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Hoy todos miran al de al lado mientras se lanzan el ya manoseado, hasta la saciedad, del “y tú más".

No volveré a votar nunca más a partidos que colaboran con chorizos, bien por acción u omisión

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Mientras miríadas de pensionistas, amas de casa, algún que otro discapacitado y gente con poca capacidad de defesa eran expoliados bajo el trilerismo de las “preferentes”, los máximos responsables de Caja Madrid se dedicaban a esquilmar los fondos de la entidad a base de Dom Pérignon, hoteles de cinco estrellas y putas de lujo. Las tarjetas opacas o black cards pasaban de mano en mano, por simpatizantes y militantes de los partidos políticos de mayor representación, así como de las organizaciones empresariales y sindicales relevantes de este, todavía, país.

Hoy todos miran al de al lado mientras se lanzan el ya manoseado, hasta la saciedad, del “y tú más”. Su incapacidad o su indolencia llega hasta ese extremo. Mientras, los abuelos, enfundados en sus camisetas amarillas o naranjas, se arremolinan a las puertas de los bancos para reclamar la devolución de aquellos ahorros que lograron depositar a base de cientos de horas de trabajo y sacrificado sudor.

Echo de menos al presidente del Gobierno y a los representantes de los partidos y organizaciones salpicadas por este desfalco; lamento que no hayan salido cogidos de la mano pidiendo perdón y anunciando una querella criminal contra todos estos hijos de mala madre que se han reído descaradamente de los abuelos y de los depositantes de Caja Madrid. Pero la culpa no es de ellos, sino nuestra por seguirles votando. Así que como sé que no van a hacer nada, voy a autoimponerme aquel ancestral castigo con el que mis tutores sancionaban mis malas acciones: escribir mil veces “no lo volveré a hacer más”.

Por tanto: “No volveré a votar nunca más a partidos que colaboran con chorizos, bien por acción u omisión”, “No volveré a votar nunca más a partidos que colaboran con chorizos, bien por acción u omisión”, “No volveré a votar nunca más a partidos que colaboran con chorizos, bien por acción u omisión”, “No volveré a votar nunca más a partidos que colaboran con chorizos, bien por acción u omisión”, “No volveré a votar nunca más a partidos que colaboran con chorizos, bien por acción u omisión”, “No volveré a votar nunca más a partidos que colaboran con chorizos, bien por acción u omisión”, “No volveré a votar nunca más a partidos que colaboran con chorizos, bien por acción u omisión”, “No volveré a votar nunca más a partidos que colaboran con chorizos, bien por acción u omisión”, “No volveré a votar nunca más a partidos que colaboran con chorizos, bien por acción u omisión”,…

Y así hasta mil veces.

No volveré a votar nunca más a partidos que colaboran con chorizos, bien por acción u omisión

Hoy todos miran al de al lado mientras se lanzan el ya manoseado, hasta la saciedad, del “y tú más".
José Sarria
lunes, 6 de octubre de 2014, 08:00 h (CET)
Mientras miríadas de pensionistas, amas de casa, algún que otro discapacitado y gente con poca capacidad de defesa eran expoliados bajo el trilerismo de las “preferentes”, los máximos responsables de Caja Madrid se dedicaban a esquilmar los fondos de la entidad a base de Dom Pérignon, hoteles de cinco estrellas y putas de lujo. Las tarjetas opacas o black cards pasaban de mano en mano, por simpatizantes y militantes de los partidos políticos de mayor representación, así como de las organizaciones empresariales y sindicales relevantes de este, todavía, país.

Hoy todos miran al de al lado mientras se lanzan el ya manoseado, hasta la saciedad, del “y tú más”. Su incapacidad o su indolencia llega hasta ese extremo. Mientras, los abuelos, enfundados en sus camisetas amarillas o naranjas, se arremolinan a las puertas de los bancos para reclamar la devolución de aquellos ahorros que lograron depositar a base de cientos de horas de trabajo y sacrificado sudor.

Echo de menos al presidente del Gobierno y a los representantes de los partidos y organizaciones salpicadas por este desfalco; lamento que no hayan salido cogidos de la mano pidiendo perdón y anunciando una querella criminal contra todos estos hijos de mala madre que se han reído descaradamente de los abuelos y de los depositantes de Caja Madrid. Pero la culpa no es de ellos, sino nuestra por seguirles votando. Así que como sé que no van a hacer nada, voy a autoimponerme aquel ancestral castigo con el que mis tutores sancionaban mis malas acciones: escribir mil veces “no lo volveré a hacer más”.

Por tanto: “No volveré a votar nunca más a partidos que colaboran con chorizos, bien por acción u omisión”, “No volveré a votar nunca más a partidos que colaboran con chorizos, bien por acción u omisión”, “No volveré a votar nunca más a partidos que colaboran con chorizos, bien por acción u omisión”, “No volveré a votar nunca más a partidos que colaboran con chorizos, bien por acción u omisión”, “No volveré a votar nunca más a partidos que colaboran con chorizos, bien por acción u omisión”, “No volveré a votar nunca más a partidos que colaboran con chorizos, bien por acción u omisión”, “No volveré a votar nunca más a partidos que colaboran con chorizos, bien por acción u omisión”, “No volveré a votar nunca más a partidos que colaboran con chorizos, bien por acción u omisión”, “No volveré a votar nunca más a partidos que colaboran con chorizos, bien por acción u omisión”,…

Y así hasta mil veces.

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