Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Carta al director
JGRodriguez, Cáceres

La dimensión ética

|

Hasta ahora, la dimensión ética del progreso científico se había planteado sobre todo en el entorno de la intervención en los procesos esenciales de la vida humana: desde la concepción y el embarazo, hasta los cuidados paliativos y la muerte. Uno de los grandes principios de la bioética fue siempre que no todo lo que la ciencia o la técnica podían hacer era compatible con la dignidad de la persona; por tanto, no se debía hacer todo lo que era técnicamente posible.


Esa perspectiva se impone cada vez más en todos los aspectos del comportamiento humano, justamente porque ha crecido el doble poder creador y destructivo ligado al progreso. Basta pensar, en el contexto de la invasión de Ucrania, en la necesaria refundación del derecho internacional humanitario o en la justificación ética de la carrera de armamentos. Al menos, para sortear el dilema propuesto por el gran Edgar Morin entre homo sapiens y homo demens. O la frecuente dialéctica entre visionarios y retrógrados, apocalípticos e integrados... Porque IA y big data pueden aplicarse a la lucha contra la enfermedad, pero son el nervio de la videovigilancia totalitaria del partido único en China.


La aplicación indiscriminada de dogmas económicos puede llevar a la crueldad. Por eso suscita también reacciones emocionales, insuficientemente pensadas, que pueden despreciarse como irreales, utópicas, simplistas, populistas. Tal vez algunas lo fueron. Pero cada vez son más nítidos los avances éticos en términos de responsabilidad social de la empresa, de inversiones modalizadas por las grandes cuestiones humanas y ecológicas de nuestro tiempo.

La dimensión ética

JGRodriguez, Cáceres
Lectores
jueves, 18 de agosto de 2022, 11:40 h (CET)

Hasta ahora, la dimensión ética del progreso científico se había planteado sobre todo en el entorno de la intervención en los procesos esenciales de la vida humana: desde la concepción y el embarazo, hasta los cuidados paliativos y la muerte. Uno de los grandes principios de la bioética fue siempre que no todo lo que la ciencia o la técnica podían hacer era compatible con la dignidad de la persona; por tanto, no se debía hacer todo lo que era técnicamente posible.


Esa perspectiva se impone cada vez más en todos los aspectos del comportamiento humano, justamente porque ha crecido el doble poder creador y destructivo ligado al progreso. Basta pensar, en el contexto de la invasión de Ucrania, en la necesaria refundación del derecho internacional humanitario o en la justificación ética de la carrera de armamentos. Al menos, para sortear el dilema propuesto por el gran Edgar Morin entre homo sapiens y homo demens. O la frecuente dialéctica entre visionarios y retrógrados, apocalípticos e integrados... Porque IA y big data pueden aplicarse a la lucha contra la enfermedad, pero son el nervio de la videovigilancia totalitaria del partido único en China.


La aplicación indiscriminada de dogmas económicos puede llevar a la crueldad. Por eso suscita también reacciones emocionales, insuficientemente pensadas, que pueden despreciarse como irreales, utópicas, simplistas, populistas. Tal vez algunas lo fueron. Pero cada vez son más nítidos los avances éticos en términos de responsabilidad social de la empresa, de inversiones modalizadas por las grandes cuestiones humanas y ecológicas de nuestro tiempo.

Noticias relacionadas

Al fin, el sistema educativo (aunque fundamentalmente lo es, o habría de serlo, de enseñanza-aprendizaje) está dentro de una dinámica social y en su transcurrir diario forja futuros ciudadanos con base en unos valores imperantes de los que es complicado sustraerse. Desde el XIX hasta nuestros días dichos valores han estado muy influenciados por la evolución de la ética económico-laboral, a la que Jorge Dioni López se refería afinadamente en un artículo.

Acaba de fallecer Joe Lieberman, con 82 años, senador estadounidense por Connecticut durante cuatro mandatos antes de ser compañero de Al Gore en el año 2000. Desde que se retiró en 2013 retomó su desempeño en la abogacía en American Enterprise Institute y se encontraba estrechamente vinculado al grupo político No Label (https://www.nolabels.org/ ) y que se ha destacado por impulsar políticas independientes y centristas.

Me he criado en una familia religiosa, sin llegar a ser beata, que ha vivido muy de cerca la festividad del Jueves Santo desde siempre. Mis padres se casaron en Santo Domingo, hemos vivido en el pasillo del mismo nombre, pusimos nuestro matrimonio a los pies de la Virgen de la Esperanza, de la que soy hermano, y he llevado su trono durante 25 años.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto