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Opinión
Etiquetas | Monarquía | Colonialismo | MARRUECOS | Magreb | Mohamed VI | Celebración
De cómo una monarquía magrebí se convirtió en símbolo de lucha contra los imperios segregacionistas que colonizaban países del norte africano

​Celebración anticolonialista de la monarquía

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Un 18 de noviembre de 1933, el Sultán de Marruecos Mohammed Yusuf (Rey Mohammed V) decidió oficializar la celebración conocida como Fiesta del Trono, a instancias de un sector de la prensa magrebí que lo instaba a declarar día festivo la fecha en que fue entronizado. Con notorio disgusto de las potencias colonialistas y segregacionistas que ocupaban por la fuerza el Magreb, ese día la conmemoración tuvo un éxito inesperado, congregando a grandes multitudes en Fez, Salé, Rabat y Marraquech.


Al año siguiente, considerando la traumática experiencia del año anterior,  los ocupantes franceses condicionaron la Fiesta del Trono, prohibiendo los discursos políticos y sobre todo las críticas al inmoral colonialismo ejercido por las playas nortes del Mare Nostrum.


Como es costumbre de los oprimidos fastidiar a los opresores, con más razón si existe una evidencia manifiesta del fastidio que causa determinada manifestación, celebración o conmemoración, los marroquíes se pasaron todo ese día 18 de noviembre de 1934 vilipendiando placenteramente a los franceses y a su administración colonial en todos los rincones del país. Fue cuando descubrieron que celebrar la monarquía podía ser, curiosamente, un hecho político y una alegoría urticante contra el colonialismo. Fue cuando el pueblo marroquí y su monarquía se sintieron unidos de manera indisoluble.


Tanta fue la identificación entre el Rey y la lucha por la libertad de su tierra, que el mismo maestro de maestros de la guerra de Guerrillas, admirado por Ho Chi Ming, Mao Tse Tung y el Che Guevara, Abdelkrim, se adhirió a la causa y dio su espaldarazo al Rey Mohammed V.


Cuando en los años cincuenta el Rey exiliado por los colonialistas pudo regresar, el reencuentro con su pueblo fue apoteósico. Para 1956 el Reino de Marruecos lograba el retiro de Francia y España de sus territorios. La tradición se hizo fuerte, y Hassan II, quien lo sucedió un 3 de marzo, decidió seguir festejando la fecha en que un monarca tomaba el mando del Reino. Es el motivo por el cual en la actualidad se celebra un 30 de julio, fecha en que inició su reinado el actual Rey Mohammed VI.


En tiempos contemporáneos los eventos más importantes son el discurso del Rey a la nación, que coinciden en fechas con reconocimientos a personalidades insignes de los ámbitos cultural, científico, político o deportivo, además de una salva de cañones a la usanza occidental.


El rey Mohamed VI de Marruecos fue entronizado el 30 de julio de 1999, fecha que tradicionalmente se celebra por parte de todos los amigos de Marruecos en diferentes latitudes del mundo, incluido el Paraguay, donde la actual fecha del trono coincide con el día Internacional de la Amistad. La celebración es tan trascendente que el Rey de Marruecos, también Comendador de los creyentes para los devotos del Islam,  ofreció hace pocos años iftar o ruptura del ayuno nocturna en Ramadán, en honor a los presentes en el Palacio Real de Rabat.


Vale puntualizar que la monarquía como herramienta útil contra la opresión colonialista, no es una idea de los magrebíes, pues en el Congreso de Tucumán de 1816, se alzó la voz de reconocidos próceres argentinos como José de San Martín y Manuel Belgrano impulsando la idea de un nativo Inca a ser proclamado emperador de Sudamérica.


Tal vez una prueba entre tantas, que entre monárquicos y republicanos, como entre izquierda y derecha, apenas si existe una comedia.

​Celebración anticolonialista de la monarquía

De cómo una monarquía magrebí se convirtió en símbolo de lucha contra los imperios segregacionistas que colonizaban países del norte africano
Luis Agüero Wagner
viernes, 30 de julio de 2021, 08:59 h (CET)

Un 18 de noviembre de 1933, el Sultán de Marruecos Mohammed Yusuf (Rey Mohammed V) decidió oficializar la celebración conocida como Fiesta del Trono, a instancias de un sector de la prensa magrebí que lo instaba a declarar día festivo la fecha en que fue entronizado. Con notorio disgusto de las potencias colonialistas y segregacionistas que ocupaban por la fuerza el Magreb, ese día la conmemoración tuvo un éxito inesperado, congregando a grandes multitudes en Fez, Salé, Rabat y Marraquech.


