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Soy uno de los viejos a los que, si enfermo del coronavirus, no les darían respirador si falta para otros más jóvenes

​Sigo confinado pero no dejo de darle vueltas a la cabeza

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Recuerdo el atentado de Atocha del 11-M, con 200 muertos, y la reacción que tuvimos los españoles de enfado, tristeza y rabia por aquellas personas que no tenían que haber muerto. Todo el mundo salió a la calle para mostrar su indignación. El gobierno se vio sobrepasado por los acontecimientos, no se atrevió a suspender las elecciones, ni a declarar el estado de alarma, se produjo el vuelco electoral y el PP entregó el poder a Rodríguez Zapatero, para mí, de infausta memoria. El atentado sigue si resolverse.

Ahora mueren con la pandemia 17.000 españoles 0 más, cuyos ataúdes se apilan hasta que puedan ser enterrados, y la reacción de los españoles, no sé si espontanea o hábilmente inducida, ha sido salir a los balcones a dar palmas o tocar la guitarra.

El gobierno no es el culpable de la pandemia, pero reaccionó tarde a pesar de tener avisos de lo que se venía encima. Dio más crédito al Sr. Simón que a otros más expertos que él. Declaró el estado de alarma, encerró a los españoles en sus casas y se puso a legislar por decreto, evitando, mientras pudo, el control parlamentario, en lugar de compartir el problema con las demás fuerzas políticas y en el más puro estilo venezolano se dedicó a extensos y cansinos monólogos a través de todas las cadenas de televisión.

El confinamiento de los ciudadanos ha hundido la economía de todo el país. Es una crisis sin precedentes a la que se quiere parchear con ayudas y medidas confusas y tardías. Ha recurrido a Europa como si la UE fuera una asociación de socorros mutuos y no sé si dará resultado. El socio Pablo Iglesias, comunista confeso, ya está dispuesto a nacionalizar todo lo que pueda. Hay que recordar que las venerables cajas de ahorros, aunque formalmente no fueron nacionalizadas para crear una banca pública, desaparecieron en la ruina por la pésima gestión de partidos y sindicatos.

Los miembros que forman este gobierno de coalición tampoco parecen haber sido elegidos entre los más capacitados en cada área. Un filósofo (del que no conozco ninguna publicación) ha asumido la sanidad sin ningún éxito. Los elementos más necesarios para hacer frente a la pandemia han llegado tarde y mal. La ministra que quiere explicar lo que es un ERTE demuestra en unos minutos su incompetencia. La vicepresidenta que animó la manifestación feminista diciendo aquello de “asistid que os va la vida en ello” se ha cubierto de gloria.

El gran éxito de este gobierno ha sido ayudar (untar) económicamente a todas las cadenas de televisión para que aplaudan y acusen a los demás de crear bulos y noticias falsas. Pero los más de 17.000 muertos siguen ahí, sin enterrar. Son la mayor parte mayores que han muerto sin la compañía de familiares y también miembros del personal sanitario, agotados y caídos en acto de servicio.

Es el ejército, tan odiado de los nacionalistas, los que han dado un magnífico ejemplo de eficacia. Lo felicito por mi parte en la persona de la ministra que, entre tanto desastre, ha actuado bastante bien.

Estamos en la semana siguiente a la de la Resurrección de Cristo y seguiremos en arresto domiciliario, lo que no impide que desee a todos una feliz Pascua y que Dios nos eche una mano.

​Sigo confinado pero no dejo de darle vueltas a la cabeza

Soy uno de los viejos a los que, si enfermo del coronavirus, no les darían respirador si falta para otros más jóvenes
Francisco Rodríguez
martes, 14 de abril de 2020, 14:04 h (CET)

Recuerdo el atentado de Atocha del 11-M, con 200 muertos, y la reacción que tuvimos los españoles de enfado, tristeza y rabia por aquellas personas que no tenían que haber muerto. Todo el mundo salió a la calle para mostrar su indignación. El gobierno se vio sobrepasado por los acontecimientos, no se atrevió a suspender las elecciones, ni a declarar el estado de alarma, se produjo el vuelco electoral y el PP entregó el poder a Rodríguez Zapatero, para mí, de infausta memoria. El atentado sigue si resolverse.

Ahora mueren con la pandemia 17.000 españoles 0 más, cuyos ataúdes se apilan hasta que puedan ser enterrados, y la reacción de los españoles, no sé si espontanea o hábilmente inducida, ha sido salir a los balcones a dar palmas o tocar la guitarra.

El gobierno no es el culpable de la pandemia, pero reaccionó tarde a pesar de tener avisos de lo que se venía encima. Dio más crédito al Sr. Simón que a otros más expertos que él. Declaró el estado de alarma, encerró a los españoles en sus casas y se puso a legislar por decreto, evitando, mientras pudo, el control parlamentario, en lugar de compartir el problema con las demás fuerzas políticas y en el más puro estilo venezolano se dedicó a extensos y cansinos monólogos a través de todas las cadenas de televisión.

El confinamiento de los ciudadanos ha hundido la economía de todo el país. Es una crisis sin precedentes a la que se quiere parchear con ayudas y medidas confusas y tardías. Ha recurrido a Europa como si la UE fuera una asociación de socorros mutuos y no sé si dará resultado. El socio Pablo Iglesias, comunista confeso, ya está dispuesto a nacionalizar todo lo que pueda. Hay que recordar que las venerables cajas de ahorros, aunque formalmente no fueron nacionalizadas para crear una banca pública, desaparecieron en la ruina por la pésima gestión de partidos y sindicatos.

Los miembros que forman este gobierno de coalición tampoco parecen haber sido elegidos entre los más capacitados en cada área. Un filósofo (del que no conozco ninguna publicación) ha asumido la sanidad sin ningún éxito. Los elementos más necesarios para hacer frente a la pandemia han llegado tarde y mal. La ministra que quiere explicar lo que es un ERTE demuestra en unos minutos su incompetencia. La vicepresidenta que animó la manifestación feminista diciendo aquello de “asistid que os va la vida en ello” se ha cubierto de gloria.

El gran éxito de este gobierno ha sido ayudar (untar) económicamente a todas las cadenas de televisión para que aplaudan y acusen a los demás de crear bulos y noticias falsas. Pero los más de 17.000 muertos siguen ahí, sin enterrar. Son la mayor parte mayores que han muerto sin la compañía de familiares y también miembros del personal sanitario, agotados y caídos en acto de servicio.

Es el ejército, tan odiado de los nacionalistas, los que han dado un magnífico ejemplo de eficacia. Lo felicito por mi parte en la persona de la ministra que, entre tanto desastre, ha actuado bastante bien.

Estamos en la semana siguiente a la de la Resurrección de Cristo y seguiremos en arresto domiciliario, lo que no impide que desee a todos una feliz Pascua y que Dios nos eche una mano.

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Me he criado en una familia religiosa, sin llegar a ser beata, que ha vivido muy de cerca la festividad del Jueves Santo desde siempre. Mis padres se casaron en Santo Domingo, hemos vivido en el pasillo del mismo nombre, pusimos nuestro matrimonio a los pies de la Virgen de la Esperanza, de la que soy hermano, y he llevado su trono durante 25 años.

 
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