos.
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