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Casas encantadas en la Región de Murcia

Rincones de leyenda en la comunidad murciana
Francisco Cano Carmona
martes, 1 de marzo de 2016, 08:50 h (CET)
La Región de Murcia, pese a haber perdido gran parte de su tradición popular y su actividad sobrenatural, sigue siendo rica en leyendas, apariciones fantasmales, cuentos y tradiciones que helarían la sangre del hombre más templado. Ciudades como Cartagena posee tantas historias como enclaves, y localidades como Bullas, Caravaca de la Cruz, Lorca, y la propia capital son un exponente magnífico de la historia de una región como la murciana, así como de las leyendas que acompañan sus hitos históricos.

A la Emparedada de Cartagena, o al vampiro que llegó a su puerto, recalcando la importancia de la ciudad como puerto de entrada a España; al tren fantasma de Portmán, que deja ver la importancia de la tradición minera en la región; a las damas encantadas de Bullas, Monte Arabí, Caravaca de la Cruz, Cartagena, Moratalla, y otros pueblos, hay que añadir las historias de casas encantadas o habitadas por fantasmas que también pueblan la soleada tierra de Murcia.

El Palacio de Guevara de Lorca
Este edificio, situado en la calle Lope Gisbert, representa como ningún otro el Barroco civil lorquino y murciano, hasta el punto de haber sido declarado Bien de Interés Cultural en 2008. Antes de quedar seriamente dañado tras el terremoto que golpeó la localidad en 2011.

Aunque ahora está restaurado y cumple las funciones de museo y para la realización de actividades culturales, todavía son muchos los vecinos que afirman que por las noches se escuchan los cascos y los relinchos del caballo de don Juan de Guevara, quien levantó el edificio a finales del siglo XVII, y que, aseguran, tenía por costumbre entrar en él a lomos de su equino hasta la conocida como Sala de los Camachos. Asimismo, cuentan quienes han oído los extraños ruidos, que puede distinguirse el restallar de la fusta del noble, así como las voces de algún niño.

Realidad o ficción, el investigador y director de la SEIP (Sociedad Española de Investigaciones Parapsicológicas) llevó a cabo una profunda investigación en 2007 donde se recogieron psicofonías y diversas psicoimágenes.

La Hacienda Riquelme de Sucina
Situada en el Campo de Murcia, Sucina es una pequeña pedanía de la ciudad de Murcia que cuenta con algo más de 2.000 habitantes y con una importante población británica que ha revitalizado en buena medida la economía de la zona. En su área se encuentra el famoso complejo Hacienda Riquelme Golf Resort, que fue en otro tiempo uno de los edificios más importantes y emblemáticos de Sucina.

La finca Riquelme fue levantada entre finales del siglo XVIII y principios del XIX por Antonio Riquelme y Fontes, cuyo hijo llegó a ser el primer marqués de Almenas, y fue posteriormente embellecida y completada en diversas fases. La propiedad de la casa pasó con la guerra a manos del Gobierno republicano, para ser devuelta posteriormente a a sus legítimos dueños, que por aquel entonces era Rafael de Bustos y Ruiz de Arana, duque de Pastrana y emparentado con el conde de Romanones. En cualquier caso, la finca pasó de ser residencia de la familia a convertirse en residencia de recreo.

De acuerdo con los habitantes de Sucina, la antigua finca fue centro de disputas aristocráticas y, lo que es más importante para nuestro paseo por la Murcia fantasmal, hogar de espíritus que en no pocas ocasiones han alarmado a los vecinos con llantos y alaridos. Hoy la hacienda es un complejo residencial y turístico que nada tiene ya que ver con sus orígenes.

La Casa Méndez de Librilla
Levantada en el siglo XX por Andrés Méndez y conocida como Mansión Rosalía, la edificación supone uno de los hitos arquitectónicos más importantes y representativos de la localidad murciana de Librilla.

Pese a su actual estado de abandono, tanto exterior como interior, la casona conserva restos de su antiguo esplendor, hasta el punto de que el Ayuntamiento ha manifestado muchas veces la intención de restaurarla y convertirla en sede de diferentes actividades culturales, para revitalizar y dar formar al barrio en el que se encuentra.

En la casa, como en muchas de las que se encuentran en abandono a lo largo y ancho de nuestra geografía, se escuchan voces y lamentos, pasos y sollozos, y se han visto extraños movimientos que delatan la presencia de fantasmas.

La Casa del Cónsul de Cartagena
Localizada en el número 33 de la Muralla del Mar, la villa señorial conocida como la Casa del Cónsul fue construida por el arquitecto Francisco de Paula Oliver Rolandi, y supone uno de los mejores ejemplos del modernismo arquitectónico del siglo XX en la ciudad murciana de Cartagena.

En la década de 1920, la casa, originalmente hecha para la familia Toulon Viso, fue adquirida por el cónsul alemán Karl Fricke y su esposa María Oliva, que fue una importante y conocida pareja en toda la ciudad. Un matrimonio bien avenido que, sin embargo, sucumbió a los pesares de la guerra con la pérdida de su hijo Carlos Fricke Oliva, que murió en 1944 en Bielorrusia al servicio de la Alemania nazi alentado por su propio padre.

Quienes vivieron aquellos aciagos tiempos de guerras civiles y mundiales y, sobre todo, quienes sobrevivieron, recuerdan que María Oliva se sentaba desde entonces junto a la ventana de la villa como ausente. Pasó sola su luto, pues el cónsul murió poco después, y cuentan las gentes de Cartagena que en la casa sigue viéndose a una mujer que, entristecida, se acerca a la ventana y espera la llegada de un hijo que murió hace ya más de siete décadas. Investigaciones recientes recogieron, de hecho, psicofonías en la vivienda.

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