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Si se silba no se juega

Pedro de Hoyos
lunes, 16 de marzo de 2015, 00:48 h (CET)
Somos una sociedad extraña, nuestros valores han cambiado con los últimos años y estamos llenos de contradicciones. No se pueden hacer chistes en televisión sobre homosexuales pues sería visto enseguida como una ofensa y la sociedad y la prensa progre volcaría su furia contra el autor de tamaño disparate. Pero si se trata de la Iglesia las ofensas pueden ser de cualquier tipo, pregunten a Charlie Hebdo, y si hay que defender la posibilidad de hacerlo se recurre a la libertad de prensa, faltaría más.

En los campos de fútbol está persiguiéndose la ofensa racista y machista y otros cantos ofensivos o simplemente maleducados. Lógico, bueno y sano. Pero se permite que se ofenda -¿en nombre de qué?- al himno español. En cualquier país normal, ajeno por tanto a España, esto sería la máxima afrenta a la nación y a los nacionales. En España estamos tan deformes, en parte por el nacionalismo inyectado en vena durante el franquismo, que esta ofensa a España y a todos los españoles se tolera como parte del paisaje cotidiano. Parece normal a muchos ofender gratis et amore a España, como a muchos parece intolerable, fascista y retrógrado defender a España. Ésta es la perversión de valores en que vivimos inmersos.

La ofensa al himno de España es la ofensa a España y a los españoles, infinitamente más grave que las indefendibles ofensas racistas, por ejemplo, en cualquier lugar del mundo que no sea España. En Francia, China o Vietnam nadie permitiría esta memez; en España sin embargo no pasa nada, no me digan que no somos un país raro. Hay que pararlo, hay que ser normales, hay que ser europeos, internacionales, mundiales: si se silba el himno no se juega o se juega a puerta cerrada. Sin complejos, sin franquismo, sin la tontuna neoizquierdista, hagamos normal en España lo que es normal en el mundo.

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