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Guillem Salvador y Pau Paredes

Gran primera edición del Summercase Festival

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Plantando cara con orgullo, el Summercase 2006 dio un golpe sobre la mesa con un cartel que incluso podía superar al del FIB y además concentrado en dos únicas jornadas. De hecho, las pocas quejas que existieron giraron en torno al problema que suponía la superposición continua de conciertos importantes. Aún así, en un recinto bastante cuidado y con una cantidad de público moderada, Summercase consiguió que la gente se sintiera cómoda disfrutando de los conciertos con un sonido realmente bueno teniendo en cuenta el tamaño de los escenarios y sin ningún tipo de agobio importante. Es posible que se echara de menos un camping y el ambiente festivalero que sin duda esto genera por los alrededores, pero si hay que valorar objetivamente a la organización merecen una buena nota, incluso se excedieron contratando trabajadores, que en la mayoría de los casos estaban cruzados de brazos casi deseando que fueras a pedirles algo.




Dirty Pretty Things


La noche del viernes fue sencillamente correcta, Mendetz, Brakes o Rufus Wainwright en solitario, destacaron notablemente en las carpas pequeñas, mientras que Primal Scream, que lo dieron todo, los veteranos New Order o sobre todo Keane, que superó con creces las actuaciones del verano pasado, se llevaron las mayores ovaciones en los escenarios principales. También fue interesante el enérgico directo de Happy Mondays y el de Razorlight, con su carismático líder actuando casi como si fuera un divo. Respecto a los sonidos electrónicos, como era de suponer, Chemical Brothers, que se dedicaron a pinchar canciones ajenas, fueron los que más centraron la atención, y ya a altas horas, otros dj’s como Nathan Detroit o Soulsavers prolongaron la fiesta de los que aún podían aguantar bailando.




New Order


El sábado fue distinto, el horario de los escenarios grandes se prolongó y los conciertos de última hora de la tarde hicieron que la gente entrara más temprano. Uno de estos conciertos tempraneros fue el de Dirty Pretty Things, que pese a ofrecer un espectáculo digno echaron demasiado en falta a Peter Doherty. A continuación apareció Adam Green en un estado absoluto de embriaguez para, aún tambaleándose, demostrar que en vivo es mucho mejor que en Lp. Paralelamente, Astrud consiguió atraer a muchos más fieles, lo cual, tratándose de un grupo nacional, es un dato muy positivo. Belle & Sebastian, Super Furry Animals, The Cardiganso o los curisos Sparks, dieron la talla en las primeras horas de oscuridad antes de que Sigur Rós superara las expectativas depositadas en ellos con uno de los mejores conciertos del fin de semana. Sigur Rós manejo su actuación con sensibilidad alcanzando momentos de intensidad desmesurada que contrastaban con la paz absoluta que podían transmitir las partes tranquilas.




Sparks


Y llegó la hora de la verdad. A la 1:00 del domingo cayó el telón del escenario principal y apareció Daft Punk, la banda más importante de todo el cartel. Con Daft Punk todo fue distinto en todos los sentidos, desde el dispositivo de seguridad, mucho más aplicado y exigente, a las luces y el sonido. Daft Punk únicamente ha dado nueve conciertos en todo el mundo en esta gira y una de sus exigencias era llevar todo un equipo propio de técnicos. Embutidos en sus trajes espaciales y cubiertos con esos cascos tan característicos que siempre portan, Daft Punk nos hizo vivir una hora y veinte minutos de éxtasis continuado, de sensaciones inenarrables y alegría desmesurada. El set dio un repaso a todos sus hits, arrancaron con Robot Rock y se despidieron con Human After All, pasando por clásicos como One More Time, Da Funk, Aerodynamic o Around The World. En momentos determinados se entremezclaban hasta tres temas a la vez, siempre de forma magistral, controlando cada segundo de su música. Fue una especie de paréntesis, fue el show con mayor asistencia y tras ellos nada supo igual.

Fatboy Slim se limitó a hacer el papel de placebo momentáneo, pero después de los franceses se merece hasta un aplauso por tener el valor de salir al escenario. Maxïmo Park tuvieron buenos momentos y Massive Attack, por su parte, también dieron lo que buscaban a sus cuantiosos fans. Como el día anterior, la música electrónica siguió sonando en las carpas pequeñas hasta que se hizo de día.




Razor Light


En definitiva, el Summercase ha arrancado con fuerza y puede que el año que viene llegue a superar, por lo menos en la calidad del cartel, al resto de festivales veraniegos del mismo estilo.

