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Psicología y sexualidad
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El incesto

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A pesar de la gran variedad de costumbres sexuales que ha producido la humanidad, se ha llegado a un acuerdo penalizar el incesto: que es la práctica de las relaciones sexuales entre miembros de una misma familia en primer grado: padres, hermanos, abuelos, tíos, primos. Existen casos entre tío y sobrina, que se han aceptado.

Sabemos que en otras épocas de la historia el matrimonio entre hermanos estaba permitido e incluso a veces se forzaba para mantener los linajes y las conveniencias en las dinastías. Sin embargo existe una tendencia natural a evitar las uniones de consanguinidad. Es curioso observar un estudio realizado en Israel, en el que se comprobó que había una escasez de matrimonios entre niños criados en el mismo kibutz, y que ya siendo adultos preferían emparejarse con personas de un kibutz didiferente.

A pesar de ese aparente desinterés sexual parece ser una práctica más frecuente de lo que podemos imaginar. Y es que ... el hogar no es sólo un lugar donde sentirnos protegidos, seguros, a salvo de todo peligro, sino que en muchas ocasiones se convierte en una verdadera tortura, es como una jaula, un nido de encubridores que no quieren denunciar para no ensuciar el buen nombre de la familia.

Empieza por un juego entre el niño y un adulto de la familia, suelen ser niñas las abusadas. Es lo más frecuente, pero aquí no se libra nadie. El pequeño está ajeno a las intenciones del adulto que se muestra cariñoso y sabe ganarse la confianza del niño. Parece algo natural y nadie pensaría que hay mala intención en ello.

Son individuos que a base de arrumacos, mimos pasan a besos más prolongados, caricias rodeando los genitales que terminan en caricias sexuales para llegar incluso al coito. Es el tipo más temible porque consigue que la víctima se sienta culpable y se crea culpable.

Va disfrazado de seductor y logra que su víctima no sólo esté segura de ser culpable, sino de haberlo provocado. Abusa, pervierte y provoca una excitación sexual y un placer que se vuelven contra ella, la víctima, que podrá quizá arrastrar durante su vida la vergüenza y el miedo por esa culpabilidad inexistente.

Hay otro tipo, el que emplea la violencia y al que se teme por su comportamiento agresivo. En estos casos el daño psicológico es menor. La niña sabe que él es el agresor y ella la víctima y aquí es más raro que se desarrolle el complejo de culpa porque no ha vivido la trampa del placer sexual. No hay la menor duda.

Lo más grave del abuso sexual del adulto sobre el menor, es que el adulto aparece ante el niño como una figura de autoridad, ante la que el niño tiene pocos recursos, ni la suficiente fuerza y si ha utilizado la fuerza, el chantaje o las amenazas, entonces cae en las redes del miedo.

Porque el incesto comienza con abusos sexuales y termina con la violación. Lo que más se denuncia es la violación de una hija o de varias hijas, a veces desde muy pequeñas que se prolonga en el tiempo y durante años por parte del padre.

La madre suele desconocer los hechos y las hijas temen decirselo por miedo a que no las crea o por temor a que el padre termine en la cárcel y se rompa así la supervivencia económica de la familia. En los casos en los que la madre se entera decide no darlo a conocer porque no sabe cómo manejar a su marido, ni qué hacer con la trágica situación que se ha creado en la familia.

El incesto y los abusos sexuales no son juegos de niños que se diluyen en el tiempo y no dejan rastro, porque muchas veces, a pesar del paso de los años, siguen viviendo grandes dosis de angustia si están en presencia de ese familiar, que incluso se acerca y les pide un beso ... como si no importase lo sucedido.

Claro que importa porque las secuelas son muy graves ... ha podido meterse en la droga, en la prostitución o haber intentado suicidarse varias veces. El caso es utilizar cualquier vía para expiar esa culpa que no es suya, para olvidar, para no tener que soportar ese desprecio que sienten hacia sí mismas.

Son problemas que hay que elaborar con el terapéuta sexual, con el sexólogo.

