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Terrorismo, inmigración, economía… ¿Quién se acuerda de la violencia machista?

Eduardo Cassano
Eduardo Cassano
viernes, 29 de febrero de 2008, 09:36 h (CET)
Mi opinión acerca del debate del pasado lunes es que ganó la política, pues más de 13 millones de personas estuvieron pendientes del televisor. Me atrevería a pronosticar, y espero que así ocurra, que en estás elecciones habrá una participación más alta de lo habitual.

Entre los dos candidatos, Zapatero ganó, bajo mi punto de vista, todos y cada uno de los bloques. Y lo hizo con serenidad en las formas y contundencia en el contenido. Le faltó, quizás, ser más agresivo a la hora de defenderse de los ataques de Rajoy, como se le ha criticado, pues de haberlo hecho es probable que a estas horas la mayoría de votantes indecisos lo tuvieran más claro –una encuesta de ‘El Periódico’ asegura que ayudó a uno de cada cuatro electores a decidir su voto-, aunque el debate del próximo lunes será decisivo en la última semana de campaña.

En las primeras encuestas tras el debate, la mayoría daba como ganador a Zapatero. Ayer, dos nuevas encuestas del Instituto Opina y Demométrica otorgan al PSOE, además, una victoria con el 44% de los votos y seis puntos de diferencia con el PP, rozando la mayoría absoluta a falta del segundo debate, que resultará definitivo para Zapatero y Rajoy.

Cuando veo a Rajoy recuerdo al ministro que formó parte de un Gobierno que sólo vio ‘pequeños hilitos de plastilina’ en la catástrofe del Prestige. Me hubiera gustado conocer su opinión de haberse producido en su etapa en la oposición, al igual que la guerra de Irak, pues sobre ambas cuestiones llegó a decir desde el poder que ‘la incidencia en la vida real de la gente no es tanta’. El PP, bajo sus directrices, se ha dedicado a perseguir al Gobierno de Zapatero en todos sus movimientos, y ha basado sus cuatro años de oposición en el terrorismo, la mentira y el insulto. ¿De verdad que España necesita a un presidente como Rajoy?

A la derecha más conservadora y retrógrada, muy alejada del centro, se le da muy bien sembrar el pánico y el desconcierto entre la población cuando está en la oposición. Sin embargo, cuando ha tenido ocasión de gobernar, ha evitado el debate público y se ha dedicado a mirar hacía otro lado y levantar cortinas de humo, como sucedió con la guerra de Irak –cabe recordar que el Gobierno de entonces ignoró completamente la opinión de la gente que salió a protestar a la calle-, el Prestige, o el Yak-42. Por no mencionar, por supuesto, el 11-M y toda la conspiración que se inventó después.

Desde el PP y su entorno se critica que se hable tanto de la etapa de Aznar y se vende la idea que hay que olvidar el pasado, prometiendo un futuro mejor. Pero en política no conviene borrar lo que ha sucedido, pues está en juego una España muy diferente dependiendo de quién gobierne finalmente. Si Rajoy aspira a ser presidente, conviene recordar todo lo que hizo, lo bueno y también lo malo, cuando formaba parte del Gobierno de Aznar, y que el ciudadano vote consciente de a quién va a votar.

Cuando veo a Zapatero, sin embargo, de entrada me inspira confianza. Sé que maneja los datos como mejor le conviene, como hacen todos los políticos, pero en esta legislatura ha hecho cosas muy importantes para los españoles y hemos avanzado social y económicamente. De acuerdo, tenemos un problema grave con el tema de la vivienda y los precios de algunos productos básicos, pero eso no es algo de lo que se pueda culpar al Gobierno, ni tampoco Rajoy lo solucionará por sí mismo si accede al poder, como dice, e incluso quizás se crea, lo cual sería todavía más grave.

Personalmente, nunca había tenido tan fácil a quién dar mi voto y a quién no hacerlo. Cuando un político sólo crítica y ve lo negativo sin valorar ni una sola de las cosas positivas que se han hecho, la elección resulta muy sencilla. Ni Zapatero ni Rajoy están libres de pecado, pero uno de los dos será el próximo presidente. Al final no ganará el que más prometa, sino el que mejor mienta o diga más verdades a medias. Y nosotros, los ciudadanos, tendremos a los políticos que nos merecemos; los ciudadanos que votamos, elegimos y decidimos, y también aquellos a los que sólo les interesa la política para protestar.

Sin embargo hay un tema muy preocupante y que ninguno de los dos candidatos mencionó durante el debate: la violencia machista. En lo que llevamos de año ya hay más víctimas mortales que el año anterior en las mismas fechas, y el pasado martes fue el peor día del año con cuatro mujeres asesinadas a mano de sus parejas. ¿Quién, cómo y cuándo, piensa poner freno a este drama? ¿Acaso las muertes sólo cuentan en política si son a manos de ETA? Sería interesante que tanto Zapatero como Rajoy se pronuncien al respecto, no sólo lamentando la situación, sino proponiendo medidas más duras contra los asesinos.

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