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Las contiendas comienzan por uno mismo. Esto es una locura, un suicidio colectivo, que nos deja sin abecedario para conjugar el tiempo, que debiera vivirse con amor en las moradas y no suele ser así. Ya nadie es para nadie, ni para uno mismo. ¡Cuántas atrocidades se producen! Para desgracia nuestra, nos solemos mover en la indecencia más absurda y en el sentido egoísta más cruel.
Considero que cada día es más complicado hacer menos pobres a los pobres, en medio de un mundializado panorama sombrío e incierto. Las tremendas desigualdades y la merma del poder adquisitivo en multitud de hogares, nos están dejando sin fuerza; y, lo que es peor, sin esperanza alguna, ante el imperio de los poderosos y la ausencia del poder de las normas.
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