Ana de Calle. Sexóloga y Terapéuta de Pareja
www.elsexoesvida.com
+34 639 555 994
Autora de 'El sexo magia para tu cuerpo'

El incesto

Ana de Calle
miércoles, 22 de julio de 2015, 11:59 h (CET)
A pesar de la gran variedad de costumbres sexuales que ha producido la humanidad, se ha llegado a un acuerdo penalizar el incesto: que es la práctica de las relaciones sexuales entre miembros de una misma familia en primer grado: padres, hermanos, abuelos, tíos, primos. Existen casos entre tío y sobrina, que se han aceptado.

Sabemos que en otras épocas de la historia el matrimonio entre hermanos estaba permitido e incluso a veces se forzaba para mantener los linajes y las conveniencias en las dinastías. Sin embargo existe una tendencia natural a evitar las uniones de consanguinidad. Es curioso observar un estudio realizado en Israel, en el que se comprobó que había una escasez de matrimonios entre niños criados en el mismo kibutz, y que ya siendo adultos preferían emparejarse con personas de un kibutz didiferente.

A pesar de ese aparente desinterés sexual parece ser una práctica más frecuente de lo que podemos imaginar. Y es que ... el hogar no es sólo un lugar donde sentirnos protegidos, seguros, a salvo de todo peligro, sino que en muchas ocasiones se convierte en una verdadera tortura, es como una jaula, un nido de encubridores que no quieren denunciar para no ensuciar el buen nombre de la familia.

Empieza por un juego entre el niño y un adulto de la familia, suelen ser niñas las abusadas. Es lo más frecuente, pero aquí no se libra nadie. El pequeño está ajeno a las intenciones del adulto que se muestra cariñoso y sabe ganarse la confianza del niño. Parece algo natural y nadie pensaría que hay mala intención en ello.

Son individuos que a base de arrumacos, mimos pasan a besos más prolongados, caricias rodeando los genitales que terminan en caricias sexuales para llegar incluso al coito. Es el tipo más temible porque consigue que la víctima se sienta culpable y se crea culpable.

Va disfrazado de seductor y logra que su víctima no sólo esté segura de ser culpable, sino de haberlo provocado. Abusa, pervierte y provoca una excitación sexual y un placer que se vuelven contra ella, la víctima, que podrá quizá arrastrar durante su vida la vergüenza y el miedo por esa culpabilidad inexistente.

Hay otro tipo, el que emplea la violencia y al que se teme por su comportamiento agresivo. En estos casos el daño psicológico es menor. La niña sabe que él es el agresor y ella la víctima y aquí es más raro que se desarrolle el complejo de culpa porque no ha vivido la trampa del placer sexual. No hay la menor duda.

Lo más grave del abuso sexual del adulto sobre el menor, es que el adulto aparece ante el niño como una figura de autoridad, ante la que el niño tiene pocos recursos, ni la suficiente fuerza y si ha utilizado la fuerza, el chantaje o las amenazas, entonces cae en las redes del miedo.

Porque el incesto comienza con abusos sexuales y termina con la violación. Lo que más se denuncia es la violación de una hija o de varias hijas, a veces desde muy pequeñas que se prolonga en el tiempo y durante años por parte del padre.

La madre suele desconocer los hechos y las hijas temen decirselo por miedo a que no las crea o por temor a que el padre termine en la cárcel y se rompa así la supervivencia económica de la familia. En los casos en los que la madre se entera decide no darlo a conocer porque no sabe cómo manejar a su marido, ni qué hacer con la trágica situación que se ha creado en la familia.

El incesto y los abusos sexuales no son juegos de niños que se diluyen en el tiempo y no dejan rastro, porque muchas veces, a pesar del paso de los años, siguen viviendo grandes dosis de angustia si están en presencia de ese familiar, que incluso se acerca y les pide un beso ... como si no importase lo sucedido.

Claro que importa porque las secuelas son muy graves ... ha podido meterse en la droga, en la prostitución o haber intentado suicidarse varias veces. El caso es utilizar cualquier vía para expiar esa culpa que no es suya, para olvidar, para no tener que soportar ese desprecio que sienten hacia sí mismas.

Son problemas que hay que elaborar con el terapéuta sexual, con el sexólogo.

Ana de Calle. Sexóloga y Terapéuta de Pareja
www.elsexoesvida.com
+34 639 555 994
Autora de 'El sexo magia para tu cuerpo'

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