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Valores

Depende

Aprovechando el título, sirva este artículo como humilde homenaje a Pau, un tipo al que siempre percibí honesto tanto en su profesión como en su vida personal. Trato hoy, precisamente, de la falta de honestidad individual que nos carcome los huesos, sacrificando una vez sí y otra también la independencia intelectual que debiera definirnos como «seres racionales», y que sin embargo nos empeñamos en poner en tela de juicio, cuando no triturar como característica.

Del conflicto de confianza al acuerdo de acogida

Creo que confiamos demasiado en los sistemas de producción y muy poco, por no decir nada, en las personas; fruto de una neurótica torpeza, cuestión que nos encamina a derribar la propia sensatez, el juicio natural que todos llevamos innato. Lo verdaderamente cruel de esta situación absurda es que está ahí, en cualquiera de los continentes del mundo; a pesar de que se nos llena la boca, en favor de un desarrollo verdaderamente humano e integral.

Salpicaduras

Sin apenas darnos cuenta hemos paseado por curiosos senderos; eso sí, apresurados, sin percepciones relevantes. En todo caso, experiencias esporádicas tendentes al aislamiento; quedan relegadas con frecuencia las consideraciones del entorno, de las demás personas e incluso de los mejores fondos personales. La prisa no concede respiros adecuados y las actitudes displicentes de los caminantes se consideran autosuficientes.

La violencia se intensifica, sólo se calma con el prodigio del amor

La espiral de intimidación está en plena actuación, sólo la frena el cultivo del amor; con lo que ello supone de clemencia y espíritu donante, si en verdad queremos liberarnos de nuestro egoísmo, superando el instinto dominador, con una sincera revisión existencial. Tampoco es el uso de la fuerza, ni la búsqueda ciega de intereses materialistas, lo que podrá reconducirnos a una auténtica concordia.

Pincelada de dignidad

Dignidad según la RAE es: Cualidad de digno, honradez, respetabilidad, nobleza, honestidad, honorabilidad, integridad, probidad, rectitud, decencia, seriedad, decoro. ¿Reconocen alguna de estas cualidades en los actuales mandos gobernantes? Todas estas cualidades se deben tener de manera individual y también de forma social y constitucionalidad, es decir, que las personas que gobiernan un país deben, por encima de todo, no solo poseerlas sino también hacer uso de ellas en el desarrollo de sus funciones.

Rigores al viento

Nos desenvolvemos en unos ambientes controvertidos, las deliberaciones francas y los acuerdos se reflejan como entes vetustos, si no olvidados en las prácticas habituales, desterrados a terrenos ignotos. La imprecisión se cuela por cualquier rendija social, con acelerados cambios de impresiones y forzamientos insospechados.

Pararse y repensar, para hacer nuevas todas las cosas

El progreso consiste en hacer nuevas todas las cosas. Por eso, en el acontecer de los días, hay que tener el valor de tomar aliento para poder elegir la orientación debida, así como la valentía necesaria para aprender a reprendernos, desde la auténtica contemplativa de la luz, que es lo que trasciende las palabras mismas y, a la par con ellas, habla el corazón. 

Fortalecer nuestra perspectiva universal

En nuestra hoja de ruta debe estar presente, también nuestra propia contribución, a restablecer un clima de concordia. Hemos venido a la tierra con el empeño de conciliar y reconciliar vínculos, de hacer y rehacerse como familia, de generar hogar y de instituir la paz como avance para poder caminar fusionados.

Alerta mental

Para los que no circulamos por las cumbres de las variadas ocupaciones sociales, se hace muy cuesta arriba la decisión de posicionarse con cierta dignidad. Las venturas y desventuras se tejen al pairo de los montajes sociales. Con el añadido de llevarlo a cabo a unas velocidades vertiginosas, acentuadas por un sinfín de intervenciones simultáneas provenientes de los ángulos más insospechados.

Una carta, señor tiempo

Sólo en el precipicio muchas personas evolucionan en sentido contrario o en el idóneo, conforme a sus intereses. Con el pasado ya no hay nada que hacer, eso es una tumba ejemplar desfasada, es mucho mejor pensar e idear para el futuro para ir logrando un mejorado desarrollo integral de los tiempos.

