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Jaime de Jaraíz, un clásico del siglo XX

Daniel Tercero
Daniel Tercero
jueves, 6 de septiembre de 2007, 21:48 h (CET)
Una llamada por teléfono de Alejandro García Galán trajo la mala nueva a casa de mis progenitores, amigos íntimos, todos, de Jaime de Jaraíz. Luego, tan solo hizo falta una pregunta ¿sabes que se ha muerto Jaime? para comprobar el profundo dolor que los más allegados sienten en estos momentos.

El único contacto directo que tuve con el artista Jaime de Jaraíz, Jaime García Sánchez era su nombre real, fue un apretón de manos y un breve intercambio de palabras que ni siquiera yo recuerdo, hace más años de los que me puedo imaginar ahora mismo. No así mi familia, con la cual ha mantenido, tanto él como su mujer María Dolores, una excelente relación pese a la distancia que separan Extremadura con Madrid y Barcelona.

Ahora me han recordado, hablando y preguntando por Jaime, que se quedó en el tintero un retrato de mis padres. ¿Cuántos dibujos se habrán desvanecido para siempre? ¿Cuántas sinfonías? ¿Cuántas charlas? Cabe decir que Jaime de Jaraíz era un humanista de los que ya no quedan. No solo era -su obra no morirá- un excelente e innovador pintor, sino que también probó suerte con la música, aunque siempre, desde pequeñito, había compaginado ambas disciplinas, y los últimos años de su vida los dedicó a preparar un libro autobiográfico -menos de mil ejemplares, todos con su firma y sello- que expresa nada más y nada menos el lujo de tener la vida y obra del artista en un volumen.

Nada importa ya que con tan solo 16 años se hiciera con el primer premio de pintura de Plasencia, estamos en 1950, y que pudiese estudiar en Cáceres lo que mejor hacía, pintar. Nada importa ya que en 1957 marchase a París y que desde entonces expusiera su obra en las mejores ciudades de España. Nada importa ya que este jaraiceño, pero no uno cualquiera -de ahí que en 1979 el ministerio de Justicia aprobase su cambio de apellido, que él ya utilizaba desde los 60, para que su ciudad natal, Jaraíz de la Vera, diera la vuelta al mundo-, estudiase en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando... nada importa ya sus exposiciones en Johannesburgo, Denver, Dallas, Nueva York o Los Ángeles.

Todo esto ya no importa, tampoco el robo de dos de sus obras en los años 70, porque el artista Jaime seguirá. El tópico de que las obras de un creador no mueren es cierto, es más, la sociedad que nos rodea es tan hedonista que sus construcciones, innovaciones todas, se revalorizarán a partir de ahora.

Desde 1983 era miembro de la Real Academia de Extremadura (RAE), nombrado por unanimidad, y a los tres años de tal distinción el Hogar Extremeño de Barcelona le rindió un caluroso homenaje en el que participó, miren por donde, Jordi Pujol. En 1995 firma su último óleo, Carlos V, adelantándose como siempre y rindiendo homenaje a un proyecto en ciernes llamado Unión Europea.

De su currículo, personalmente, me quedo con Alegoría a la Constitución (1978), reproducción firmada y dedicada que cuelga de una de las paredes de nuestra casa familiar, que tantas veces miré, observé y analicé asombrado por la composición del azul y el contraste del blanco de la paloma, en manos del Rey, con la ternura del can que acompaña a la familia real. En cuanto vaya volveré a disfrutar de ella.

Santiago Castelo, subdirector de Abc, amigo, poeta y director de la RAE, ha dicho de Jaime de Jaraíz que era “un hombre eminentemente bueno, sencillo, cordial y generoso, que siempre veía el lado positivo de las cosas, y todo eso, claro, al margen de sus virtudes como pintor”. De lo primero dan fe las personas que lo conocían, de lo segundo no hay nada más que ver su obra para comprobarlo.

Otro pintor que la tierra de la extrema frontera nos regala. Jaime de Jaraíz se ha ido después 73 años de fructífera vida, intensa, y excelente obra.

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