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La literatura no es otra cosa que escribir sobre lo que uno ha vivido. Ese es el soporte. Una cimentación a la que después, poco a poco, gracias a los revestimientos se le va dando forma y decorando, por la culpa innata de la imaginación. La guinda final.
Salían los mineros, de modestas casas, con sus caras limpias, sus ropas lavadas.
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