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Etiquetas | Psicología

Afrontando los problemas y creciendo con ellos

“Toda dificultad eludida se convertirá más tarde en un fantasma que perturbará nuestro reposo” F. Chopin
Carmen Gil
martes, 13 de enero de 2015, 07:54 h (CET)
Una definición de problema dice que es “Cuestión discutible que hay que resolver o a la que se busca una explicación”.

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Y aquí radica la cuestión fundamental, buscamos una explicación y quizás una justificación al problema, nos centramos en el problema en sí y dejamos de lado la búsqueda de la posible solución. Centramos nuestra energía en darle vueltas al problema, lo mascamos y rumiamos hasta la saciedad, dando vueltas en círculos que no nos llevan a ninguna parte.

Yo definiría problema como “situación controvertida que nos hace despertar y nos empuja hacia la búsqueda de una alternativa o solución a fin de poder alcanzar la paz y comodidad en nuestra vida”.

No podemos evitar la mayoría de los problemas que aparecerán a lo largo de nuestra vida, en muchas ocasiones entran en nuestra casa sin llamar, de nosotras depende ofrecerles una silla para que se acomoden o de abrir la ventana para airear rápido y que salgan volando.

La mayoría de las veces los problemas no son reales, me explico, solo existen en nuestra mente, los crea nuestra imaginación, además con todo lujo de detalles. A nuestra mente le encanta divagar y crear, normalmente situaciones desfavorables. Podríamos decir que nuestro pensamiento esta culturalmente adiestrado para “pensar mal” y sobre todo para “mal pensar”.

Cuando creemos algo, lo hacemos realidad, se convierte en nuestra realidad, y por lo tanto nuestro cuerpo responde a esa situación. Si pensamos en que nuestra pareja no es infiel, por ejemplo, si lo creemos firmemente, sufriremos por esa situación imaginaria, aun siendo totalmente irreal. Nuestra mente “mal piensa” que si y nuestro cuerpo reacciona.

Por tanto de nosotras depende desaprender y reaprender una nueva manera de pensar y por tanto crear nuestra realidad de vida. Cuando nuestra mente empieza a divagar y fantasear sobre un hipotético problema debemos ser consciente de ello, reaccionar, no podemos quedarnos paradas pensando una y otra vez en esa situación. Lo mejor es salir de dudas rápidamente, razonando la idea, preguntándonos por qué pensamos eso. Utilizaremos el sentido común, haciéndonos un cuestionario.

¿Porque pienso en esto?
¿Qué pruebas tengo que me indican que este problema es real?
En caso de ser real, ¿Qué pasos tengo que dar para solucionarlo lo antes posible?

En la mayoría de los casos los problemas se solucionan dialogando inicialmente, es fundamental. Dialogando con una misma y después con quien sea necesario. Aquí la idea primordial es buscar una solución y tomar acción para solucionarlo sin demora. Una vez identificamos el problema, cuando ya le hemos puesto un “nombre” ya es momento de dar el siguiente paso, solucionarlo.

Los problemas son parte de la vida, es más, son necesarios, los problemas nos fortalecen y nos permiten avanzar y crecer como persona, si aprendemos a ser recursivas y a ver el lado positivo de las situaciones difíciles. Las personas que en su vida se han encontrado muchos problemas y dificultades suelen ser personas con una alta confianza y autoestima, se conocen muy bien, saben cuáles son sus límites y se crecen ante las adversidades. Han aprendido que el “mal pensar” no sirve de nada y se deciden a buscar soluciones en vez de lamentarse.

Quiero terminar mi artículo con un fragmento maravilloso de una mujer extraordinaria, Elisabeth Kubler- Ross. Define en muy pocas palabras toda una lección de superación y vida, y como las adversidades eliminan de la existencia lo superficial y dejan ver todo el potencial y la bondad de nuestro interior.

“Las personas más bellas con las que me he encontrado son aquellas que han conocido la derrota, conocido la pérdida, el sufrimiento, la lucha y han encontrado su forma de salir de las profundidades. Estas personas tienen una apreciación, una sensibilidad y una comprensión de la vida que los llena de compasión, humildad y una profunda inquietud amorosa. La gente bella no surge de la nada”

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No hace falta creer en fantasmas, ni esperar a que la noche caiga con luna llena y ajos colgando de la puerta y las ventanas. Los vampiros existen. No tienen capa ni colmillos, pero andan sueltos por las oficinas, por los pasillos de casa, por las cenas familiares o entre amigos, están entre nosotros.

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