Mantener la vida en el planeta

Tenemos que despertar hacia otro espíritu más auténtico y transformador, salir de esta anestesia anímica y tomar el camino existencial con la mente despierta y el corazón activo. Al igual que los ecosistemas mantienen el aliento en el mundo, también cada uno de nosotros estamos llamados a ser pastos vivientes, sin otro interés que el soplo donante.

Ser y sentirse libre aquí hoy

Cada día me doy más cuenta, y doy gracias a Dios por ello, de que mi pensamiento es muy superior al pensamiento único que los políticos quieren imponernos al dictado de la nefasta Agenda 2030. Doy gracias cada día porque los quereres se convirtieron en amor, los amigos en familia, los sueños en realidad y las noches en mañanas, así, tal como decía Vladimir Kush.

Heridas abiertas en el corazón del mundo

Estamos ciegos. No sabemos aún escucharnos, ni tampoco entendernos. Cada día son más difíciles expedir las recetas, con sus fórmulas magistrales, ante la multitud de golpes que las criaturas, más enloquecidas que pensantes, nos damos entre sí. El uso de la fuerza y del poder está más vivo que nunca. 

Criterio provisional y vital

¡Qué difícil es posicionarse con sentido! Pero la renuncia es destructora, aniquiladora, de la mínima condición personal. Reducirlo todo a un exclusivo cuerpo biológico no resuelve el dilema. Las palabras son insuficientes, tenemos serios problemas a la hora de concretar qué es la presencia personal, su singularidad y atributos. Su esencia relevante es la SINGULARIDAD, nadie suplanta sus ejes.

Ante la ausencia del espíritu armónico

Nos hemos empedrado el corazón de narcóticos lenguajes, con pulsos de toxina y toda clase de traiciones, artimañas y perversiones sentimentales, atmósfera putrefacta que nos impide vivir armónicamente; y, lo que es peor, florecer auténticos. Apremia, en consecuencia, activar el interrogatorio personal para tomar el camino correcto.

La justicia social en la era de la globalización

En un mundo globalizado como el actual, la justicia social debe ser el objetivo central que oriente todas las políticas internacionales, nacionales y regionales, ante la multitud de injusticias y el aluvión de violencias, que lo único que propician es aumentar los dramas de la miseria, gravando el desarrollo solidario e impidiendo el establecimiento de una sociedad humana y equitativa.

Impresiones frecuentes

La observación de cuanto nos rodea, percute de muy diferente manera sobre las sensibilidades particulares; la intensidad de los estímulos es sin duda relevante, pero sus características cualitativas no le van a la zaga. No habrá dos captaciones idénticas en tan compleja relación.

Los efectos del ojo por ojo

El extremismo violento está ahí, en cualquier esquina viviente, no es algo nuevo ni tampoco exclusivo de ninguna región, nacionalidad o sistemas de creencias. Lo cruel de este enfurecido sentimiento, entre unos y otros, es que se ha vuelto más vivo; con sus consecuencias verdaderamente deshumanizantes e inhumanas. El ojo por ojo no es la solución, pues todo el mundo acabará ofuscado y no podrá tomar vuelo, porque también le cortarán las alas.

​Hipocresía, transparencia (¿dos “opuestos” del Siglo?)

Están cayéndose algunos velos en Occidente pero reformulándose otras, distintas puestas en escena… El tema no es qué semblantes han cumplido su fecha de caducidad sino observar qué nuevas máscaras se nos muestran a los ciudadanos de a pie. De la sociedad todos formamos parte, los hipócritas y los transparentes; los mentirosos, los responsables y los tontos.

Inquisitivos decididos

Queremos al decir, equiparar las palabras a la realidad de las cosas y de cuanto ocurre, lograr esa correspondencia; una manera de registrar las vivencias y quizá de comprenderlas. Sin embargo, la realidad se resiste a dicha identificación con las palabras pronunciadas. El intento no acaba de consolidarse. Si echamos mano de los sentimientos, tampoco logramos ese acoplamiento.

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