Gran primera edición del Summercase Festival

Guillem Salvador y Pau Paredes
Redacción
viernes, 6 de abril de 2007, 13:33 h (CET)
Plantando cara con orgullo, el Summercase 2006 dio un golpe sobre la mesa con un cartel que incluso podía superar al del FIB y además concentrado en dos únicas jornadas. De hecho, las pocas quejas que existieron giraron en torno al problema que suponía la superposición continua de conciertos importantes. Aún así, en un recinto bastante cuidado y con una cantidad de público moderada, Summercase consiguió que la gente se sintiera cómoda disfrutando de los conciertos con un sonido realmente bueno teniendo en cuenta el tamaño de los escenarios y sin ningún tipo de agobio importante. Es posible que se echara de menos un camping y el ambiente festivalero que sin duda esto genera por los alrededores, pero si hay que valorar objetivamente a la organización merecen una buena nota, incluso se excedieron contratando trabajadores, que en la mayoría de los casos estaban cruzados de brazos casi deseando que fueras a pedirles algo.




Dirty Pretty Things


La noche del viernes fue sencillamente correcta, Mendetz, Brakes o Rufus Wainwright en solitario, destacaron notablemente en las carpas pequeñas, mientras que Primal Scream, que lo dieron todo, los veteranos New Order o sobre todo Keane, que superó con creces las actuaciones del verano pasado, se llevaron las mayores ovaciones en los escenarios principales. También fue interesante el enérgico directo de Happy Mondays y el de Razorlight, con su carismático líder actuando casi como si fuera un divo. Respecto a los sonidos electrónicos, como era de suponer, Chemical Brothers, que se dedicaron a pinchar canciones ajenas, fueron los que más centraron la atención, y ya a altas horas, otros dj’s como Nathan Detroit o Soulsavers prolongaron la fiesta de los que aún podían aguantar bailando.




New Order


El sábado fue distinto, el horario de los escenarios grandes se prolongó y los conciertos de última hora de la tarde hicieron que la gente entrara más temprano. Uno de estos conciertos tempraneros fue el de Dirty Pretty Things, que pese a ofrecer un espectáculo digno echaron demasiado en falta a Peter Doherty. A continuación apareció Adam Green en un estado absoluto de embriaguez para, aún tambaleándose, demostrar que en vivo es mucho mejor que en Lp. Paralelamente, Astrud consiguió atraer a muchos más fieles, lo cual, tratándose de un grupo nacional, es un dato muy positivo. Belle & Sebastian, Super Furry Animals, The Cardiganso o los curisos Sparks, dieron la talla en las primeras horas de oscuridad antes de que Sigur Rós superara las expectativas depositadas en ellos con uno de los mejores conciertos del fin de semana. Sigur Rós manejo su actuación con sensibilidad alcanzando momentos de intensidad desmesurada que contrastaban con la paz absoluta que podían transmitir las partes tranquilas.




Sparks


Y llegó la hora de la verdad. A la 1:00 del domingo cayó el telón del escenario principal y apareció Daft Punk, la banda más importante de todo el cartel. Con Daft Punk todo fue distinto en todos los sentidos, desde el dispositivo de seguridad, mucho más aplicado y exigente, a las luces y el sonido. Daft Punk únicamente ha dado nueve conciertos en todo el mundo en esta gira y una de sus exigencias era llevar todo un equipo propio de técnicos. Embutidos en sus trajes espaciales y cubiertos con esos cascos tan característicos que siempre portan, Daft Punk nos hizo vivir una hora y veinte minutos de éxtasis continuado, de sensaciones inenarrables y alegría desmesurada. El set dio un repaso a todos sus hits, arrancaron con Robot Rock y se despidieron con Human After All, pasando por clásicos como One More Time, Da Funk, Aerodynamic o Around The World. En momentos determinados se entremezclaban hasta tres temas a la vez, siempre de forma magistral, controlando cada segundo de su música. Fue una especie de paréntesis, fue el show con mayor asistencia y tras ellos nada supo igual.

Fatboy Slim se limitó a hacer el papel de placebo momentáneo, pero después de los franceses se merece hasta un aplauso por tener el valor de salir al escenario. Maxïmo Park tuvieron buenos momentos y Massive Attack, por su parte, también dieron lo que buscaban a sus cuantiosos fans. Como el día anterior, la música electrónica siguió sonando en las carpas pequeñas hasta que se hizo de día.




Razor Light


En definitiva, el Summercase ha arrancado con fuerza y puede que el año que viene llegue a superar, por lo menos en la calidad del cartel, al resto de festivales veraniegos del mismo estilo.

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