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Violeta Torrejón
Violeta Torrejón
Evitamos querer para no sentir miedo a perder, pero merecerá la pena haber sentido, porque se trata de emociones que nos hacen permanecer vivos

Si nos preguntaran a cada uno de nosotros sobre el valor o la importancia que el amor ha tenido en nuestras vidas, probablemente no tengamos que pensar demasiado porque nos vendrán a la memoria aquellas personas que han marcado nuestro mundo en algún momento determinado.

Somos personas que sanamos dialogando cuando estamos heridos y necesitamos desahogarnos

Cuando forjamos una amistad con alguien lo que hacemos es generar una confianza que no encontramos en los demás. Poder abrirnos realmente y expresar cómo nos sentimos es, a día de hoy, un privilegio. Y será a esa persona a la que le contemos de verdad las cosas que nos suceden en el día, nuestras preocupaciones, nuestros miedos, nuestras rupturas o incluso, nuestros desagrados.

Este mes supone reanudar todo aquello que durante un tiempo se paró. Ahora ya hay que volver a tener horarios y a actuar acorde a unas actividades obligadas

Se acabaron las vacaciones y con ellas la libertad, las distracciones y sobre todo, la ilusión. Ahora comienza la rutina, los hábitos y las costumbres. Se debe volver a la vida en su máxima expresión. Lo primero que debemos hacer es organizarnos tiempo antes, es ir poco a poco, es no pensar precipitadamente en todo lo que viene, en el escaso tiempo que tenemos, en cómo se harán las cosas…

Lo más importante es saber si dichas relaciones son mutuas en el sentido de humildad y seguridad afectiva

Las relaciones familiares son algo complejas según el número de integrantes, es decir, cuantas más personas existan en nuestro núcleo, más divergencias aparecerán porque a pesar, de contar con la misma sangre no desarrollamos perfiles idénticos. Anteriormente, el número de hijos que se tenían no es parecido al de hoy, siendo escasos los nacimientos o incluso, renunciando completamente a ellos.

Las relaciones cuando comienzan son maravillosas, pero es con el tiempo, cuando se transforman en otra cosa, en algo que los dos miembros van elaborando a lo largo de los años por medio de sus actitudes y formas. El pensamiento inicial es diferente al que tendremos en el futuro por el simple hecho de que las experiencias vitales que nos sucedan también interferirán en la esfera emocional.

Una vez que entra el verano es habitual que tengan lugar las festividades de los diversos pueblos que están cerca y lejos de nuestra residencia habitual. Durante esta época es cuando cientos de visitantes acuden a lugares que, de otra manera, no acudirían y es que el reclamo es el de la verbena, la música, los juegos, las cenas, las peñas y las noches interminables donde el alcohol no tiene fin.

Los meses de verano son momentos que asociamos al relax, a la paz y sobre todo a la diversión, pero el problema o las discrepancias surgen cuando esto no es así para todo el mundo. Existirán personas que la simple llegada del verano les cause ansiedad por el hecho de haber tenido que buscar detenidamente alojamientos y lugares acorde a sus límites económicos. Otros, que sólo podrán disfrutar de aquello que ya tenían como eran sus pueblos porque no tienen otras opciones.

Hace años era impensable que pudieran darse las relaciones tal y como las conocemos hoy en día, es decir, aspectos tales como la convivencia o la llegada de los hijos antes del matrimonio o, incluso, en la mayor parte de las veces, sin llegar a ese estado oficial de unión. Situaciones como las del enamoramiento progresivo o el ligoteo presencial han desaparecido para dar lugar a encuentros pactados en redes y aplicaciones que se prestan al citado objetivo.

Cada uno de nosotros somos de una forma completamente distinta al resto, lo que ocurre es que habrá algunos que se dejen llevar por la mayoría para no sentirse menospreciados, pero existirán otros que, por el contrario, sigan siendo ellos mismos. Pero al hacer un balance, lo diferente puede ser raro y eso a todo el mundo le asusta demasiado.

A lo largo de la vida es inevitable que nos sucedan cosas que a veces nos gustan y otras no, pero de cada uno depende el gestionar aquellas situaciones que considera que le hacen más mal que bien. Podemos hundirnos, podemos sentirnos desdichados y sobre todo, podemos preguntarnos el motivo de por qué nos ha tocado a nosotros, pero eso no vale más que para autolesionarnos mentalmente.

A la hora de relacionarnos con los demás, con nuestro entorno más próximo, será muy probable que nos encontremos con diversas situaciones algunas de ellas, incómodas, a nivel de diálogo y de interpretación de esas mismas palabras, las cuales, según el estado anímico y vital, pueden incidir de una manera más o menos impactante en nuestras vidas, ya que los seres humanos no somos tan estables como quizá quisiéramos, sino que fluctuamos en un mar de emociones y sentimientos.

Para llegar a valorar a una persona, o en este caso pareja, previamente hemos tenido que haber pasado por experiencias anteriores que nos han dejado una huella en nuestro corazón. Es decir, hemos vivido situaciones que no han salido como nosotros esperábamos y nos hemos decepcionado porque dichas personas no cumplían con nuestras expectativas. Y es ahí donde comienza el aprendizaje.

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