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La esquizofrenia conlleva una gran carga económica

La intervención precoz integral tras el primer episodio de esquizofrenia podría modificar el curso de la enfermedad

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Conseguir el mayor tiempo libre de recaídas desde la aparición del primer episodio psicótico en la esquizofrenia no solo mejoraría el pronóstico de la enfermedad sino que incluso podría modificar el curso de la misma, por ello las líneas actuales de actuación entre los especialistas en esquizofrenia se están centrando en la intervención precoz e intensiva en esta fase de la enfermedad. Una intervención que además sería coste-eficiente en un trastorno mental caracterizado por ser altamente incapacitante desde etapas muy jóvenes de la vida del paciente. Así los han puesto de manifiesto los ponentes europeos presentes ante más de 500 especialistas españoles en el simposio “Meet the expert: Una nueva mirada a la esquizofrenia”, organizado por la Alianza Otsuka-Lundbeck con el objetivo de analizar este trastorno mental grave desde diversos ángulos, desde el clínico hasta el social pasando por el económico.

“Si queremos tener éxito en nuestro empeño de mejorar el tratamiento y el pronóstico de la esquizofrenia es fundamental tener una visión de la enfermedad en su conjunto y no solo a través de distintos aspectos específicos que la componen”, afirma el Dr. Benedicto Crespo-Facorro, moderador del simposio, profesor titular de Psiquiatría en la Universidad de Cantabria y jefe de Sección en el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla (Santander).

En este sentido, el Dr. Celso Arango, jefe de Servicio de Psiquiatría en el Hospital General Universitario Gregorio Marañón (Madrid) y moderador también del simposio, explica que si se logra toda una intervención global, tanto farmacológica como psicoterapéutica junto con la implicación de las familias, entre el primer y el segundo episodio psicótico, “se podría llegar a modificar el curso de la enfermedad. Ya que evitaría que se produjera una cascada de eventos negativos a nivel cerebral así como la aparición de la toxicidad social, entendida como rechazo, pérdida de trabajo y estigmatización, lo que todo junto predice un peor pronóstico para el paciente”.

La esquizofrenia afecta aproximadamente al 1% de la población adulta de Europa y Estados Unidos1,2. En Europa se calcula que 4,4 millones están diagnosticadas3 de los cuales 400.000 son españoles4. El comienzo de los síntomas ocurre generalmente al final de la adolescencia o en adultos jóvenes. La edad media de un primer episodio es de aproximadamente 21 años en los hombres y 27 años en las mujeres5. Y desde entonces muchas de estas personas tendrán nuevos episodios. Y es que el porcentaje de recaídas después de un primer episodio de esquizofrenia es alto: un 16% sufrirá un episodio- entendido como un empeoramiento de los síntomas psicopatológicos así como de una rehospitalización- al año y el 80% a los cinco años.

Y es que la esquizofrenia conlleva una gran carga económica. Según el profesor David McDaid, coordinador de la Red Europea de Economía en Salud Mental y participante en el simposio con la ponencia ¿Cuánto cuesta –de verdad- la esquizofrenia?, el coste de la esquizofrenia en España es similar al de la diabetes, unos 8.000 millones de euros con la diferencia que “la diabetes afecta a tres millones de personas y la esquizofrenia solo a 400.000. Esto nos permite hacernos una idea”.

Los costes directos asociados derivados, por ejemplo, de un nuevo episodio se estiman alrededor del 30-35% del coste total, especialmente por las hospitalizaciones.7,8 “Pero la mayoría de los costes son indirectos, los cuales suponen alrededor del 60%-70%”, afirma el profesor David McDaid.

Los costes indirectos son derivados principalmente de la pérdida de productividad en personas que enferman muy jóvenes, aunque también por los problemas de salud física que suelen sufrir paralelamente. Según la Organización Mundial de la Salud, la esquizofrenia es la tercera causa de discapacidad entre la población de 15 a 44 años de edad en todo el mundo.

