La paloma que con su vuelo universal y permanente sobre la corteza terrestre es símbolo de la grandiosa herramienta de comunicación de que se han dotado los hombres en nuestros días (Al aire libre: 01 de julio de 2006), debe volar ensordecida por “el griterío y confusión que resulta cuando varios hablan a la vez, o cantan, desordenadamente”. Es fácil imaginarla con los cascos que utilizan quienes han de regular el tráfico de aviones en el aeropuerto, o de los que manipulan estruendosas maquinarias.
El ciberespacio, antes de Internet, debía ser a más de más virtual que ahora, de un silencio absoluto. Poco a poco se ha ido llenando de voces que se hacen presentes de un rincón a otro del planeta. Las hay de todas clases, como bien sabe cualquier medio avezado usuario. Desde tímidos “e.mails” en búsqueda de una compañía, hasta enardecidos “chats” donde se dice de todo y sin orden ni concierto. Además, las ediciones digitales de periódicas publicaciones, pasando por toda clase de porfiados anunciantes, malévolos virus, y particularmente intencionadas “noticias” al servicio de intereses muy particulares. En consecuencia, un desorden creciente al que, por fortuna nadie ha conseguido hasta ahora, meter “en vereda”, y, por muchos años... que así sea.
Por fortuna, este galimatías no es incompatible con el alto servicio que presta, lo cual es un misterio que se puede comprobar y disfrutar. Inexplicablemente, por el fino hilo de cobre que, antiguamente, sólo comunicaba teléfonos y solicitando “conferencia” a la operadora después de darle a la manivela, ahora sirve para cualquiera de los servicios mencionados líneas arriba. En ocasiones, al menos en este país, se ve ese cable empalmado con otro, retorcidamente, y cubierto de cinta aislante, y no hay modo de entender cómo por su interior puede circular el “New York Times”, y tantas otras cosas más.
El usuario dispone de un grifo –su computadora-, con el que puede regular la llegada de tan variopinta información. Más, basta tardar un par de días, o tres, en abrirlo, para que lo que se vuelque organice un auténtico caos, sí no un verdadero atasco en la llegada de lo que con ansiedad se espera. Hay gente que implora: No me envíen más correos. ¡Me voy de vacaciones!... como suplicando lo imposible para que no se encuentre taponada, a su vuelta, la ventana al ciberespacio. Y, esto, no acaba más que empezar, ¿cuántos años llevamos sirviéndonos de él? Muchos menos de los que usando bolígrafo y papel...
Una vez que se logra imponer orden entre todo el material volcado, que, también provoca un sonoro estrépito al caer en la bandeja del correo personal, lo cierto es que merece la pena, y, día a día, Internet se impone como medio emergente de comunicación de la Aldea Mundial. ¿Le preocupa como han amanecido en la Patagonia?... tranquilo, el correo o periódico adecuado le dará toda clase de detalles. ¿En qué terminará el dislate de México, con López “Hablador” autonombrado por sus bases “Presidente légítimo” del país?... no hay problema, si no se entera hoy, en unos días, o meses, lo sabrá de primera mano, y, antes que los sufridos compatriotas suyos que esperen a leerlo en el periódico de papel del día siguiente. Es lo que tiene este medio, arrasa. Y, aunque haya de ver repetido hasta la saciedad, columnas a favor o en contra del tabaco, el veraneo de políticos y famosos, ZP o Maragall, el efecto “llamada”, o divagaciones para rellenar un espacio, al fin encontrará el puntito de verdad que hace digno al ciber “este”. La paloma, protegidas sus facultades auditivas, sigue sobrevolando un espacio de auténtica libertad, que no es “moco de pavo”.
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