| ||||||||||||||||||||||
Quizás tengamos que retornar al niño que todos llevamos dentro para poder disfrutar de ese espíritu de belleza, de bien y de verdad, transformándonos en un comportamiento, tan afectivo como efectivo; pues todos los deseos que siembran positividad, nos alientan a ese gozo de mansedumbre, de benevolencia, de bondad en suma. No hay mayor alegría que la de sentirse querido y la de poder amar.
Las actitudes impresionan como una fuga empecinada detrás de los intereses peculiares; crematísticos, turísticos, políticos y en escasa proporción como buscadores de la comprensión superadora.
|