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Nos une la observancia de no caer en la desolación. Cuando menos nos necesitamos para soñar otro astro más fraterno, por el que esclarezca la concordia, mediante una visión efectiva y desinteresada. Nadie avanza ni alcanza su madurez aislándose.
En la Asamblea General de las Naciones Unidas, el secretario general António Guterres advirtió el jueves que la pandemia de coronavirus ha provocado casi un millón de muertes y 30 millones de contagios y que sigue fuera de control debido a la falta de preparación, cooperación, unidad y solidaridad entre los gobiernos del mundo.
Las cifras de muertos por la pandemia, más o menos exactas, alcanzan al día de hoy nada menos que veinticuatro mil personas, según datos del Ministerio de Sanidad. Pero los números causan menos impresión que ver los ataúdes en el Palacio de Hielo, o los que están apilados en cualquier cementerio a la espera de su entierro o cremación.
La publicación en el Boletín Oficial del Estado de disposiciones y anuncios ajenos a la situación de crisis sanitaria que estamos viviendo es una ensoñación agradable de que hemos vuelto a la normalidad, y más cuando dichas informaciones tienen relación con el protocolo.
La Agencia Internacional de la Energía (AIE), en un reciente informe titulado “Perspectivas mundiales de inversión en energía”, advierte que será necesario invertir 48 Billones $ hasta el 2035 para cubrir las crecientes necesidades energéticas mundiales.
Son muchos los países que están atravesando una fuerte crisis. A mi juicio, en parte propiciada por no concebir lo que se debe; y, para ello, tenemos las normas de lo que hay que hacer y de lo que hemos de evitar. Indudablemente, somos seres de raciocinio, de palabra y pensamiento, al mismo tiempo de hondura y pasiones, por eso es fundamental que entremos en razón. Tenemos voluntad para saber lo que queremos y lo que debemos evitar.
Un nuevo informe de Naciones Unidas afirma que las emisiones de gases de efecto invernadero aumentaron a niveles récord el año pasado. El informe también revela que el incremento de los niveles de metano en 2018 representó el mayor aumento en los últimos 20 años.
El Gobierno de Donald Trump ha notificado formalmente a las Naciones Unidas que retirará a Estados Unidos del histórico Acuerdo de París sobre el cambio climático, iniciando un proceso de un año de duración para abandonar el pacto internacional de lucha contra la crisis climática. Estados Unidos es históricamente el mayor emisor de gases de efecto invernadero del mundo y pasará a ser el único país fuera del acuerdo.
En este baúl de experiencias que vamos recogiendo a lo largo de nuestra vida, y que nos ayudan a madurar, nos conviene activar el gozo de los andares, por muy adversas que nos parezcan las circunstancias que nos acorralan; pues al fin, lo trascendente es no darnos por vencidos jamás.
Por muy graves que sean las situaciones de lamento o tristeza, jamás hay que darse por vencido, al menos siempre nos ha de quedar la capacidad de soñar por otro mundo más humano, por una manera más hermosa de coexistir, pues por mucha crueldad que recibamos en nuestros andares vivientes, siempre es posible reinventar otro espacio más esperanzador, muchas veces es cuestión de reanimarse, de poner paciencia y empeño en querer levantar cabeza y volver a empezar de nuevo.
Estoy convencido de que la esencia de la vida es un deseo a compartir de modo auténtico, también una aspiración a escucharnos mutuamente, con la clemencia siempre en el alma, para poder tomar el espíritu reconciliador como universal lenguaje, tanto para entendernos como para sustentarnos unos a otros.
Todos tenemos derecho a encontrar el camino de la vida y a poder reintegrarnos en el sueño de vivir. Esto no es nada fácil, pues cada día levantamos más barreras que nos impiden el encuentro con nuestros análogos, cerrándonos a sus pensamientos y experiencias.
Me gusta que se hable de inclusión y sostenibilidad, de escucha y consideración hacia toda vida, de nuevos itinerarios y de multiplicidad de alientos, de nuevas propuestas y de un espíritu solidario universalista, planetario y sin fronteras, que nos globalice y fraternice. Este avance si me parece rompedor, distinto a lo vivido hasta ahora, pues ya no se habla sólo de crecimiento material, sino también de otras dimensiones de integración social e incluso de conversión ecológica.
Todos estamos llamados a entendernos, a conocernos internamente y a reconocernos, al mismo tiempo, vinculados a ese tronco común que hace familia en la medida en que nos hermanamos unos con otros. Por eso es importante que los gobiernos no instauren leyes discriminatorias contra grupos humanos determinados, puesto que todos al fin somos necesarios.
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