Han pasado ya más de 20 años desde que la administración Clinton
alcanzara su presunto acuerdo nuclear histórico con Corea del Norte. El
propósito de la iniciativa diplomática norteamericana era impedir que
Corea del Norte tuviera arsenal nuclear, a través de una serie de
incentivos y mecanismos verosímiles de garantía. Hoy como ayer, los
políticos parecían suscribir la noción de que un mal acuerdo es mejor
que no tener acuerdo, a pesar de la retórica en otro sentido. Los
negociadores de la época admitieron puntualmente haber advertido que
estaban cerrando un mal acuerdo, pero estaban convencidos de que con
regímenes comunistas desapareciendo por doquier, el tiempo de Corea del
Norte se agotaba. Lo que nunca entendieron del todo en el caso de Corea
del Norte como en el de Irán *es la importancia de la ideología para el
régimen, y el hecho de que había suficientes incondicionales entre la
cúpula y las fuerzas militares del régimen para resolver cualquier duda
que opinión pública o reformistas pudieran haber tenido.
20 años más tarde, Corea del Norte es potencia nuclear, más amenazante
que nunca. Sus artimañas comenzaron prácticamente en el instante en que
firmó el Acuerdo Marco y los acuerdos posteriores. Wendy Sherman, que
hoy encabeza el equipo de negociaciones con Irán, reaccionó a las
informaciones del Pentágono por aquella época señalando las artimañas
norcoreanas condenando a los expertos del Pentágono por inflexibles.
Avanzamos dos décadas: Obama busca un acuerdo con Irán que altere una
herencia por lo demás lamentable, mientras funcionarios del Departamento
de Estado antiguos y actuales como Wendy Sherman, Jake Sullivan o Bill
Burns advierten que una forma de salir adelante a nivel personal es
saltarse cortapisas diplomáticas, *tanto si vulnerar esas trabas es
inteligente de cara a la seguridad nacional como si no.
Mientras la administración Obama se precipita a sellar un mal acuerdo
con Irán, la noticia más reciente de Corea del Norte debería ser un
toque de atención. Según la agencia surcoreana de prensa Yonhap:
/Corea del Norte habría botado un nuevo submarino capaz de lanzar
proyectiles balísticos, fuentes gubernamentales y militares dijeron el
domingo en Seúl, suscitando más inquietud en torno a las constantes
amenazas nucleares y balísticas del vecino del Norte. Se sabe que el
país comunista "habría finalizado la construcción del nuevo submarino
tras importar un submarino de la era soviética de clase Golf y
modificarlo", manifestó una fuente del gobierno bajo anonimato. La nave
soviética se construyó en 1958 y se apartó de servicio en 1990. "El
nuevo submarino tiene 67 metros de eslora y presenta 6,6 metros de
batalla, y un desplazamiento sumergido en el rango de las 3.000
toneladas", declara la fuente.
*Aunque Corea del Norte todavía no domina la tecnología del lanzamiento
balístico de superficie desde submarinos, se trata de un avance más en
la trayectoria que Pyongyang viene describiendo sin alteración.
Volvamos a Irán: Aunque el régimen iraní dice desear la energía nuclear
por motivos de uso civil, a primera vista tales afirmaciones no tienen
ningún sentido: Irán no tiene reservas nacionales de uranio para
alimentar un programa civil del alcance del que dice desear (ocho
reactores) durante más de 15 años. Que Irán pueda alimentar su consumo
con petróleo y gas mucho más tiempo y con una inversión *mucho más
económica *debería arrojar dudas sobre sus intenciones. También el hecho
de que Irán se haya puesto a trabajar en el desarrollo tanto de
submarinos como de cabezas balísticas, cosas la primera de las cuales
nunca ha formado parte del programa bilateral y a las que el
Departamento de Estado parece estar dispuesto a hacerse el sueco durante
sus negociaciones en el segundo caso.
Aunque el ejército estadounidense lleva a cabo maniobras de reciclaje
constantemente, el Departamento de Estado nunca ha llevado a cabo ningún
ejercicio de autoexamen a tenor de la razón de que su actividad
diplomática *con regímenes disfuncionales haya fracasado
estrepitosamente*. El Departamento simplemente nunca ha reconocido error
alguno, y por eso los repite de forma constante.
Yo no estoy seguro de que alguien pueda llamar un éxito a las
negociaciones americano-norcoreanas fuera de Pyongyang. Más bien han
sido una catástrofe multimillonaria de proporciones colosales. Deberían
ser un toque de atención, sobre todo cuando los negociadores iraníes han
buscado su inspiración en Corea del Norte. Pero de haber algo positivo
en las negociaciones, es la lección práctica que deberían representar
para los diplomáticos estadounidenses, caso de que escuchen.