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Para el año 2030 la Unión Europea quiere que ell 75% de los materiales utilizados en envases y embalajes sean reciclables

Economía Circular: ¿Cómo nos va a afectar?

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La Unión Europea quiere ser un ejemplo en gestión de residuos promoviendo la Economía Circular, cuya principal filosofía es evitar la generación de nuevos residuos. En principio, un residuo es un material que no se puede utilizar, por lo que hay dos vías principales para reducir su generación:

  1. No usar materiales “nuevos” que no hayan entrado en el circuito económico
  2. Si se introducen materiales nuevos, reutilizar sus residuos, para que en lugar de residuos se conviertan en materiales utilizables

Los propósitos son claros y ambiciosos. Para el año 2030 la Unión Europea quiere que el 65% de los residuos municipales y el 75% de los materiales utilizados en envases y embalajes sean reciclables. Unos objetivos encomiables con los que muy pocos pueden no estar de acuerdo. La generación de residuos es un problema tanto para empresas como para gobiernos locales, ya que de ellos no se saca beneficio.


Ahora bien, ¿cómo se va a tratar de conseguir estos objetivos?


El primer factor importante ha sido y será fomentar el diseño de productos que tengan en cuenta el residuo que generará el producto cuando deje de usarse. Esto se materializó ya en el año 2009 con la publicación de la Directiva 2009/125/CE conocida como Ecodirective Design, que en España dio lugar al Real Decreto 187/2011, de 18 de febrero, relativo al establecimiento de requisitos de diseño ecológico aplicables a los productos relacionados con la energía. Apreciará el lector que si los países tienen dos años para trasponer la directiva, España apuró el plazo al máximo.


Un segundo factor es el consumo. La Unión Europea siempre ha defendido la importancia de los mercados para impulsar el progreso de la sociedad. Con esta idea en mente, defiende que si los consumidores dan prioridad a los productos que no generen residuos, las empresas tomarán una actitud más proclive a adaptar sus procesos. Para ello, se da una especial importancia al etiquetado de los productos y la UE ha mostrado su intención de promover una transparencia cada vez mayor sobre todo en lo que se refiere a etiquetas y publicidad que mencionen productos eco o ecológicos. También se tratará de fomentar la conciencia de los consumidores en estos aspectos.


El tercer factor importante es la gestión de residuos. En este sentido es probable que la UE empiece exigiendo a los gobiernos locales, de modo que estos traspasen dichas exigencias a sus empresas y ciudadanos. De hecho, el 16 de enero de este mismo año la Comunicación de la Comisión Europea “Una estrategia europea para el plástico en una economía circular” (COM/2018/028 final) señala que las empresas deberán colaborar con fabricantes de plástico, empresas públicas y empresas transformadoras del plástico para:

  1. mejorar el diseño y apoyar la innovación para conseguir que los plásticos y los productos de plástico sean más fáciles de reciclar;
  2. ampliar y mejorar la recogida selectiva de los residuos de plástico, a fin de garantizar la calidad de los insumos para la industria del reciclado;
  3. ampliar y modernizar la capacidad de reciclado y clasificación de residuos de la UE;
  4. crear mercados viables para el plástico reciclado y renovable.

Por tanto, es más que probable que todo esto afecte a consumidores y empresas. Los primeros verán cómo se les informa de forma más transparente, pero también experimentarán situaciones que les afecten directamente como ya ocurrió hace tiempo con las bolsas de plástico en los supermercados, que ahora deben pagarse. Es predecible que consumir elementos no reciclables será cada vez más caro.


En cuanto a las empresas, también parece probable que tendrán que adaptarse a regulaciones cada vez más exigentes. En todo caso, una buena gestión de residuos puede hacer que su coste se reduzca considerablemente o incluso que se genere algún beneficio. Actualmente existen empresas de reciclaje que pagan por recoger plásticos y cartones reciclables. Pero las empresas deben hacer un esfuerzo para entregar estos materiales de una forma adecuada, lo que suele significar una correcta separación y su prensado. Por ejemplo, según Miltek prensar latas, plásticos y cartones, supone reducir su volumen entre un 80 y un 90%, lo que implica importantes ahorros relacionados con el tiempo invertido en el transporte y gestión de los contenedores de los mismos. Es por ello una práctica que suele ser necesaria para que una empresa de reciclado acepte su recogida.


En definitiva, la intención de la UE, es hacer cada vez menos eficiente económicamente la generación de residuos, para que consumidores y empresas se preocupen por no generarlos.

Economía Circular: ¿Cómo nos va a afectar?

