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Marie Cocco

Las armas y el vínculo que no admitimos

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Existen sin duda vínculos entre los extremistas que han asesinado a tres agentes de la policía de Pittsburgh, los que acribillaron a un médico que practicaba abortos en Wichita, los que mataron a un nuevo recluta del ejército e hirieron a otro en Arkansas, y lo que atrajo un odio demencial a los judíos y los negros en el tiroteo de la semana pasada en el Museo Conmemorativo del Holocausto.

Todos están conectados con el baño de sangre producido en abril en un centro comunitario de Binghamton, N.Y., en donde un inmigrante vietnamita loco asesinó a 13 personas y después se suicidó. Y este horror está, a su vez, vinculado a los asesinatos perpetrados en lugares tan distantes como una clínica de Carolina del Norte o un confortable enclave residencial del Silicon Valley de California.

Estamos atravesando una primavera de matanzas.

Después de cada terrible crimen buscamos pistas de la violencia como si fuera un suceso aislado e independiente. Es la desastrosa situación económica. O la elección del primer presidente negro de la nación, que desata a los enemigos de la derecha. O una enfermedad mental que no ha sido tratada, por no decir que ha pasado desapercibida por completo, hasta que encuentra su expresión en forma de sangre.

Es todo lo de arriba, pero todo lo de arriba pasa por alto convenientemente la idea más evidente.

Hemos decidido dejar que todo el mundo tenga un arma. Y toleramos que florezca un sistema en el que hasta aquellos que se supone deben tener prohibido tener armas -- James W. von Brunn, el presunto tirador del museo del Holocausto encaja en esta categoría -- pueden obtenerlas con facilidad.

Von Brunn, el anciano acusado de asesinar a un guarda de seguridad del Museo del Holocausto, es un enemigo confeso de los judíos y los negros entre otros. Publicaba orgullosamente sus opiniones en Internet. También es un delincuente violento que cumplió seis años de cárcel por un ataque frustrado en 1981 contra la Reserva Federal, durante el cual pretendía presuntamente secuestrar a miembros del Banco Central. Von Brunn accedió al edificio armado con una pistola, una escopeta, un cuchillo y una bomba casera que resultó ser falsa. Fue declarado culpable de varios cargos, incluyendo secuestro en grado de tentativa y asalto con arma de fuego, llevar una pistola sin licencia y posesión de un arma prohibida.

Aunque la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas Fuego y Explosivos está siguiendo la pista del rifle que al parecer usó von Brunn en el tiroteo del museo, las autoridades dicen no poder dar a conocer los resultados debido a una ley del año 2004 que prohíbe la difusión de datos de rastreo de las armas de fuego que se utilizan en delitos. Como era de esperar, la ley fue introducida en vigor por los partidarios en el Congreso de la Asociación Nacional del Rifle, y prohíbe que hasta los funcionarios locales y estatales de las fuerzas del orden reciban todos los datos que les permitirían encontrar un patrón de venta ilícita o perseguir a los sospechosos.

Quizá von Brunn tenga oculta la vieja arma que utilizó desde los tiempos de la cárcel. Pero es muy posible que recientemente se hiciera con una a través del floreciente bazar de armas de fuego que se solapa a los vendedores de armas con licencia, los únicos comerciales a los que se exige realizar una comprobación de los antecedentes del cliente.

Cualquier "comercial privado" -- un individuo que pone un anuncio o que monta una mesa en una exhibición de armas o que simplemente invita a un vecino a ver sus mercancías -- podría haber vendido el arma y las municiones a von Brunn de forma legal. “Un anuncio por palabras, un anuncio en la red -- el vendedor no estaría violando ninguna ley a menos que supiera o tuviera motivos para sospechar que él había pasado un tiempo entre rejas," explica Kristen Rand, directora legislativa del Violence Policy Center. “¿Y cómo lo iba a saber?”

Richard Poplawski, el asesino condenado de los tres agentes de Pittsburgh, superó la comprobación de antecedentes realizada por una armería con licencia, según el Pittsburgh Post-Gazette. Tenía un permiso para llevar armas de fuego a pesar de haber sido expulsado con deshonor del ejército y de un incidente de violencia doméstica que implicaba a una novia. Entre las armas que utilizó Poplawski en su ataque había un AK-47, que se clasifica como "arma de asalto" cuya fabricación fue prohibida en la década de los 90, pero ya no lo está.

En los años transcurridos desde ese último esfuerzo de regulación nacional condenado al fracaso, el Congreso tanto bajo Republicanos como Demócratas ha relajado repetidamente las restricciones a las armas de fuego hasta una condición de laxitud tan radical que a duras penas se puede decir que las armas de fuego están reguladas. Recuerde esto la próxima vez que haya un crimen masivo y que los políticos acaparen los micrófonos para condenarlo.

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Diario SIGLO XXI dispone de los derechos de publicación en exclusiva para medios digitales españoles de este y muchos otros columnistas del Washington Post Writers Group.

