Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Eurovisión
Europa entera se encandila con la mujer barbuda

Freaks

|

Pasan los años, las décadas, los siglos, pero seguimos siendo los mismos. Con un mayor desarrollo tecnológico, sí, pero igual de estúpidos. O incluso un poco más. Hubo un tiempo en el que las ferias y los circos paseaban por ciudades y pueblos no sólo a sus artistas y fieras, sino también a los "freaks". Así se llamaba en el ámbito angloparlante a aquellos seres que presentaban algún tipo de llamativa anormalidad física. Estaban los enanos, los microcéfalos, los mutilados y todos aquellos que padeciesen cualquier enfermedad ósea o cutánea que le terminase por conferir un aspecto monstruoso. La crueldad con que se trataba a estos pobres desgraciados fue documentada en algunas películas excepcionales, caso de "La parada de los monstruos" (1932) -su título original era precisamente "Freaks"-, obra maestra del gran Tod Browning, o del filme menos opaco y más expresionista del caótico David Lynch: "El hombre elefante" (1980).

Pues hoy, en pleno siglo XXI, Europa se ha quedado boquiabierta ante la mujer barbuda, uno de esos "freaks" que nunca faltaba en las ferias y circos de antaño. La única diferencia entre entonces y hoy es que aquellos cochambrosos barracones son ahora espectaculares escenarios cuajados de efectos luminosos, y que el morboso público, en vez de pisar el suelo polvoriento, asiste al espectáculo, a través del televisor o de la pantalla del ordenador, cómodamente instalado en su casa. Eso sí, hay una diferencia más. Y es que en este tiempo de "wasaps", "selfies" y "tuits", ya ni siquiera la mujer barbuda lo es de verdad. Porque resulta que quien conquistó Europa el pasado sábado era un tipo vestido de mujer, cuya barba, para mayor gloria de la farsa, parece ser que era postiza. Todo artificio, absoluta falsedad, pura mascarada... Perfecta metáfora de esta época nuestra en la que la única certeza es la asombrosa necedad de la gente. Una necedad que, lamentablemente, se exhibe con una facilidad pasmosa gracias a esos avances tecnológicos.

Y a todo esto, ¿qué tiene hoy de transgresor un número musical protagonizado por un hombre travestido? ¿Es que acaso no tienen cabida en los medios de comunicación europeos los travestis y los transexuales? Igual en Rusia no, pero en la Europa occidental copan horas de televisión, portadas de revistas y páginas de internet. La prueba de que ya, por fortuna, no existe tal marginación está en que fue votado en masa. Hoy lo auténticamente transgresor sería que algún cantante se atreviese con un tango mientras se fuma un cigarro. Ya verían. Cortarían la emisión y sacarían esposado del escenario al insurrecto artista.

Freaks

Europa entera se encandila con la mujer barbuda
Carlos Salas González
miércoles, 14 de mayo de 2014, 08:42 h (CET)
Pasan los años, las décadas, los siglos, pero seguimos siendo los mismos. Con un mayor desarrollo tecnológico, sí, pero igual de estúpidos. O incluso un poco más. Hubo un tiempo en el que las ferias y los circos paseaban por ciudades y pueblos no sólo a sus artistas y fieras, sino también a los "freaks". Así se llamaba en el ámbito angloparlante a aquellos seres que presentaban algún tipo de llamativa anormalidad física. Estaban los enanos, los microcéfalos, los mutilados y todos aquellos que padeciesen cualquier enfermedad ósea o cutánea que le terminase por conferir un aspecto monstruoso. La crueldad con que se trataba a estos pobres desgraciados fue documentada en algunas películas excepcionales, caso de "La parada de los monstruos" (1932) -su título original era precisamente "Freaks"-, obra maestra del gran Tod Browning, o del filme menos opaco y más expresionista del caótico David Lynch: "El hombre elefante" (1980).

Pues hoy, en pleno siglo XXI, Europa se ha quedado boquiabierta ante la mujer barbuda, uno de esos "freaks" que nunca faltaba en las ferias y circos de antaño. La única diferencia entre entonces y hoy es que aquellos cochambrosos barracones son ahora espectaculares escenarios cuajados de efectos luminosos, y que el morboso público, en vez de pisar el suelo polvoriento, asiste al espectáculo, a través del televisor o de la pantalla del ordenador, cómodamente instalado en su casa. Eso sí, hay una diferencia más. Y es que en este tiempo de "wasaps", "selfies" y "tuits", ya ni siquiera la mujer barbuda lo es de verdad. Porque resulta que quien conquistó Europa el pasado sábado era un tipo vestido de mujer, cuya barba, para mayor gloria de la farsa, parece ser que era postiza. Todo artificio, absoluta falsedad, pura mascarada... Perfecta metáfora de esta época nuestra en la que la única certeza es la asombrosa necedad de la gente. Una necedad que, lamentablemente, se exhibe con una facilidad pasmosa gracias a esos avances tecnológicos.

Y a todo esto, ¿qué tiene hoy de transgresor un número musical protagonizado por un hombre travestido? ¿Es que acaso no tienen cabida en los medios de comunicación europeos los travestis y los transexuales? Igual en Rusia no, pero en la Europa occidental copan horas de televisión, portadas de revistas y páginas de internet. La prueba de que ya, por fortuna, no existe tal marginación está en que fue votado en masa. Hoy lo auténticamente transgresor sería que algún cantante se atreviese con un tango mientras se fuma un cigarro. Ya verían. Cortarían la emisión y sacarían esposado del escenario al insurrecto artista.

Noticias relacionadas

Hoy quisiera invitarlos a reflexionar sobre un aspecto de la vida actual que parece extremadamente novedoso por sus avances agigantados en el mundo de la tecnología, pero cuyo planteo persiste desde Platón hasta nuestros días, a saber, la realidad virtual inmiscuida hasta el tuétano en nuestra cotidianidad y la posibilidad de que llegue el día en que no podamos distinguir entre "lo real" y "lo virtual".

Algo ocurre con la salud de las democracias en el mundo. Hasta hace pocas décadas, el prestigio de las democracias establecía límites políticos y éticos y articulaba las formas de convivencia entre estados y entre los propios sujetos. Reglas comunes que adquirían vigencia por imperio de lo consuetudinario y de los grandes edificios jurídicos y filosófico político y que se valoraban positivamente en todo el mundo, al que denominábamos presuntuosamente “libre”.

Pienso que habrá cada vez más Cat Cafés y no solamente cafeterías, cualquier ciudadano que tenga un negocio podría colaborar. Sólo le hace falta una habitación dedicada a los gatos. Es horrible en muchos países del planeta, el caso de los abandonos de animales, el trato hacia los toros, galgos… las que pasan algunos de ellos… Y sin embargo encuentro gente que se vuelca en ayudarles y llegan a tener un número grande de perros y gatos.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto