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No hay duda de que determinadas personas con poder deciden lo que deben ofrecernos las cadenas de televisión

​¿Estamos siendo manipulados a través de los medios de comunicación?

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Cuando yo era joven se decía que los periódicos solo publicaban lo que les decía la Secretaría General del Movimiento ya que estábamos en un estado totalitario. Hoy, después de andar presumiendo de democracia y libertades públicas, todos los canales de televisión publican las mismas cosas a todas horas, incluso con el mismo formato.


Luego uno se entera de que las cadenas de televisión tienen unos propietarios, capitalistas que estiman de su interés llevarse a bien con el gobierno y en buena medida están a su servicio.

Los políticos que mandan parece que tienen claro que lo importante es entretener al personal, ya sea con el volcán de La Palma, el permanente desfile de números de contagiados, vacunados, hospitalizados o en UCI. No sé si se afligen o se alegran de una nueva ola de pandemia, pues mientras tememos ser víctimas de contagio, no nos cuentan nada de cómo se reparten los dineros de los impuestos ni los que se reciben de Europa.


Por mi parte he dejado de creer en resultados de encuestas ni en datos del CIS y sus barómetros, pues la selección misma de las cuestiones que se preguntan a la gente, pone de manifiesto lo que de antemano se pretende demostrar.


De la cuestión de los “papeles de Bárcenas”, que tanto ruido dieron o los trajes del expresidente Camps no sabemos gran cosa ni siquiera si han terminado definitivamente. Del referéndum catalán ni te cuento y las andanzas del Sr. Puigdemont parecen haber dejado de tener interés.


Que el Rey Juan Carlos, hoy rey emérito, esté en Abu Dabi y sus líos de faldas han sido un buen filón de chismes para entretener al público y antes de que la gente se aburra con si vuelve o no, o donde terminará viviendo, nuestros astutos reporteros ya han encontrado al Sr. Urdangarin para seguirla matraca.


Como ciudadano de a pie estoy bastante harto de que pretendan entretenernos con todas estas cosas y se ignoren otras que pueden demostrar la corrupción de la clase política, por ejemplo, de la andaluza, la valenciana, la aragonesa… y todas las demás. Los que llegaron, puño en alto, socialistas y comunistas, para reformar España pronto se desinflaron, aunque los telediarios no nos hayan ofrecido comentarios ni imágenes de sus patrañas ni de las investigaciones que realiza la policía y sus resultados demostrativos de corrupción, mucha corrupción.


Las organizaciones sindicales importantes, como están subvencionadas por el gobierno y no con las cuotas de sus afiliados, también consiguen evitar que los medios de comunicación nos den a conocer sus desmanes.


Los graves problemas que padecemos por nuestro sometimiento a las consignas de la Unión Europea por encima de nuestros propios intereses, tampoco se analizan ni se discuten, aunque allí se esté cociendo la famosa Agenda que nos impondrá la lucha contra el cambio climático (aunque sea un cuento) pero que por lo pronto nos ha encarecido la electricidad y los carburantes o lleve a nuestras fuerzas armadas a Ucrania a no sabemos bien qué.


No he oído en ningún programa televisivo el planteamiento de una pregunta tan obvia como ¿para qué sirve la ONU o la OMS? Ni los beneficios de las ideas progresistas sobre el control de nacimientos, la destrucción de la familia, el consumo de drogas o la eutanasia.

​¿Estamos siendo manipulados a través de los medios de comunicación?

No hay duda de que determinadas personas con poder deciden lo que deben ofrecernos las cadenas de televisión
Francisco Rodríguez
martes, 25 de enero de 2022, 09:11 h (CET)

Cuando yo era joven se decía que los periódicos solo publicaban lo que les decía la Secretaría General del Movimiento ya que estábamos en un estado totalitario. Hoy, después de andar presumiendo de democracia y libertades públicas, todos los canales de televisión publican las mismas cosas a todas horas, incluso con el mismo formato.


Luego uno se entera de que las cadenas de televisión tienen unos propietarios, capitalistas que estiman de su interés llevarse a bien con el gobierno y en buena medida están a su servicio.

Los políticos que mandan parece que tienen claro que lo importante es entretener al personal, ya sea con el volcán de La Palma, el permanente desfile de números de contagiados, vacunados, hospitalizados o en UCI. No sé si se afligen o se alegran de una nueva ola de pandemia, pues mientras tememos ser víctimas de contagio, no nos cuentan nada de cómo se reparten los dineros de los impuestos ni los que se reciben de Europa.


Por mi parte he dejado de creer en resultados de encuestas ni en datos del CIS y sus barómetros, pues la selección misma de las cuestiones que se preguntan a la gente, pone de manifiesto lo que de antemano se pretende demostrar.


De la cuestión de los “papeles de Bárcenas”, que tanto ruido dieron o los trajes del expresidente Camps no sabemos gran cosa ni siquiera si han terminado definitivamente. Del referéndum catalán ni te cuento y las andanzas del Sr. Puigdemont parecen haber dejado de tener interés.


Que el Rey Juan Carlos, hoy rey emérito, esté en Abu Dabi y sus líos de faldas han sido un buen filón de chismes para entretener al público y antes de que la gente se aburra con si vuelve o no, o donde terminará viviendo, nuestros astutos reporteros ya han encontrado al Sr. Urdangarin para seguirla matraca.


Como ciudadano de a pie estoy bastante harto de que pretendan entretenernos con todas estas cosas y se ignoren otras que pueden demostrar la corrupción de la clase política, por ejemplo, de la andaluza, la valenciana, la aragonesa… y todas las demás. Los que llegaron, puño en alto, socialistas y comunistas, para reformar España pronto se desinflaron, aunque los telediarios no nos hayan ofrecido comentarios ni imágenes de sus patrañas ni de las investigaciones que realiza la policía y sus resultados demostrativos de corrupción, mucha corrupción.


Las organizaciones sindicales importantes, como están subvencionadas por el gobierno y no con las cuotas de sus afiliados, también consiguen evitar que los medios de comunicación nos den a conocer sus desmanes.


Los graves problemas que padecemos por nuestro sometimiento a las consignas de la Unión Europea por encima de nuestros propios intereses, tampoco se analizan ni se discuten, aunque allí se esté cociendo la famosa Agenda que nos impondrá la lucha contra el cambio climático (aunque sea un cuento) pero que por lo pronto nos ha encarecido la electricidad y los carburantes o lleve a nuestras fuerzas armadas a Ucrania a no sabemos bien qué.


No he oído en ningún programa televisivo el planteamiento de una pregunta tan obvia como ¿para qué sirve la ONU o la OMS? Ni los beneficios de las ideas progresistas sobre el control de nacimientos, la destrucción de la familia, el consumo de drogas o la eutanasia.

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