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Una escort es un acompañante masculino o femenino a la que un cliente paga para acudir con él a distintos eventos, ya sean reuniones, fiestas, viajes, etc o para llevar a casa o al hotel. Una contratación en la que se pueden incluir o no servicios de sexo y que cada vez está más en auge gracias a la proliferación de páginas y servicios de este tipo a través de internet.
A partir del 2015 el premio Príncipe de Viana se organiza en el Palacio Real de Olite, aunque este año se entregó en la iglesia de San Pedro de Viana en conmemoración del 800 aniversario del municipio.A raíz de los últimos acontecimientos desconocemos si el premio Príncipe de Viana del 2020 contará con la presencia de Sus Majestades los Reyes y de la Princesa de Asturias, también Princesa de Viana, o si se celebrará en Leyre o en Olite.
Si no, no ostentaría el poder con los que quieren destruirla.Pero donde ha llegado el colmo de su desfachatez ha sido en la pasada Sesión de Investidura en la que ha pedido, con todo el descaro y desfachatez la abstención del PP y de Ciudadanos a cambio de nada. Estamos de acuerdo que estos partidos, aunque fuese con la concesión de prebendas, no quieren participar en un Gobierno en el que lo presida sea una persona de la que no se pueden fiar y que un día gira al norte y otro al sur, según sople el viento favorable para sus intereses, pero aún sabiéndolo los pone en el compromiso de que tengan que decir que no, para poder culparlos de que si no hay Gobierno, no es por por su causa sino por la de los demás.Pablo Iglesias, ya le ha dicho claramente que, con las condiciones que ofrece, que no cuente con su ayuda.Así le va a España que está en manos de un irresponsable que, posiblemente lo que busque sean unas nuevas elecciones, que, según su mandado Tezanos, le auguran un triunfo considerable, pero como se ha dicho siempre que la única encuesta que vale es la que sale de las urnas que se arriesgue veremos a ver qué respondemos después de tanto desaguisado, desgobierno e incertidumbre.
Deambular por sus calles y plazas es trasladarse al mundo medieval, sobre todo al tropezarse con el Castillo de los Reyes de Navarra, uno de los monumentos más singulares de España, con su aspecto palaciego, sus torreones y altas murallas que bien parece sacado de una película fantástica de Disney.
Navarra sería un escenario distópico fruto del Tejerazo de 1.981, en el que los guardias civiles de Tejero obligaron “manu militari” a los líderes políticos confinados en el Congreso a aceptar un acuerdo tácito por el que se declaraban intocables el sistema monárquico y la unidad indisoluble de España.
Navarra sería un escenario distópico fruto del Tejerazo de 1.981, en el que los guardias civiles de Tejero obligaron “manu militari” a los líderes políticos confinados en el Congreso a aceptar un acuerdo tácito por el que se declaraban intocables el sistema monárquico y la unidad indisoluble de España.
Parafraseando a Wright Mills en su libro “The Power Elite” (1.956), el establishment navarro sería “el grupo élite formado por la unión de las sub-élites política, económica, universitaria y mass media de Navarra”, lobbys de presión que estarían interconectadas mediante “una alianza inquieta basada en su comunidad de intereses económicos y amalgamada por la defensa a ultranza de la “unidad identitaria de Navarra”.
El término utopía aparece como “la búsqueda incansable de la Humanidad desde el comienzo de los tiempos de un lugar o sociedad ideal” y a pesar de su carácter no real, permite reconocer los ideales de una sociedad o comunidad en un momento concreto de su singladura histórica así como los obstáculos que impiden cristalizar su sueño idílico.
Navarra sería un escenario distópico fruto del Tejerazo de 1.981, en el que los guardias civiles de Tejero obligaron “manu militari” a los líderes políticos confinados en el Congreso a aceptar un acuerdo tácito por el que se declaraban intocables el sistema monárquico, el bipartidismo rotatorio de los partidos políticos del establishment español (PP y PSOE) y la unidad indisoluble de España, pasando Navarra desde entonces a ser considerada “cuestión de Estado” por lo que cualquier cambio institucional que se pueda producir en el viejo Reyno foral deberá contar con el visto bueno del establishment del Estado español.
En el plano político, Navarra sería un escenario distópico fruto del Tejerazo de 1.981, en el que los guardias civiles de Tejero obligaron “manu militari” a los líderes políticos confinados en el Congreso a aceptar un acuerdo tácito por el que se declaraban intocables el sistema monárquico, el bipartidismo rotatorio de los partidos políticos del establishment español (PP y PSOE) y la unidad indisoluble de España.
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