“El coste de controlar los problemas de salud física es el doble en personas con esquizofrenia. Porque una mala salud física les lleva a tener una peor calidad de vida, a que aumenten sus ingresos hospitalarios con los años y no tanto por su esquizofrenia sino por los problemas asociados”, expone McDaid. De hecho, según el experto, se estima que las personas con esquizofrenia viven de media unos 20 años menos que la población general.

Medidas socio-sanitarias en esquizofrenia
En el simposio se ha esgrimido varias medidas socio-sanitarias con el fin de mejorar el pronóstico de la enfermedad y aliviar la carga económica y social que conlleva. Entre ellas, se apostó por prevenir las recaídas, “como uno de los objetivos fundamentales de cualquier plan de actuación”, según el Dr. Benedicto Crespo-Facorro. Porque el abandono del tratamiento antipsicótico pautado es la principal causa de recaídas en pacientes estabilizados, que se produce principalmente por la falta de conciencia de tener la enfermedad y de necesitar –por ello- un tratamiento. “También influye en este abandono la aparición de efectos secundarios limitantes y que interfieren en el desarrollo de actividades cotidianas en aquellos que sí siguen un tratamiento”, explica el doctor.

Por tanto, a juicio del Dr. Celso Arango, se deben utilizar los fármacos que menos efectos secundarios tengan. Porque hay que pensar que “un fármaco que no produce comorbilidad física a causa de sus efectos secundarios, no solo mejora la calidad de vida de las personas sino que también disminuye el coste sanitario al evitar desarrollar otras enfermedades”.

En este sentido, los nuevos tratamientos antipsicóticos como los inyectables de liberación prolongada intramuscular representan una importante herramienta de tratamiento que “asegura una triada terapéutica trascendente: eficacia, tolerabilidad y adherencia”, afirma el Dr. Crespo-Facorro, por ello considera que los psiquiatras deben de tener esta visión de la ventajas que aportan y estar convencidos de su efectividad en todas las fases de la enfermedad.

La intervención precoz integral tras el primer episodio de esquizofrenia podría modificar el curso de la enfermedad

La esquizofrenia conlleva una gran carga económica
Francisco Acedo
martes, 28 de abril de 2015, 22:46 h (CET)
Conseguir el mayor tiempo libre de recaídas desde la aparición del primer episodio psicótico en la esquizofrenia no solo mejoraría el pronóstico de la enfermedad sino que incluso podría modificar el curso de la misma, por ello las líneas actuales de actuación entre los especialistas en esquizofrenia se están centrando en la intervención precoz e intensiva en esta fase de la enfermedad. Una intervención que además sería coste-eficiente en un trastorno mental caracterizado por ser altamente incapacitante desde etapas muy jóvenes de la vida del paciente. Así los han puesto de manifiesto los ponentes europeos presentes ante más de 500 especialistas españoles en el simposio “Meet the expert: Una nueva mirada a la esquizofrenia”, organizado por la Alianza Otsuka-Lundbeck con el objetivo de analizar este trastorno mental grave desde diversos ángulos, desde el clínico hasta el social pasando por el económico.

“Si queremos tener éxito en nuestro empeño de mejorar el tratamiento y el pronóstico de la esquizofrenia es fundamental tener una visión de la enfermedad en su conjunto y no solo a través de distintos aspectos específicos que la componen”, afirma el Dr. Benedicto Crespo-Facorro, moderador del simposio, profesor titular de Psiquiatría en la Universidad de Cantabria y jefe de Sección en el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla (Santander).

En este sentido, el Dr. Celso Arango, jefe de Servicio de Psiquiatría en el Hospital General Universitario Gregorio Marañón (Madrid) y moderador también del simposio, explica que si se logra toda una intervención global, tanto farmacológica como psicoterapéutica junto con la implicación de las familias, entre el primer y el segundo episodio psicótico, “se podría llegar a modificar el curso de la enfermedad. Ya que evitaría que se produjera una cascada de eventos negativos a nivel cerebral así como la aparición de la toxicidad social, entendida como rechazo, pérdida de trabajo y estigmatización, lo que todo junto predice un peor pronóstico para el paciente”.

