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Pitágoras y su comunidad

José Manuel López García
viernes, 26 de septiembre de 2014, 08:03 h (CET)
El surgimiento de la esuela filosófica de Pitágoras en la Magna Grecia supuso un considerable desarrollo del saber matemático y filosófico. Es cierto que la filosofía ya había comenzado con Tales de Mileto en Jonia, pero los pitagóricos florecieron en el Sur de Italia durante el siglo VI a. de C. Sabemos que Pitágoras nació en la isla de Samos, hacia el 572 a. de C., y murió en el 475 a. de C., y fundó una escuela filosófica y científica en Crotona. Se cree que Pitágoras viajó a Egipto, y conoció el saber matemático y geométrico por medio de su estancia en esta parte de África. La comunidad pitagórica fue a la vez un partido político, y un centro de investigación filosófica y matemática. Además poseía una doctrina religiosa y mística. Existían reglas en esta comunidad como la práctica del celibato, y el abstenerse de alimentarse de ciertos vegetales como las habas, porque pensaban que era una planta infernal, puesto que sus flores simbolizaban las almas de los muertos. El no comer carne estaba motivado por razones filosóficas o metafísicas, ya que creían en la metempsicosis, reencarnación o transmigración de las almas. El precepto del silencio era especialmente apreciado, y era su norma principal. Ya que propicia y favorece la reflexión, el estudio y la investigación. También parece ser que la comunidad de bienes era otra de los principios de la comunidad para evitar el apego a las posesiones materiales, la codicia y la avaricia.

Los dos niveles de iniciación en la escuela pitagórica ponían de relieve que el primer nivel era el de los matemáticos que tenían acceso a los saberes secretos de la secta. En cambio, el segundo nivel era el de los acusmáticos a los que se impartía una enseñanza global y no se les daba a conocer las enseñanzas secretas más difíciles y elevadas. Aunque el orfismo influyó, de modo indudable, en el pitagorismo no cabe duda de que el ritual de purificación propio del culto órfico no explica, en forma alguna, la pasión por el conocimiento propia y característica de Pitágoras y sus seguidores. Para los pitagóricos el conocimiento es vehículo de salvación y por esta razón se cultiva la matemática y la filosofía, geometría, música, acústica, etc.

En el ámbito pitagórico el conocimiento científico y filosófico sirve, entre otras cosas, para liberar el alma de las ataduras del cuerpo, ya que posee un efecto catártico o purificador. Porque el alma o el pensamiento a través del conocer se ordena y armoniza de un modo tal que se hace semejante al Cosmos y a la divinidad que para Pitágoras es la causa del mundo.

Los pensamientos políticos de este filósofo y matemático eran comunicados a sus discípulos matemáticos más aventajados para que fueran puestos en práctica en otros territorios y ciudades con el fin de promover e impulsar la justicia social, el equilibrio, la moderación, la paz y la libertad. Como también indica Cappelletti: intentaban introducir en el Estado, como mesocosmos, la armonía: «propia del Universo o macrocosmos». De hecho, la reforma de leyes e instituciones para lograr el bienestar y la armonía social toman como referencia la estructura política de los antiguos estados dorios.

Para el pitagorismo el número es la sustancia de todas las cosas. Algo que es entendible si se piensa que casi todo es cuantificable en la realidad natural y humana. Por otra parte, la oposición entre cuerpo y alma no es para estos pensadores algo radical y absoluto, ya que consideraban que la materia no está desprovista de alma y de sentido y lo espiritual para ellos ocupaba un lugar en el espacio. No tenían clara la distinción conceptual entre sustancia material y espiritual. Fue Platón el primer filósofo que elaboró una completa diferenciación entre lo material y lo inmaterial.

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