Al año siguiente, considerando la traumática experiencia del año anterior,  los ocupantes franceses condicionaron la Fiesta del Trono, prohibiendo los discursos políticos y sobre todo las críticas al inmoral colonialismo ejercido por las playas nortes del Mare Nostrum.


Como es costumbre de los oprimidos fastidiar a los opresores, con más razón si existe una evidencia manifiesta del fastidio que causa determinada manifestación, celebración o conmemoración, los marroquíes se pasaron todo ese día 18 de noviembre de 1934 vilipendiando placenteramente a los franceses y a su administración colonial en todos los rincones del país. Fue cuando descubrieron que celebrar la monarquía podía ser, curiosamente, un hecho político y una alegoría urticante contra el colonialismo. Fue cuando el pueblo marroquí y su monarquía se sintieron unidos de manera indisoluble.


Tanta fue la identificación entre el Rey y la lucha por la libertad de su tierra, que el mismo maestro de maestros de la guerra de Guerrillas, admirado por Ho Chi Ming, Mao Tse Tung y el Che Guevara, Abdelkrim, se adhirió a la causa y dio su espaldarazo al Rey Mohammed V.


Cuando en los años cincuenta el Rey exiliado por los colonialistas pudo regresar, el reencuentro con su pueblo fue apoteósico. Para 1956 el Reino de Marruecos lograba el retiro de Francia y España de sus territorios. La tradición se hizo fuerte, y Hassan II, quien lo sucedió un 3 de marzo, decidió seguir festejando la fecha en que un monarca tomaba el mando del Reino. Es el motivo por el cual en la actualidad se celebra un 30 de julio, fecha en que inició su reinado el actual Rey Mohammed VI.


En tiempos contemporáneos los eventos más importantes son el discurso del Rey a la nación, que coinciden en fechas con reconocimientos a personalidades insignes de los ámbitos cultural, científico, político o deportivo, además de una salva de cañones a la usanza occidental.


El rey Mohamed VI de Marruecos fue entronizado el 30 de julio de 1999, fecha que tradicionalmente se celebra por parte de todos los amigos de Marruecos en diferentes latitudes del mundo, incluido el Paraguay, donde la actual fecha del trono coincide con el día Internacional de la Amistad. La celebración es tan trascendente que el Rey de Marruecos, también Comendador de los creyentes para los devotos del Islam,  ofreció hace pocos años iftar o ruptura del ayuno nocturna en Ramadán, en honor a los presentes en el Palacio Real de Rabat.


Vale puntualizar que la monarquía como herramienta útil contra la opresión colonialista, no es una idea de los magrebíes, pues en el Congreso de Tucumán de 1816, se alzó la voz de reconocidos próceres argentinos como José de San Martín y Manuel Belgrano impulsando la idea de un nativo Inca a ser proclamado emperador de Sudamérica.


Tal vez una prueba entre tantas, que entre monárquicos y republicanos, como entre izquierda y derecha, apenas si existe una comedia.

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Pienso, y esto no deja de ser una opinión exclusivamente personal, que la literatura debe estar escrita siempre desde el foco de la ilusión y la esperanza. Son los esenciales avituallamientos para la creatividad. No digo ya que las novelas deban tener un matiz rosa y de amores platónicos que nos alejan de la realidad. Porque ante todo hay que tener presente el punto de unión entre la ficción y la realidad.

Estoy arrepintiéndome de votar, arrepintiéndome de leer páginas de opinión política en la prensa, arrepintiéndome de acudir a manifestaciones manipuladas, arrepintiéndome de ver noticiarios de televisión y, mucho más, tertulias generalistas con tertulianos mediocres.

El padre de la Constitución argentina, Juan Bautista Alberdi, en su obra "El Crimen de la Guerra"(1870), afirma: "No puede haber guerra justa, porque no hay guerra juiciosa. La guerra es la pérdida temporal del juicio". Asimismo, añade que "las guerras serán mas raras a medida que la responsabilidad por sus efectos se hagan sentir en todos los que las promueven y las invitan".

 
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