Las armas y el vínculo que no admitimos

Marie Cocco
Marie Cocco
miércoles, 17 de junio de 2009, 04:58 h (CET)
Existen sin duda vínculos entre los extremistas que han asesinado a tres agentes de la policía de Pittsburgh, los que acribillaron a un médico que practicaba abortos en Wichita, los que mataron a un nuevo recluta del ejército e hirieron a otro en Arkansas, y lo que atrajo un odio demencial a los judíos y los negros en el tiroteo de la semana pasada en el Museo Conmemorativo del Holocausto.

Todos están conectados con el baño de sangre producido en abril en un centro comunitario de Binghamton, N.Y., en donde un inmigrante vietnamita loco asesinó a 13 personas y después se suicidó. Y este horror está, a su vez, vinculado a los asesinatos perpetrados en lugares tan distantes como una clínica de Carolina del Norte o un confortable enclave residencial del Silicon Valley de California.

Estamos atravesando una primavera de matanzas.

Después de cada terrible crimen buscamos pistas de la violencia como si fuera un suceso aislado e independiente. Es la desastrosa situación económica. O la elección del primer presidente negro de la nación, que desata a los enemigos de la derecha. O una enfermedad mental que no ha sido tratada, por no decir que ha pasado desapercibida por completo, hasta que encuentra su expresión en forma de sangre.

Es todo lo de arriba, pero todo lo de arriba pasa por alto convenientemente la idea más evidente.

Hemos decidido dejar que todo el mundo tenga un arma. Y toleramos que florezca un sistema en el que hasta aquellos que se supone deben tener prohibido tener armas -- James W. von Brunn, el presunto tirador del museo del Holocausto encaja en esta categoría -- pueden obtenerlas con facilidad.

Von Brunn, el anciano acusado de asesinar a un guarda de seguridad del Museo del Holocausto, es un enemigo confeso de los judíos y los negros entre otros. Publicaba orgullosamente sus opiniones en Internet. También es un delincuente violento que cumplió seis años de cárcel por un ataque frustrado en 1981 contra la Reserva Federal, durante el cual pretendía presuntamente secuestrar a miembros del Banco Central. Von Brunn accedió al edificio armado con una pistola, una escopeta, un cuchillo y una bomba casera que resultó ser falsa. Fue declarado culpable de varios cargos, incluyendo secuestro en grado de tentativa y asalto con arma de fuego, llevar una pistola sin licencia y posesión de un arma prohibida.

Aunque la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas Fuego y Explosivos está siguiendo la pista del rifle que al parecer usó von Brunn en el tiroteo del museo, las autoridades dicen no poder dar a conocer los resultados debido a una ley del año 2004 que prohíbe la difusión de datos de rastreo de las armas de fuego que se utilizan en delitos. Como era de esperar, la ley fue introducida en vigor por los partidarios en el Congreso de la Asociación Nacional del Rifle, y prohíbe que hasta los funcionarios locales y estatales de las fuerzas del orden reciban todos los datos que les permitirían encontrar un patrón de venta ilícita o perseguir a los sospechosos.

Quizá von Brunn tenga oculta la vieja arma que utilizó desde los tiempos de la cárcel. Pero es muy posible que recientemente se hiciera con una a través del floreciente bazar de armas de fuego que se solapa a los vendedores de armas con licencia, los únicos comerciales a los que se exige realizar una comprobación de los antecedentes del cliente.

Cualquier "comercial privado" -- un individuo que pone un anuncio o que monta una mesa en una exhibición de armas o que simplemente invita a un vecino a ver sus mercancías -- podría haber vendido el arma y las municiones a von Brunn de forma legal. “Un anuncio por palabras, un anuncio en la red -- el vendedor no estaría violando ninguna ley a menos que supiera o tuviera motivos para sospechar que él había pasado un tiempo entre rejas," explica Kristen Rand, directora legislativa del Violence Policy Center. “¿Y cómo lo iba a saber?”

Richard Poplawski, el asesino condenado de los tres agentes de Pittsburgh, superó la comprobación de antecedentes realizada por una armería con licencia, según el Pittsburgh Post-Gazette. Tenía un permiso para llevar armas de fuego a pesar de haber sido expulsado con deshonor del ejército y de un incidente de violencia doméstica que implicaba a una novia. Entre las armas que utilizó Poplawski en su ataque había un AK-47, que se clasifica como "arma de asalto" cuya fabricación fue prohibida en la década de los 90, pero ya no lo está.

En los años transcurridos desde ese último esfuerzo de regulación nacional condenado al fracaso, el Congreso tanto bajo Republicanos como Demócratas ha relajado repetidamente las restricciones a las armas de fuego hasta una condición de laxitud tan radical que a duras penas se puede decir que las armas de fuego están reguladas. Recuerde esto la próxima vez que haya un crimen masivo y que los políticos acaparen los micrófonos para condenarlo.

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