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La desmesurada e insana ansia de poder

¿Se puede caer más bajo?

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En Córdoba, de pequeños, cuando dos chiquillos se peleaban, inmediatamente dejaban de dirigirse la palabra y seguidamente se convertían en enemigos, pero ¡cosas de niños!, al no poder pasar uno sin el otro, pues después vendría la reconciliación y se reanudaría la amistad, este interregno de animadversión se solucionaba convirtiéndose cada uno en “viri” (desconozco si esa palabra se usa actualmente o se empleaba en otros lugares de España) del otro.

Cuando uno de ellos quería el concurso de su “viri”, buscaba un intermediario o correveidile a través del cual se comunicaba con su él. Por ejemplo, si deseaba jugar a las bolas, a la pelota o a cualquier otra distracción con su “viri”, le decía al mediador: “Dile a mi “viri” que si quiere jugar conmigo o formar parte de nuestro equipo”.

Con esto se corría el peligro de que el tercero, lleno de dignidad, le contestase que si deseaba hablar con su “viri” que lo hiciera directamente porque él no era criado de nadie. Otras veces el solicitado accedía a la petición, y los dos “viri”, sin hablarse directamente, participaban en cualquier juego.

Esto, entre criaturas, podemos considerarlo normal, pues se seguía manteniendo la amistad aunque fuese indirectamente, pero lo que no es de recibo, admisible ni tolerable es que Pedro Sánchez practique esa niñería. No se habla con Pablo Iglesias, éste tampoco quiere cuentas con él, pero Pedro está deseando que Pablo le haga su juego para poder satisfacer su desmesurada e insensata ansia de poder y le apoye para conseguirlo.

¿A qué recurre para ponerse en contacto y pedirle la aquiescencia, bien en forma de voto o de abstención, para lograr su propósito?

A lo que hacíamos los chiquillos cordobeses cuando teníamos un “viri”, es decir, buscarse un correveidile, que en este caso ha sido Tsipras al que la ha pedido en Bruselas que interceda ante Pablo Iglesias para lograr su investidura. Con ello se ha expuesto a lo que mencionábamos en el primer caso de deseo de hablar con su viri. Tsipras, con toda la dignidad y respeto del mundo, le ha manifestado, poco más o menos, que él no se mete en asuntos internos de otros partidos.

Bien dicho ¡pardiez! Pues cada uno ha de solucionar sus propios problemas, pero si tiene que recurrir a alguien, que sea de su propia casa, no un extraño por mucha concomitancia que haya entre al partido de Tsipras y el de Pablo Iglesias.

El ridículo que ha hecho ha sido clamoroso y escandaloso. ¿Cómo se ha atrevido a solicitar la colaboración de otra persona para alcanzar lo que él no puede lograr por sí mismo?

¿Qué habrán pensado de él los políticos y gobernantes de otros países?

¿En qué lugar ha quedado y nos ha dejado a los españoles ante el resto de las naciones?

En esto de hacer el ridículo está dejando pequeño a Zapatero. ¡Qué cierto es el refrán de “Otro vendrá que bueno me hará”!

Quienes recurren a tales artimañas e intentan semejantes componendas, para mí pierden toda su dignidad al requerir a terceros y tomar a Tsipras como celestina para conseguir sus propósitos.

Está visto que este hombre por conseguir ser el Presidente de los españoles, es capaz de las mayores bajezas y humillaciones.

Ha perdido las elecciones con el fracaso más humillante del PSOE en toda su historia, ha sido derrotado en su pretendida investidura como Presidente, ¿qué quiere más? Si le quedase un adarme de dignidad escondería la cabeza debajo del ala y se iría cantando bajito a esconderse en un rincón. Bien ganado se lo tiene.

¿Se puede caer más bajo?

La desmesurada e insana ansia de poder
Manuel Villegas
sábado, 19 de marzo de 2016, 11:22 h (CET)
En Córdoba, de pequeños, cuando dos chiquillos se peleaban, inmediatamente dejaban de dirigirse la palabra y seguidamente se convertían en enemigos, pero ¡cosas de niños!, al no poder pasar uno sin el otro, pues después vendría la reconciliación y se reanudaría la amistad, este interregno de animadversión se solucionaba convirtiéndose cada uno en “viri” (desconozco si esa palabra se usa actualmente o se empleaba en otros lugares de España) del otro.

Cuando uno de ellos quería el concurso de su “viri”, buscaba un intermediario o correveidile a través del cual se comunicaba con su él. Por ejemplo, si deseaba jugar a las bolas, a la pelota o a cualquier otra distracción con su “viri”, le decía al mediador: “Dile a mi “viri” que si quiere jugar conmigo o formar parte de nuestro equipo”.

Con esto se corría el peligro de que el tercero, lleno de dignidad, le contestase que si deseaba hablar con su “viri” que lo hiciera directamente porque él no era criado de nadie. Otras veces el solicitado accedía a la petición, y los dos “viri”, sin hablarse directamente, participaban en cualquier juego.

Esto, entre criaturas, podemos considerarlo normal, pues se seguía manteniendo la amistad aunque fuese indirectamente, pero lo que no es de recibo, admisible ni tolerable es que Pedro Sánchez practique esa niñería. No se habla con Pablo Iglesias, éste tampoco quiere cuentas con él, pero Pedro está deseando que Pablo le haga su juego para poder satisfacer su desmesurada e insensata ansia de poder y le apoye para conseguirlo.

¿A qué recurre para ponerse en contacto y pedirle la aquiescencia, bien en forma de voto o de abstención, para lograr su propósito?

A lo que hacíamos los chiquillos cordobeses cuando teníamos un “viri”, es decir, buscarse un correveidile, que en este caso ha sido Tsipras al que la ha pedido en Bruselas que interceda ante Pablo Iglesias para lograr su investidura. Con ello se ha expuesto a lo que mencionábamos en el primer caso de deseo de hablar con su viri. Tsipras, con toda la dignidad y respeto del mundo, le ha manifestado, poco más o menos, que él no se mete en asuntos internos de otros partidos.

Bien dicho ¡pardiez! Pues cada uno ha de solucionar sus propios problemas, pero si tiene que recurrir a alguien, que sea de su propia casa, no un extraño por mucha concomitancia que haya entre al partido de Tsipras y el de Pablo Iglesias.

El ridículo que ha hecho ha sido clamoroso y escandaloso. ¿Cómo se ha atrevido a solicitar la colaboración de otra persona para alcanzar lo que él no puede lograr por sí mismo?

¿Qué habrán pensado de él los políticos y gobernantes de otros países?

¿En qué lugar ha quedado y nos ha dejado a los españoles ante el resto de las naciones?

En esto de hacer el ridículo está dejando pequeño a Zapatero. ¡Qué cierto es el refrán de “Otro vendrá que bueno me hará”!

Quienes recurren a tales artimañas e intentan semejantes componendas, para mí pierden toda su dignidad al requerir a terceros y tomar a Tsipras como celestina para conseguir sus propósitos.

Está visto que este hombre por conseguir ser el Presidente de los españoles, es capaz de las mayores bajezas y humillaciones.

Ha perdido las elecciones con el fracaso más humillante del PSOE en toda su historia, ha sido derrotado en su pretendida investidura como Presidente, ¿qué quiere más? Si le quedase un adarme de dignidad escondería la cabeza debajo del ala y se iría cantando bajito a esconderse en un rincón. Bien ganado se lo tiene.

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