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Mientras estamos enfrascados en los grandes temas que hoy nos agobian y preocupan a nivel nacional o internacional, no prestamos suficiente atención a los movimientos que se vienen sucediendo en el amplio espectro empresarial y financiero mundial, donde vertiginosamente se están acumulando unas cotas de poder inimaginables en manos de unos pocos multimillonarios.
¿Qué harías si jugaras a los Euromillones por casualidad mientras ibas de camino por una barra de pan y, sin esperarlo, al día siguiente te das cuenta de que has sido la persona más afortunada de Europa porque te ha tocado la lotería? Le ha sucedido antes a muchos que han visto su vida transformada en un abrir y cerrar de ojos.
Que la sociedad de este nuevo siglo está sufriendo una profunda transformación en casi todos los ámbitos de nuestra vida no hay ya quien lo dude, ni tampoco quien la detenga. La era digital ha roto todas las fronteras idiomáticas, culturales, económicas y sociales que el hombre tenía hasta el pasado siglo.
Los ingresos del 10% más rico multiplica por seis los que obtiene la mitad de la humanidad. Y esta escandalosa cifra se multiplica hasta 38 veces cuando miramos la propiedad sobre la riqueza mundial. Mientras el selecto club del 10% más rico acumula el 76% de la riqueza global, casi toda, la mitad de la humanidad solo posee el 2%, es decir, casi nada.
Es lógico que los grandes milmillonarios oculten el origen de sus grandes fortunas; que no reconozcan lo decisivo que ha sido a la hora de acumularla la disposición de bienes y recursos públicos por los que no están dispuestos a pagar.
Forbes España ha anunciado una nueva edición de la lista de “Los 100 españoles más ricos”, que recoge las principales fortunas del país. El ranking analiza no solo la riqueza, sino cómo gestionan su patrimonio y estudia el valor de mercado de sus empresas, sus propiedades inmobiliarias, suntuarias y su liquidez.
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