La esquizofrenia afecta aproximadamente al 1% de la población adulta de Europa y Estados Unidos1,2. En Europa se calcula que 4,4 millones están diagnosticadas3 de los cuales 400.000 son españoles4. El comienzo de los síntomas ocurre generalmente al final de la adolescencia o en adultos jóvenes. La edad media de un primer episodio es de aproximadamente 21 años en los hombres y 27 años en las mujeres5. Y desde entonces muchas de estas personas tendrán nuevos episodios. Y es que el porcentaje de recaídas después de un primer episodio de esquizofrenia es alto: un 16% sufrirá un episodio- entendido como un empeoramiento de los síntomas psicopatológicos así como de una rehospitalización- al año y el 80% a los cinco años.

Y es que la esquizofrenia conlleva una gran carga económica. Según el profesor David McDaid, coordinador de la Red Europea de Economía en Salud Mental y participante en el simposio con la ponencia ¿Cuánto cuesta –de verdad- la esquizofrenia?, el coste de la esquizofrenia en España es similar al de la diabetes, unos 8.000 millones de euros con la diferencia que “la diabetes afecta a tres millones de personas y la esquizofrenia solo a 400.000. Esto nos permite hacernos una idea”.

Los costes directos asociados derivados, por ejemplo, de un nuevo episodio se estiman alrededor del 30-35% del coste total, especialmente por las hospitalizaciones.7,8 “Pero la mayoría de los costes son indirectos, los cuales suponen alrededor del 60%-70%”, afirma el profesor David McDaid.

Los costes indirectos son derivados principalmente de la pérdida de productividad en personas que enferman muy jóvenes, aunque también por los problemas de salud física que suelen sufrir paralelamente. Según la Organización Mundial de la Salud, la esquizofrenia es la tercera causa de discapacidad entre la población de 15 a 44 años de edad en todo el mundo.

“El coste de controlar los problemas de salud física es el doble en personas con esquizofrenia. Porque una mala salud física les lleva a tener una peor calidad de vida, a que aumenten sus ingresos hospitalarios con los años y no tanto por su esquizofrenia sino por los problemas asociados”, expone McDaid. De hecho, según el experto, se estima que las personas con esquizofrenia viven de media unos 20 años menos que la población general.

Medidas socio-sanitarias en esquizofrenia
En el simposio se ha esgrimido varias medidas socio-sanitarias con el fin de mejorar el pronóstico de la enfermedad y aliviar la carga económica y social que conlleva. Entre ellas, se apostó por prevenir las recaídas, “como uno de los objetivos fundamentales de cualquier plan de actuación”, según el Dr. Benedicto Crespo-Facorro. Porque el abandono del tratamiento antipsicótico pautado es la principal causa de recaídas en pacientes estabilizados, que se produce principalmente por la falta de conciencia de tener la enfermedad y de necesitar –por ello- un tratamiento. “También influye en este abandono la aparición de efectos secundarios limitantes y que interfieren en el desarrollo de actividades cotidianas en aquellos que sí siguen un tratamiento”, explica el doctor.

Por tanto, a juicio del Dr. Celso Arango, se deben utilizar los fármacos que menos efectos secundarios tengan. Porque hay que pensar que “un fármaco que no produce comorbilidad física a causa de sus efectos secundarios, no solo mejora la calidad de vida de las personas sino que también disminuye el coste sanitario al evitar desarrollar otras enfermedades”.

En este sentido, los nuevos tratamientos antipsicóticos como los inyectables de liberación prolongada intramuscular representan una importante herramienta de tratamiento que “asegura una triada terapéutica trascendente: eficacia, tolerabilidad y adherencia”, afirma el Dr. Crespo-Facorro, por ello considera que los psiquiatras deben de tener esta visión de la ventajas que aportan y estar convencidos de su efectividad en todas las fases de la enfermedad.

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