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La conquista de la presidencia francesa por la ultraderecha política parece una cuestión de tiempo

Le Pen ya ha ganado

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El próximo domingo la ciudadanía de Francia acudirá a las urnas y lo hará en unos comicios en los que la ultraderecha luchará por ganar el espacio de la mayoría electoral. Si bien, todo parece indicar que será Macron el ganador de estas elecciones lo cierto y verdad es que Le Pen ya ha ganado. Su crecimiento sostenible en el tiempo en las últimas contiendas electorales le ha llevado a obtener una constante mejora en los resultados obtenidos en las urnas pasando del 13% al 45% de apoyos según las encuestas en las elecciones que el domingo tendrán lugar en Francia pero con la mirada puesta de toda la Unión Europea en un resultado que podría determinar una de las mayores crisis en el seno de la Unión en caso de victoria de la líder de ultraderecha. Un relato de consecuencias incalculables en el actual tablero de la geopolítica internacional al que Europa se enfrenta con importes desafíos y retos. Así, lo cierto  y verdad es que la conquista de la presidencia francesa por la ultraderecha política liderada por Le Pen parece más una cuestión de tiempo, de esperar que como fruta madura el final del mandato de Macron -que dentro de cinco años no podrá presentarse a la reelección- y la falta de alternativa política de los partidos tradicionales del centro derecha y el centro izquierda franceses.


Y es que, sí algo resulta preocupante hoy en el escenario político europeo e internacional es el que de la irrupción de los postulados de radicalidad de ultraizquierda y ultraderecha como alternativas en la gestión de lo público frente a otras sendas de centralidad progresista o conservadora ofrecidas por los partidos tradicionales e históricos, tal vez incapaces de dar un relato de certezas y esperanzas ante la incertidumbre de una ciudadanía ante los profundos cambios que él actual tiempo nos  presenta. Un escenario este en el que la eclosión de la ultraderecha nacionalista y populista encuentra un campo de abono que logra que por ejemplo en Francia más del 60% de los electores considere según algunas encuestas que Jean Marie Le Pen sea la política que mejor entiende los problemas de a pie de la ciudadanía. Calco este perfecto de lo que uno puede encontrar en zonas obreras, municipios rurales  o clases medias con respecto a los apoyos cada vez mayores de un partido como VOX en España, clon en los conceptos básicos al movimiento de Le Pen en Francia. 


Radiografía perfecta además del movimiento europeísta en red de la ultraderecha del continente coordinada dentro de las fronteras europeas y conectada hacía fuera con otros movimientos trumpistas en ese nuevo relato del liderazgo social nacionalista y patrio.  Casos concretos como el de Viktor Orban en Hungría con permanentes mayorías absolutas  ponen de relieve esta tendencia.

Y frente a ello, no es menos preocupante observar el posicionamiento alternativo en el ámbito política de quienes se enfrentan a este crecimiento político desde el movimiento pendular hacía la ultraizquierda, con amplio desarrollo en Latinoamérica en los últimos tiempos y posiciones crecientes en Europa sacando desde la posición de centro izquierda a los postulados de la socialdemocracia tradicional en algunos casos o dejando a esta en la irrelevancia casi total como el caso de Francia.


En definitiva, preocupante observar como en los países con mayor población de Europa (Francia, España, Italia y Alemania) el permanente crecimiento de la ultraderecha con captación de votantes de tradicionales zonas obreras y por otro lado de voto conservador provoca el efecto de la radicalidad en los postulados del centro derecha y su evolución hacía cotas de representación institucional relevantes. Tal vez habría que hacer una reflexión profunda en aquellos partidos que han contribuido al mayor desarrollo de progreso y bienestar en Europa frente a estos fenómenos, partidos que desde el centroizquierda y el centroderecha han podido lograr pactos de transformación de los territorios en pos de los intereses generales, ofreciendo a la ciudadanía caminos alternativos a los que la radicalidad de las respuestas simples a problemas complejos parecen ofrecer falsas esperanzas. 

