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Desde el domingo de Resurrección hasta el domingo de Pentecostés son cincuenta días de gloria que al coincidir con la primavera propiciaban ferias y fiestas en tiempos que no sufríamos de ninguna pandemia y había más cristianos con fe.
Cada año al llegar la popular Semana Santa tenemos que refrescar la memoria para pensar de qué manera se tiene que celebrar el recuerdo del sacrificio expiatorio de Jesús para salvar al pueblo de Dios de sus pecados. Jesús estableció la manera de recordar se sacrificio durante la cena que compartió con sus discípulos la noche en que fue detenido, la víspera de su muerte en la cruz. La versión que da del evento el evangelio de Lucas, lo hace así: “Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió, y les dio diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado, haced esto en memoria de mí. De igual manera, después de haber comido, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama” (Lucas 22: 19, 20).
El año pasado recibí una invitación un tanto desusada: el compromiso de rezar por un político. Contesté que lo haría y di el nombre del político que elegí. He tratado todos los días de incluir a tal persona en mis oraciones.
El Papa Francisco hizo referencia a estos mártires del siglo XXI: “Que el recuerdo de su sacrificio nos inspire para renovar nuestra confianza en la fuerza de la Cruz y de su mensaje de perdón, reconciliación y resurrección.” El Papa con su presencia física en un lugar sagrado donde el fanatismo religioso ha inflingido tanto dolor, ha querido recordar a toda la Iglesia universal que frente al odio y al daño que causa, solo cabe la confianza en la fuerza de la Cruz, aunque algunos estén empeñados en enterrarla o hacerla infructuosamente desaparecer.
Sólo es necesario ver el momento que tenían que darle su soporte. Él que les había curado sus enfermedades, limpiado a los leprosos, devuelto la vista a los ciegos, recuperado el oído a los sordos, alimentado a las multitudes, a la hora de la verdad, le devuelven los favores recibidos con: Crucifícale, crucifícale.
La pregunta que me ha movido a comentar el escrito de Josep Miró es: ¿Qué ha provocado el descredito que la Iglesia Católica tiene hoy? No es que el mundo pretenda asimilarla.
Ya nos encontremos en fase 1 o en fase 2, la Orden SND/399/2020 indica que se permite la asistencia a los lugares de culto cumpliendo y respetando una serie de condiciones y recomendaciones.
Es bastante evidente que hay determinados medios que ponen especial énfasis en centrar su atención en los abusos a menores en el ámbito de la Iglesia católica cuando lamentablemente se han producido y se producen también casos similares en otras organizaciones o instituciones civiles como han sido los casos de los cascos azules de la ONU que abusaron de niñas en la República Centroafricana en el 2016 o la de algunas ONG como Oxam que fueron “cazados” por una investigación de The Times en el 2011 o casos lacerantes también de agresiones sexuales en el ejército de los EEUU o incluso en el mundo del deporte o los más recientes de las estrellas del cine o de la televisión.No se trata pues de un problema específico de la Iglesia aunque la ausencia de estudios comparativos no nos permite conocer si el nivel de gravedad es inferior, igual o superior a otros ámbitos .
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