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Daniel Tercero

Montenegro, el rayo reflejo

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Montenegro se convertirá en el país número 47 de Europa a partir del próximo 1 de enero. Según los resultados oficiosos -cuando escribo este texto- el 55.4% de los electores montenegrinos había optado por el 'sí' en el referéndum que preguntaba si querían separarse de la federación formada con Serbia, ambos países de la antigua Yugoslavia.

Con una participación de más de un 86% del electorado, el 'sí' necesitaba alcanzar un 55% para que se considerase ganador. Es decir, que con un 54.9% favorable al 'sí' no era suficiente para que se aprobase la propuesta de separación de la federación. Pero esta real separación, que será efectiva a partir del próximo primero de año, cabe matizarla mucho. Parece que la federación de Serbia y Montenegro, desde que se formase voluntariamente en 2003, no ha servido para resolver algunos problemas, sobre todo de eficacia en la puesta en práctica de medidas de modernización del país, y el gobierno montenegrino, durante el último año, ha presionado al gobierno central de la federación para ejercer el derecho que les asistía de realizar este referéndum a los tres años de la unión.

Pero, no sólo existía la posibilidad legal de este referéndum en 2006, se debería de puntualizar que la independencia de Serbia con respecto a Montenegro, o ésta de aquélla, era ya casi total. No compartían moneda, les separaba una frontera real y el gobierno montenegrino tenía más competencias y poder real que el gobierno de la república. En la práctica estamos hablando de dos países independientes.

Las comparaciones, por lo tanto, que realizan los líderes de los partidos nacionalistas en España -sobre todo, en este caso, PNV y ERC- no tienen por donde agarrarse. Ni metafórica, ni sentimentalmente. Eluden hablar de legalidad y pregonan a los cuatro vientos el teórico poder de decisión. ¡Cómo si en España no decidiéramos en cada elección! Lamentarán, con el tiempo, haberse acercado tanto al referéndum del domingo en Montenegro. El reflejo del rayo en el país balcánico, en términos ópticos, les hará retroceder.

Este ejemplo de referéndum, tan cercano, dejá un trasfondo inquietante. Sobre todo porque nadie puede demostrar las bondades de este tipo de consultas, pero tampoco lo contrario. Es como pretender demostrar que Dios existe. Uno puede responder pidiendo que le demuestren que no existe. ¿Dónde está la frontera para un referéndum? ¿Un 55% sirve, pero un 54.9% no hubiera servido en el caso de Montenegro? Esto no es un examen en el que se tiene que evaluar la valía del alumno. No se puede estar haciendo un referéndum cada año, como si fuera un mal alumno que suspende cada año la misma asignatura.

¿Cómo se va a gestionar, por ejemplo en Montenegro, el que un 44.6% de los ciudadanos no quisieran la separación de Serbia? ¿Estos referendums no debería ser aprobados por grandes, aplísimas, mayorías? ¿Permitirán las autoridades montenegrinas realizar otra consulta dentro de, por ejemplo, tres años para formar una nueva federación con Serbia? Demasiadas preguntas. Muchas no se pueden contestar y es por ahí por donde se cuelan las argumentaciones de los defensores de este tipo de consultas.

Montenegro, el rayo reflejo

Daniel Tercero
Daniel Tercero
martes, 23 de mayo de 2006, 22:19 h (CET)
Montenegro se convertirá en el país número 47 de Europa a partir del próximo 1 de enero. Según los resultados oficiosos -cuando escribo este texto- el 55.4% de los electores montenegrinos había optado por el 'sí' en el referéndum que preguntaba si querían separarse de la federación formada con Serbia, ambos países de la antigua Yugoslavia.

Con una participación de más de un 86% del electorado, el 'sí' necesitaba alcanzar un 55% para que se considerase ganador. Es decir, que con un 54.9% favorable al 'sí' no era suficiente para que se aprobase la propuesta de separación de la federación. Pero esta real separación, que será efectiva a partir del próximo primero de año, cabe matizarla mucho. Parece que la federación de Serbia y Montenegro, desde que se formase voluntariamente en 2003, no ha servido para resolver algunos problemas, sobre todo de eficacia en la puesta en práctica de medidas de modernización del país, y el gobierno montenegrino, durante el último año, ha presionado al gobierno central de la federación para ejercer el derecho que les asistía de realizar este referéndum a los tres años de la unión.

Pero, no sólo existía la posibilidad legal de este referéndum en 2006, se debería de puntualizar que la independencia de Serbia con respecto a Montenegro, o ésta de aquélla, era ya casi total. No compartían moneda, les separaba una frontera real y el gobierno montenegrino tenía más competencias y poder real que el gobierno de la república. En la práctica estamos hablando de dos países independientes.

Las comparaciones, por lo tanto, que realizan los líderes de los partidos nacionalistas en España -sobre todo, en este caso, PNV y ERC- no tienen por donde agarrarse. Ni metafórica, ni sentimentalmente. Eluden hablar de legalidad y pregonan a los cuatro vientos el teórico poder de decisión. ¡Cómo si en España no decidiéramos en cada elección! Lamentarán, con el tiempo, haberse acercado tanto al referéndum del domingo en Montenegro. El reflejo del rayo en el país balcánico, en términos ópticos, les hará retroceder.

Este ejemplo de referéndum, tan cercano, dejá un trasfondo inquietante. Sobre todo porque nadie puede demostrar las bondades de este tipo de consultas, pero tampoco lo contrario. Es como pretender demostrar que Dios existe. Uno puede responder pidiendo que le demuestren que no existe. ¿Dónde está la frontera para un referéndum? ¿Un 55% sirve, pero un 54.9% no hubiera servido en el caso de Montenegro? Esto no es un examen en el que se tiene que evaluar la valía del alumno. No se puede estar haciendo un referéndum cada año, como si fuera un mal alumno que suspende cada año la misma asignatura.

¿Cómo se va a gestionar, por ejemplo en Montenegro, el que un 44.6% de los ciudadanos no quisieran la separación de Serbia? ¿Estos referendums no debería ser aprobados por grandes, aplísimas, mayorías? ¿Permitirán las autoridades montenegrinas realizar otra consulta dentro de, por ejemplo, tres años para formar una nueva federación con Serbia? Demasiadas preguntas. Muchas no se pueden contestar y es por ahí por donde se cuelan las argumentaciones de los defensores de este tipo de consultas.

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