Le Pen ya ha ganado

La conquista de la presidencia francesa por la ultraderecha política parece una cuestión de tiempo
Josu Gómez Barrutia
sábado, 23 de abril de 2022, 12:41 h (CET)

El próximo domingo la ciudadanía de Francia acudirá a las urnas y lo hará en unos comicios en los que la ultraderecha luchará por ganar el espacio de la mayoría electoral. Si bien, todo parece indicar que será Macron el ganador de estas elecciones lo cierto y verdad es que Le Pen ya ha ganado. Su crecimiento sostenible en el tiempo en las últimas contiendas electorales le ha llevado a obtener una constante mejora en los resultados obtenidos en las urnas pasando del 13% al 45% de apoyos según las encuestas en las elecciones que el domingo tendrán lugar en Francia pero con la mirada puesta de toda la Unión Europea en un resultado que podría determinar una de las mayores crisis en el seno de la Unión en caso de victoria de la líder de ultraderecha. Un relato de consecuencias incalculables en el actual tablero de la geopolítica internacional al que Europa se enfrenta con importes desafíos y retos. Así, lo cierto  y verdad es que la conquista de la presidencia francesa por la ultraderecha política liderada por Le Pen parece más una cuestión de tiempo, de esperar que como fruta madura el final del mandato de Macron -que dentro de cinco años no podrá presentarse a la reelección- y la falta de alternativa política de los partidos tradicionales del centro derecha y el centro izquierda franceses.


Y es que, sí algo resulta preocupante hoy en el escenario político europeo e internacional es el que de la irrupción de los postulados de radicalidad de ultraizquierda y ultraderecha como alternativas en la gestión de lo público frente a otras sendas de centralidad progresista o conservadora ofrecidas por los partidos tradicionales e históricos, tal vez incapaces de dar un relato de certezas y esperanzas ante la incertidumbre de una ciudadanía ante los profundos cambios que él actual tiempo nos  presenta. Un escenario este en el que la eclosión de la ultraderecha nacionalista y populista encuentra un campo de abono que logra que por ejemplo en Francia más del 60% de los electores considere según algunas encuestas que Jean Marie Le Pen sea la política que mejor entiende los problemas de a pie de la ciudadanía. Calco este perfecto de lo que uno puede encontrar en zonas obreras, municipios rurales  o clases medias con respecto a los apoyos cada vez mayores de un partido como VOX en España, clon en los conceptos básicos al movimiento de Le Pen en Francia. 


Radiografía perfecta además del movimiento europeísta en red de la ultraderecha del continente coordinada dentro de las fronteras europeas y conectada hacía fuera con otros movimientos trumpistas en ese nuevo relato del liderazgo social nacionalista y patrio.  Casos concretos como el de Viktor Orban en Hungría con permanentes mayorías absolutas  ponen de relieve esta tendencia.

Y frente a ello, no es menos preocupante observar el posicionamiento alternativo en el ámbito política de quienes se enfrentan a este crecimiento político desde el movimiento pendular hacía la ultraizquierda, con amplio desarrollo en Latinoamérica en los últimos tiempos y posiciones crecientes en Europa sacando desde la posición de centro izquierda a los postulados de la socialdemocracia tradicional en algunos casos o dejando a esta en la irrelevancia casi total como el caso de Francia.


En definitiva, preocupante observar como en los países con mayor población de Europa (Francia, España, Italia y Alemania) el permanente crecimiento de la ultraderecha con captación de votantes de tradicionales zonas obreras y por otro lado de voto conservador provoca el efecto de la radicalidad en los postulados del centro derecha y su evolución hacía cotas de representación institucional relevantes. Tal vez habría que hacer una reflexión profunda en aquellos partidos que han contribuido al mayor desarrollo de progreso y bienestar en Europa frente a estos fenómenos, partidos que desde el centroizquierda y el centroderecha han podido lograr pactos de transformación de los territorios en pos de los intereses generales, ofreciendo a la ciudadanía caminos alternativos a los que la radicalidad de las respuestas simples a problemas complejos parecen ofrecer falsas esperanzas. 

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