Para el año 2030 la Unión Europea quiere que ell 75% de los materiales utilizados en envases y embalajes sean reciclables
Redacción
jueves, 26 de abril de 2018, 06:35 h (CET)

La Unión Europea quiere ser un ejemplo en gestión de residuos promoviendo la Economía Circular, cuya principal filosofía es evitar la generación de nuevos residuos. En principio, un residuo es un material que no se puede utilizar, por lo que hay dos vías principales para reducir su generación:

  1. No usar materiales “nuevos” que no hayan entrado en el circuito económico
  2. Si se introducen materiales nuevos, reutilizar sus residuos, para que en lugar de residuos se conviertan en materiales utilizables

Los propósitos son claros y ambiciosos. Para el año 2030 la Unión Europea quiere que el 65% de los residuos municipales y el 75% de los materiales utilizados en envases y embalajes sean reciclables. Unos objetivos encomiables con los que muy pocos pueden no estar de acuerdo. La generación de residuos es un problema tanto para empresas como para gobiernos locales, ya que de ellos no se saca beneficio.


Ahora bien, ¿cómo se va a tratar de conseguir estos objetivos?


El primer factor importante ha sido y será fomentar el diseño de productos que tengan en cuenta el residuo que generará el producto cuando deje de usarse. Esto se materializó ya en el año 2009 con la publicación de la Directiva 2009/125/CE conocida como Ecodirective Design, que en España dio lugar al Real Decreto 187/2011, de 18 de febrero, relativo al establecimiento de requisitos de diseño ecológico aplicables a los productos relacionados con la energía. Apreciará el lector que si los países tienen dos años para trasponer la directiva, España apuró el plazo al máximo.


Un segundo factor es el consumo. La Unión Europea siempre ha defendido la importancia de los mercados para impulsar el progreso de la sociedad. Con esta idea en mente, defiende que si los consumidores dan prioridad a los productos que no generen residuos, las empresas tomarán una actitud más proclive a adaptar sus procesos. Para ello, se da una especial importancia al etiquetado de los productos y la UE ha mostrado su intención de promover una transparencia cada vez mayor sobre todo en lo que se refiere a etiquetas y publicidad que mencionen productos eco o ecológicos. También se tratará de fomentar la conciencia de los consumidores en estos aspectos.


El tercer factor importante es la gestión de residuos. En este sentido es probable que la UE empiece exigiendo a los gobiernos locales, de modo que estos traspasen dichas exigencias a sus empresas y ciudadanos. De hecho, el 16 de enero de este mismo año la Comunicación de la Comisión Europea “Una estrategia europea para el plástico en una economía circular” (COM/2018/028 final) señala que las empresas deberán colaborar con fabricantes de plástico, empresas públicas y empresas transformadoras del plástico para:

  1. mejorar el diseño y apoyar la innovación para conseguir que los plásticos y los productos de plástico sean más fáciles de reciclar;
  2. ampliar y mejorar la recogida selectiva de los residuos de plástico, a fin de garantizar la calidad de los insumos para la industria del reciclado;
  3. ampliar y modernizar la capacidad de reciclado y clasificación de residuos de la UE;
  4. crear mercados viables para el plástico reciclado y renovable.

Por tanto, es más que probable que todo esto afecte a consumidores y empresas. Los primeros verán cómo se les informa de forma más transparente, pero también experimentarán situaciones que les afecten directamente como ya ocurrió hace tiempo con las bolsas de plástico en los supermercados, que ahora deben pagarse. Es predecible que consumir elementos no reciclables será cada vez más caro.


En cuanto a las empresas, también parece probable que tendrán que adaptarse a regulaciones cada vez más exigentes. En todo caso, una buena gestión de residuos puede hacer que su coste se reduzca considerablemente o incluso que se genere algún beneficio. Actualmente existen empresas de reciclaje que pagan por recoger plásticos y cartones reciclables. Pero las empresas deben hacer un esfuerzo para entregar estos materiales de una forma adecuada, lo que suele significar una correcta separación y su prensado. Por ejemplo, según Miltek prensar latas, plásticos y cartones, supone reducir su volumen entre un 80 y un 90%, lo que implica importantes ahorros relacionados con el tiempo invertido en el transporte y gestión de los contenedores de los mismos. Es por ello una práctica que suele ser necesaria para que una empresa de reciclado acepte su recogida.


En definitiva, la intención de la UE, es hacer cada vez menos eficiente económicamente la generación de residuos, para que consumidores y empresas se preocupen por no generarlos.

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