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​En materia de urbanismo nos encontramos con un inconveniente a estudiar y al que dar solución: el coche y su aparcamiento

Distancia social

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Hermanos: ya sabéis que, como buenos mediterráneos, somos muy proclives a la exaltación de la amistad en cuanto nos hemos tomado un par de rondas de cervezas y vinos. Necesitamos el roce, el abrazo, el par de besos, el apretón de manos, el “choca esos cinco”.

Por eso nos va a costar más que a los japoneses o a los gélidos europeos del norte, conseguir el cumplimiento de la distancia social impuesta por el estado de alarma y que, por prudencia, deberíamos cumplir cuando entremos en la nueva normalidad.

En materia de urbanismo nos encontramos con un inconveniente a estudiar y al que dar solución: el coche y su aparcamiento. Ya que a todos nos gusta llegar con nuestro coche, de cinco plazas, pero ocupado solo por el conductor, hasta la mismísima puerta de nuestra casa y poder aparcar allí. Las calles se han estrechado para los peatones con diminutas aceras y se han ensanchado para los coches con carriles de circulación y zonas de aparcamiento en hilera o, si la calle es ancha, aparcamientos en batería.

Con aceras estrechas difícilmente vamos a poder cumplir con el distanciamiento social exigido y recomendado por las autoridades. Y la peatonalización perpetua va a generara infinidad de conflictos entre ayuntamientos, peatones, comerciantes y conductores.

Tan vez la solución sea establecer zonas de peatonalización variable o flexible, dependiendo de las horas o de las fechas lectivas o festivas. Y, por supuesto, los ayuntamientos deberán empezar a pensar en planes de ensanche de aceras y la creación de aparcamientos disuasorios situados a 15 minutos de cualquier sitio a pie.

Distancia social

​En materia de urbanismo nos encontramos con un inconveniente a estudiar y al que dar solución: el coche y su aparcamiento
ZEN
lunes, 1 de junio de 2020, 08:28 h (CET)

Hermanos: ya sabéis que, como buenos mediterráneos, somos muy proclives a la exaltación de la amistad en cuanto nos hemos tomado un par de rondas de cervezas y vinos. Necesitamos el roce, el abrazo, el par de besos, el apretón de manos, el “choca esos cinco”.

Por eso nos va a costar más que a los japoneses o a los gélidos europeos del norte, conseguir el cumplimiento de la distancia social impuesta por el estado de alarma y que, por prudencia, deberíamos cumplir cuando entremos en la nueva normalidad.

En materia de urbanismo nos encontramos con un inconveniente a estudiar y al que dar solución: el coche y su aparcamiento. Ya que a todos nos gusta llegar con nuestro coche, de cinco plazas, pero ocupado solo por el conductor, hasta la mismísima puerta de nuestra casa y poder aparcar allí. Las calles se han estrechado para los peatones con diminutas aceras y se han ensanchado para los coches con carriles de circulación y zonas de aparcamiento en hilera o, si la calle es ancha, aparcamientos en batería.

Con aceras estrechas difícilmente vamos a poder cumplir con el distanciamiento social exigido y recomendado por las autoridades. Y la peatonalización perpetua va a generara infinidad de conflictos entre ayuntamientos, peatones, comerciantes y conductores.

Tan vez la solución sea establecer zonas de peatonalización variable o flexible, dependiendo de las horas o de las fechas lectivas o festivas. Y, por supuesto, los ayuntamientos deberán empezar a pensar en planes de ensanche de aceras y la creación de aparcamientos disuasorios situados a 15 minutos de cualquier sitio a pie.

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