España, al igual que otros países de la Unión Europea y el mundo, debe enfrentar varios desafíos para lograr la sostenibilidad en el uso de las materias primas y volverse actor principal de la economía circular. De acuerdo con las últimas investigaciones, como por ejemplo el artículo de Mark Z. Jakobson de la Universidad de Stanford, las reservas de petróleo podrían agotarse en 2050.

Las industrias de las materias primas son un sector cada vez más estratégico en España. A largo plazo, son imprescindibles para el crecimiento de la actividad económica del país a través de la inversión. Además, el uso de materias primas sostenibles en la construcción y en otras industrias como la siderurgia, la cosmética y la tecnología, entre otras, es fundamental. Por eso, la aparición de nuevos materiales podría mejorar la situación. En la actualidad, es necesario pensar en una industria de materias primas que provea de productos sostenibles, de larga duración, y de alta calidad.

La materia prima del futuro

Es posible que muchos se pregunten cómo invertir en materias primas y en cuáles. Pues, quizás sea necesario prestar atención a la resina. Esta sustancia es un líquido biodegradable y orgánico obtenido del tronco de los pinos, y además, es un producto con gran potencial. Los usos son múltiples: puede utilizarse como pegamento, barniz, sellador, como destilador y disolvente de pintura, además de sus usos medicinales. También es posible utilizarla para plásticos, neumáticos, caucho, aditivos alimentarios o chicles.

España podría beneficiarse en el futuro ya que cuenta con gran cantidad de bosques de pino resinero en la comunidad autónoma de Castilla y León, en las provincias de Segovia, Soria, Ávila y Valladolid. De hecho, España es el país europeo que cuenta con el territorio de bosques más extenso, después de Suecia.

A principios de la década de los sesenta, España llegó a producir más de 55 mil toneladas de resina. Sin embargo, la falta de demanda y la caída de los precios llevaron a que descendiera la producción hasta casi desaparecer en los años noventa.

Sin embargo, a fines de 2010, con la crisis de la cultura del plástico, hubo un resurgimiento de la investigación en nuevas alternativas sostenibles. La resina ha sido el sustento económico de una gran cantidad de comunidades rurales y de montaña durante la primera mitad del siglo XX. El oficio se ha transmitido de generación en generación, y sus técnicas tradicionales han pervivido hasta ahora. Sin embargo, en la actualidad, los procesos han mejorado para no dañar la vida de los árboles y proteger la biodiversidad.

En 2015, los investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid hicieron un estudio de los procesos de obtención de la resina con el objetivo de optimizar los resultados de la industria, al aumentar la producción durante los años benignos y luego reducir los gastos en los años siguientes. Esto es posible si se minimizan las incisiones que se realizan en la corteza.

Muchos lo llaman el “oro líquido” ya que podría reemplazar la mayoría de los usos del petróleo. En la medida en que el precio del crudo continúe aumentando, esta materia prima será su competidor principal. La resina podría convertirse en una alternativa, ya que se trata de una industria más sostenible y económica. Indudablemente, el bosque puede proveer de una gran cantidad de recursos renovables capaces de sustituir los productos obtenidos del petróleo. Las ventajas frente al uso del petróleo son varias, ya que los productos de plástico producidos con resina se degradan de manera orgánica y a mayor velocidad. Por otra parte, la extracción pone en valor los bosques de coníferas, evita los incendios y las plagas.

En definitiva, si el precio del crudo continúa en aumento, y la investigación y el desarrollo de la industria se mantienen en crecimiento, es probable que se convierta en la materia prima del futuro.